Oh well, whatever, nevermind [+18] [Español] (En Pausa)

18. CORALINE

Need a place to hide, but I can't find one near

Wanna feel alive, outside I can't fight my fear

CORALINE

Los viernes son buenos, pero al tener que soportar palabras cargadas de significados que no comprendes es algo más pesado. Intento anotar y comprender lo que el profesor explica, se me complica un poco porque cuando estoy anotando algo que creo entender él ya llega al otro lado del pizarrón con otro tema y me confundo.

Resoplo, borrando con rapidez para anotar bien algunas cosas.

—Espero cuenten con lo más importante entre sus anotaciones —advierte él—. Recuerden que luego tendremos una prueba sobre esto y quiero que estén listos.

Muchos asienten y aprovechan para copiar lo que hay en la pizarra mientras él ve algo entre sus papeles.

Recargo la barbilla sobre un puño y me percato de que Abby no realiza nada, literal que solo permanece embobada observando hacia la mesa en una esquina y giro los ojos al percatarme de quién se encuentra allí, este ríe junto a Gael.

—¿Por qué me gustan puros imbéciles?

Sonrío de lado.

—Esa es una buena pregunta.

Abby bufa y también recarga su barbilla sobre un puño, esta vez para observarme.

—¿No han hablado? —inquiero, aunque no me interese tanto ya que hablamos de Kevin el pijachica.

Gira los ojos.

—Lo intenté, fui a su fiesta del sábado a la que tú no fuiste —me reclama.

—Ay, gran dolor para mí —ironizo.

Hace una mueca.

—Pero no, apenas hablaba y él volteaba... —Desvía la mirada—. Hacia otras.

Aprieto los labios y la veo arrastrar la punta del bolígrafo por la hoja de su cuaderno con desgano. No es como si fuese mi mejor amiga o mi hermana del alma, pero puedo sentir, cualquiera podría hacerlo, ese dolor que es provocado cuando deseas tanto algo que, al no conseguirlo, caes en picada hacia el abismo. Este difiere en ocasiones, como lo es cuando se trata del sentimiento hacia una persona.

—¿Y no has pensado en tomarte un tiempo para ti?

Suelta una corta risa amarga.

—He estado soltera por más de dos años, Coraline. —Vuelve a reír—. A este paso tendré que dejar que mis padres me casen con el hijo de alguno de sus amigos empresarios.

—Es el siglo veintiuno, Abby, eso es ridículo.

—Pero no estaría sola. —Se encoge de hombros.