4. CORALINE

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I could see it on your face, it was rough

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I could see it on your face, it was rough

Left the bad taste on your tongue

CORALINE

¿Algo de ese lado oscuro? Es esto: trabajar.

Mis padres insistieron en ayudarme con los gastos de la universidad y el departamento, pero tienen a mi hermano pequeño, él no puede solo, yo sí. Es por eso que, apenas supe de este puesto libre en la cafetería, lo pedí. No es lo mejor del mundo, pero gano algo.

Lo bueno de este trabajo es que es de lunes a viernes desde las una de la tarde hasta las cinco, un horario no tan exigente, aunque también depende de la cantidad de desastre con el que contemos. Hay días en los que creo que todos me observan a la espera de cualquier error, que los clientes realizan sus idioteces porque les fascina fastidiar y hacerme sentir mal, pero hay otros en los que me tratan con amabilidad, hacen sus pedidos y esperan con paciencia.

Lástima, hoy es el primero.

Recorro la distancia que me queda hasta la mesa ocupada por un par de chicas, Lucy y Kail, esta última luce más como un perrito al estar siempre detrás de su supuesta amiga. La rubia me observa de pies a cabeza con una ceja enarcada.

—¿Qué? —Observa detrás de mí y vuelve a mis ojos—. ¿Tú me atenderás?

—Nos —corrige Kail, pero es ignorada.

Además de haberla tenido que aguantar en las clases de la mañana viene aquí y debo seguir con el aguante. Estupendo.

—Así es. —Asiento con la mejor sonrisa que me es posible. Suelta una risa cargada de burla.

—Suerte la mía.

Aquí vamos.

—¿Qué pedirán?

Coloco el bolígrafo sobre el papel de la pequeña libreta con la que cuento, evitando así seguir haciendo contacto visual con ella. Algunos mechones de mi cabello caen por mi frente, al este ser tan corto solo logro alzarlo por la mitad.

—Yo uno de esos pastelillos con chocolate de relleno —contesta Kail y voy anotando.

Me giro hacia Lucy.

—¿Y tú?

No recibo respuesta. Alzo la mirada, la encuentro analizando mi atuendo con una mueca en los labios para intentar no reír.

—Lucy —la llama su amiga y la rubia la observa con molestia. Vuelve a observarme.

—Una malteada de fresa está bien —termina por decir con su típica sonrisa maliciosa.

Anoto su pedido y voy hacia el mostrador, girando los ojos al llegar. Gigi ríe al ver mi semblante, ella prepara los pedidos mientras que yo debo de llevarlos y, por desgracia, interactuar con ellos.

Oh well, whatever, nevermind [+18] [Español] (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora