Dani Sáenz
Una vez llegue a la comisaria no me dieron detalles de mi acusación y mucho menos me permitieron hablar, solo me dejaron en una pequeña celda en donde las paredes grises y la tenue luz que entraba por la ventana con barrotes acentuaban el sentimiento de desolación. Suspire un poco cansado llevándome aquel olor desagradable a humedad y calcetas sucias.
Me senté en la única banca de concreto que había en dicha celda, ahora creo que tenia suficiente tiempo como para reflexionar sobre mi vida y mis decisiones. Había pasado de ser un joven un poco rebelde y alejado de la fe a redescubrir el amor de Dios a través de Abigail. Pero este reciente episodio me hacía cuestionar todo de nuevo. ¿Por qué Dios permitiría que fuera acusado injustamente?
Suspire nuevamente y apoye mi cabeza hacia atrás, mire hacia el techo oscuro y de mal aspecto.
— Señor — murmure — sé que he cometido errores y me he alejado de ti, pero ahora estoy aquí, quebrantado y necesitado de tu ayuda. Te pido poder salir de este problema. Sabes que soy inocente. Ayúdame a mantener la fe y la esperanza en ti en medio de esta tormenta, me he dado a mi mismo una nueva oportunidad hacia la felicidad, no permitas que este hecho sea el acontecimiento de tristeza y amargura una vez mas a mi vida, haz resplandecer la verdad y aleja todo pesimismo de mi, no quiero cuestionarte mas, por favor te lo pido.
Mi madre me decía que la oración podía con todo, con la tristeza, el dolor, el desanimo, la pereza y con cualquier cosa en la vida, que esta era una de las líneas de comunicación mas directas que hay entre nosotros y Dios, y nunca había creído en sus palabras hasta el día de hoy. Sentí como si mi conexión con Dios hubiese sido palpable, como si alguien me abrazara y tocara mi corazón dándome una nueva fuerza que sin importar la situación sabia con seguridad que no estaba solo.
— Amén — Finalice mi oración mientras una lagrima rodo de mi ojo, entonces reí, reí como un loco en medio de la soledad física, pero lleno de una paz y tranquilidad que no tenia hace mucho tiempo.
Un par de horas después, el sonido metálico de las llaves y el estruendo de la puerta de la celda me sacaron de mis pensamientos. Alce la vista vi a mi padre junto a Abigail. Ambos rostros reflejaban preocupación y amor. Mi padre al entrar me abrazo fuertemente, y me daba unas firmes palmadas en la espalda mientras repetía una y otra vez "Hijo sabemos que eres inocente, lo sabemos." Abigail, a su lado, me sonrió con calidez.
— Gracias por venir.
— Estamos aquí para apoyarte — Respondió.
— Hijo la señora Amanda cedió a ser tu abogada defensora, ella cree que tenemos una buena oportunidad de demostrar tu inocencia o al menos llegar a un acuerdo con el joven demandante.
— ¿Pero quien es él papá? ¿Por que me acusa de algo que no he hecho?
— Les quedan 3 minutos — Menciono el oficial a sus espaldas.
— ¿Señor Sáenz me permite hablar estos 3 minutos con su hijo? — Pregunto Abigail.
— Claro, hijo cuídate mucho si? Te prometo sacarte lo antes posible de aquí, veré que nueva información tiene la señora Amanda. Tu no te preocupes ¿ok? — Antes de marcharse me estrecho entre sus brazos fuertemente.
— Te amo papá — Susurre, haciendo que los ojos del hombre se humedecieran y se alejara con una sonrisa en el rostro.
Abi se me acerco
— Dani ¿Sabes quien es la persona que te acusa de vandalismo? — pregunto Abi.
— Por supuesto que no, ¿Quién es?
— Carlos — Mencionó — según él, tu vandalizaste la lapida de su abuela.
— ¿QUE? — Carlos había sido una espina durante toda mi infancia, pero los caminos de ambos se separaron una vez terminamos la escuela. Y cuando nuevamente se cruzo en mi camino aquella noche de fogata, supe que algo malo ocasionaría. — Es un mentiroso, falso, todo en él siempre es falso, por un momento creí en sus disculpas, sabia que algo tramaba ...
— Dani...
— Sabia que me dejaría en mal, que me perjudicaría, nunca debí quitarle los ojos de encima...
— Dani, basta — Entonces me calle — Debes tranquilizarte, y debes contarme como es que ustedes se conocen, ¿Por que te esta acusando de algo que no hiciste? ¿Qué pasa entre ustedes?
— Les queda 1 minuto — Dijo en voz fuerte el oficial.
— Abi, no creo que me de tiempo de contarte todo, pero conozco a Carlos desde primaria, paso toda la escuela perjudicándome y citándome semana tras semana en la oficina de la directora que es ahora su difunta abuela, no lo había visto desde hace un par de años hasta aquella noche en la fogata, nunca me dio buena espina volverlo a ver, y ahora no se cuales sean sus intenciones, pero te aseguro que no son buenas. No se por que me acusa de tales hechos.
— Esta bien, hablare con él, talvez me explique por que esta haciendo todo esto.
— NO — Dije inmediatamente — No te metas con el ¿si? deja que mi padre y la señora Amanda lo arreglen, pero no hables con él, lo conozco Abi y se que puede ser capaz de cualquier locura, no te metas en esto por favor.
— Hora de marcharnos — Abi me dio una mirada antes de salir de la celda, el oficial cerro con llave y me acerque hasta los barrotes metálicos y fríos.
— Dani — Me dijo antes de marcharse — Jehová te dice "No temas porque yo estoy contigo, no desmayes porque yo soy tu Dios que te fortalece y ciertamente te ayudare, siempre te sustentare con la diestra de mi justicia" ¿ok?.
—Ok — Afirme con una sonrisa.
— No dejes de orar — Grito a lo lejos.
Las horas pasaban y cada minuto me parecía eterno, el viento aullaba allá afuera y la lluvia golpeaba con fuerza, me acosté sobre la banca de concreto sabiendo que seria mi única compañía, minutos después me levante a causa de la incomodidad, me paseaba de un lado a otro algo desesperado y con la ilusión de que el tiempo pasara mas rápido y en eso mi cerebro recordó "La oración" claro, debo orar con fervor en busca de tranquilidad.
— Señor — Me arrodille junto a la banca — esta noche te pido que toques el corazón de Carlos, no se cuales sean sus intenciones esta vez, pero no permitas que se levante en contra de mi. Ayúdame a perdonarlo y a encontrar la paz, ayúdalo a él también a cambiar y encontrar su propia felicidad, no permitas que fluya tanta maldad en su corazón. Ayúdame a salir de este lugar, pon tu mano poderosa y calma las aguas, te lo pido de corazón. Amen.
Al terminar mi oración me recosté una vez mas en la banca, recordé lo que Abi me había dicho antes de marcharse "No temas porque yo estoy contigo, no desmayes porque yo soy tu Dios que te fortalece y ciertamente te ayudare, siempre te sustentare con la diestra de mi justicia" el texto resonaba una y otra vez en mi cabeza y poco a poco sentí mis parpados pesados, bostece y a pesar que a lo lejos escuchaba un par de ratas chillar el sueño venció y mis preocupaciones cesaron.
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No Compatibles
RomanceNovela Cristiana. El primer amor de Abigail una vez fue también el de Daniel, pero su fé se quebranto una noche donde la luna estaba completa y brillaba junto a las estrellas, su fé se perdió un día no cualquiera, y nunca pensó que alguien lo guiara...