Abi Jara
Pasé un par de semana revisando constantemente mi móvil, muy alerta a cada notificación entrante, tuve las esperanzas de recibir un mensaje una vez me fuera de casa de Carolina, fue algo completamente irracional al igual que mis pensamientos en estos momentos.
Pero luego de todo lo sucedido aun no comprendía que había pasado conmigo aquel momento, no sabía de donde había dicho cada palabra que le dije aquel chico cuyo nombre era Daniel. Una noche fue suficiente para darme cuenta de que su alma estaba rota en cien mil pedazos y así saber saber que aquel chico escondía su verdadero ser bajo una máscara de enojo, frialdad, frustración e incluso rencor en él.
Mientras estaba sentada frente a mi computadora portátil pensando, con el codo sobre el pupitre y mi rostro reposando sobre mi mano, perdí la mirada en la ventana que estaba por detrás de todo lo que tenía sobre mi escritorio, fueron dos toques a la puerta lo que me hizo girar hacia ella, para luego autorizar la entrada a la única persona con la que vivía y sabía que entraría por aquel umbral.
— Cariño ya llegué ¿Qué tal tu día? — Mi madre ingresó a mi habitación sentándose en mi cama a esperas de mi respuesta.
— De lo más bien mamá, me estoy preparando para la Reunión juvenil de esta noche — Solté un pequeño suspiro — aunque mi cabeza se ha perdido por un instante — Finalice con una voz más ligera.
— ¿Y dónde se perdió ese instante?
Procedí a contarle a mi madre sobre todo lo que pasó desde el incidente en la universidad hasta lo ocurrido en el cumpleaños de Carolina, le mencioné cada una de las sensaciones y pensamientos que deambulaban dentro de mí sobre los últimos acontecimientos. Mi madre y yo tenemos un nivel de confianza en el que todo lo ocurrido nos lo contamos a modo de actualización de nuestra base de datos localizada en nuestro cerebro.
—... y ni siquiera logro entender de dónde salieron todas esas palabras, por un momento perdí mi propio control, como que no hubiese... como que no hubiese sido yo — Susurré la última oración.
— Tal vez no eras tu — Dijo mi madre con una tierna sonrisa en su rostro — ¿Y si Dios fue quien le habló a través de ti? — me quedé sin palabras ante las de ella — Tú siempre te has enfocado en darle a los jóvenes un conocimiento sobre quién es Dios, ayudarlos a conocerlo y así poder guerrear hasta que ellos le puedan en su presencia adorar, tal vez este sea un caso diferente con un mismo propósito.
— ¿A qué te refieres con eso? — pregunté pensativa tratando de encajar sus últimas palabras.
— Pronto tú misma te darás cuenta, Dios es quien te está guiando, él pronto te mostrará — Se levantó de la cama, se acercó a mí y me beso la frente — Esta noche cenaremos pasta — mencionó antes de retirarse.
Entonces mi teléfono sonó haciéndome saber que había llegado una notificación, lo tome y deslice la parte superior para ver de qué trataba, y mi sonrisa se ensanchó al ver el mensaje que tanto estuve esperando.
A pesar de que el número no tenía foto de perfil supe inmediatamente que era Daniel, ya que era la única persona que no estaba entre mis contactos y a la que le había proporcionado mi número telefónico durante los últimos días, lo termine confirmando cuando al entrar en la conversación guarde el numero y este mismo me dio su nombre (Daniel Sáenz) con el emoji de fantasma al final del nombre.
Daniel: ¿Qué tal? ¿Esperabas mi mensaje?
Abigail: Hola ¿Por qué la pregunta?
Daniel: No se, curiosidad.
Abigail: Siendo sincera esperaba me escribieras mucho más antes.
Daniel: Esteve pensando si hacerlo o no, es todo. ¿Podemos hablar en persona?
Abigail: Considerando que te tomó mucho tiempo pensarlo si vienes a la siguiente ubicación esta noche, podemos hablar.
Procedí a enviarle la ubicación; aquella pequeña pantalla que estaba por debajo de mi último mensaje mostraba un punto fijado en ella, aquel pequeño punto decía "Ministerio Cristiano de Illinois" deje el móvil a un lado y me dispuse a prepararme para ir a la reunión juvenil ya que como líder puntual y responsable tenía que estar antes que los chicos.
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Llegué a una esquina del templo a hablar con papá Dios y a encomendar en sus manos todo lo que hiciéramos en el transcurso de la Reunión; esperé, esperé y esperé tanto hasta que la mayoría de los chicos ya había llegado, mi vista estaba interesada en aquella gran puerta con la esperanza de ver a un chico alto, de piel blanca, cabello castaño y ojos oscuros, pero no fue así, saque mi celular para chequear si había visto mi mensaje y efectivamente lo había hecho, sin embargo, no lo respondió, por lo que guarde el móvil para dar inicio a la reunión.
El programa de la noche de hoy iniciaba con juegos competitivos, el grupo ganador definiría una actividad para la próxima Reunión, el equipo que yo dirigía había propuesto una noche de fogata en la montaña, el equipo de Samantha una noche de pelis y otro de los equipos dirigido por Esteban (hijo del pastor) propuso ir de patinaje.
La noche trascurrió de los más divertido, al finalizar con las actividades se dio a conocer al equipo ganador
— Bien, hagamos conteo de puntos — Dijo Esteban acercándose a Samantha y a mi.
— Sam ¿Cuántos tienes tú?
— Los suficientes para ganar — Respondió — tenemos 10 puntos.
— ¿QUÉ? — Se sorprendió Esteban — Nosotros solo contamos con 7 .
— Ya ganamos — Mencionó Samantha a su equipo.
— No cantes victoria, que mi equipo tiene 12 puntos — Choque manos con los chicos.
Saltábamos de alegría al saber que la próxima Reunión sería en lo alto de una montaña con fogata y malvaviscos. Luego de los juegos pasamos a una pequeña adoración, el grupo de alabanza comenzó a entonar unas cuantas canciones mientras el resto nos dejábamos llevar en el espíritu, entonces llegó el momento de un pequeño mensaje que Esteban siempre daba a los jóvenes, y sentí la alegría invadir mi cuerpo con la presencia de la persona que ingresaba por aquella espaciosa entrada teniendo la atención de todos los que nos encontrábamos en el lugar, Samantha sin disimulo me tendió una mirada de asombro y sacudió su cabeza en confusión, entonces se me escapó una sonrisa con tan solo verle ingresar al templo.
— Buenas noches — Dijo haciendo notar su seriedad a kilómetros.
— Buenas noches, bienvenido a la Red Juvenil del Ministerio Cristiano de Illinois — Respondió Esteban dándole la bienvenida con tal carisma que le caracterizaba.
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No Compatibles
RomanceNovela Cristiana. El primer amor de Abigail una vez fue también el de Daniel, pero su fé se quebranto una noche donde la luna estaba completa y brillaba junto a las estrellas, su fé se perdió un día no cualquiera, y nunca pensó que alguien lo guiara...