16. CORALINE

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Oh, but darlin', runnin' ain't enough to escape

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Oh, but darlin', runnin' ain't enough to escape

From the monsters in my brain

CORALINE

—¡Dejen de correr, se van a romper algo!

Mi tía les sigue gritando a mis primos hiperactivos para que detengan un posible accidente, claro que ellos solo se detienen unos minutos para luego volver a correr con todas las ganas del mundo.

Bufo al recordar que ya han pasado más de tres horas y Gato ha quedado solo en mi piso, he decidido dejarlo ahí ya que supuestamente no tardaría tanto, pero ahora me estoy arrepintiendo, espero siga durmiendo un poco y, de no hacerlo, que encuentre la comida en el embase que le dejé junto al agua.

Sam juega con algunos de nuestros primos, se gira hacia mí y alza una mano con una sonrisa, le correspondo ambos gestos. Es tierno que, los días que puedo estar con él, es lo más apegado a mí que le es posible.

Guío mis ojos a la mesa colocada en medio del jardín, mi padre habla con mi tío Paul sobre cosas aburridas de adultos, mamá también lo hace antes de girarse y venir hacia mí.

Se coloca a un lado de mi silla, le sonríe a algún familiar para luego inclinarse un poco hasta mi oreja.

—Cambia esa cara que tienes si no quieres problemas con tu padre —susurra de mala gana.

Trago y formo una sonrisa forzada de labios pegados hacia ella, se aleja y la observo llegar de nuevo hacia mi padre, este último me dedica una mirada de advertencia y vuelvo a formar la sonrisa.

No se conformarán nunca. Mi estado de ánimo no es el mejor, pero asistir a esta cena familiar realizada en la casa de mis abuelos es mi intento por relajar un poco las cosas con mis padres, mamá me lo pidió, o no, mejor dicho, me lo ordenó, no tuve elección, pero aún así intentaré que todo vaya bien.

Gruño, ya harta de estar aquí, cuando me dejan de observar y reposo mi mentón sobre mi palma al colocar mi codo sobre el reposabrazos de mi silla. Detesto estas reuniones, no, más bien, detesto que ambos estén en las reuniones, no logro disfrutar nada, no soy yo misma.

—¿Comiste el pastel que trajo mamá? ¡Está bárbaro! —Gigi realiza un gesto de chuparse los dedos, sonriendo.

—Ajá.

De reojo veo que ocupa lugar en la silla a mi lado y ladea la cabeza. Resoplo y la observo con una ceja elevada en una pregunta silenciosa.

—¿Qué tienes?

—Nada.

—¿Nadita?

—Noup.

—¿Necesitas maní salado?

Sonrío con algo de ánimo. Hasta ahora, prácticamente desde que he nacido, ella es la única que recuerda mi enorme gusto por el maní salado, y no cualquiera, debe ser de la marca Pettiz. No soy delicada, solo es preferencia.

Oh well, whatever, nevermind [+18] [Español] (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora