Capítulo XXXII: Nervios

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Dani Sáenz

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Dani Sáenz

Sin darme cuenta los días pasaron como un torbellino, Abby y yo continuamos viéndonos con frecuencia. Admito que cada día ambos encontrábamos alguna muy buena excusa para poder vernos, ayudarla con labores en la iglesia, acompañarme por unos cuantos repuestos de los vehículos que reparaba mi padre, acompañarla a la biblioteca de vez en cuando, pedirle ir a la feria con los chicos por que ellos insistían o simplemente dar un paseo. No es que necesitáramos una razón, pero ella sabía cómo hacer que las cosas también parecieran más naturales.

Una mañana, organizamos un viaje con los chicos al bosque de Pulaski Sur (Pulaski Woods) para andar en bicicleta. Así que en compañía de Santi, Caro, Sam, y ahora Esteban, David y Jonathan, que por cierto miraba con mas frecuencia; tomamos la marcha, y al llegar al lugar una brisa suave nos recibió haciendo que todo a nuestro alrededor se sintiera más liviano.

Mientras bajábamos las bicicletas de la pick up y nos adentrábamos en ellas al bosque, Abby no dejaba de hablar sobre las pequeñas cosas que la emocionaban: las flores esparcidas por el sendero, las hojas que caían de los arboles, el canto de los pájaros a nuestro alrededor, el soplo del aire fresco, y cómo todo eso le recordaba la fidelidad de Dios en cada temporada de la vida. Yo la escuchaba en silencio, dejándome llevar por su entusiasmo y admirando cada que podía lo hermosa que era mientras tenia esa sonrisa en el rostro; aunque una parte de mí seguía lidiando todos estos días con mis propios pensamientos, aun no sabia de que manera contarle a Abi lo de nuestros padres, todas las noches me costaba mucho conciliar el sueño y me proponía a la mañana siguiente decírselo en cuanto la viera, pero una vez estando frente a ella las palabras no salían de mi boca y era mucho mas difícil de lo que parecía. En la vida muy pocas veces he tenido nervios y siendo franco, jamás me había puesto tan nervioso como cuando deseo poder hablar con Abby del tema. 

Se dan cuenta de que mañana recibiremos la respuesta de la universidad ¿verdad? — comentó Samantha, rompiendo el silencio.

Sí, lo he estado pensando. — respondió Abby, tratando de no mostrar lo ansiosa que podía estar por dentro.

Deberíamos de reunirnos todos y así conocer el resultado mientras estamos juntos, ¿Qué les parece? — Propuso Santi, mientras nos sentamos en una de las bancas que estaban en el camino.

Cada uno estuvo de acuerdo con dicho plan. 

Ustedes no se preocupen yo se que todo saldrá bien, Dios esta a su favor eso esta claro chicos — Menciono Esteban.

Lo dice solo por que él ya esta dentro desde hace un par de años — Dijo Jonathan. 

Cierto, porque cuando le entregaron su resultado le temblaban hasta las manos — Se burlo David.

Ya basta, era animarlos no asustarlos chicos — Dijo Esteban en respuesta, mientras todos nos reíamos. 

Me da un poco de miedo... — admitió Samantha después de un rato — ¿Y si no nos aceptan?

Si no nos aceptan, será porque Dios tiene algo mejor para nosotros. — respondió Abby intentando sonar segura.

Al escuchar sus palabras deseaba que me compartiese un poco de esa seguridad que trasmitía para también contarle sobre lo acontecido estos días, mi mayor temor era que cuando le contase lo ocurrido se sintiera mal o culpable de tal hecho que se alejara de mi, cuando en realidad no debía. No quería hacerla pasar un mal rato y mucho menos después de saber cuanto quiso a su padre a pesar de su ausencia. Tampoco estaba dispuesto a dejarla alejarse cuando fue y sigue siendo ella quien me mantiene tan en paz y cerca de Dios, a veces siento como si ella fuese mi intercesora, la persona a la que le puedo contar abiertamente mis sentimientos y emociones sin ningún miedo a parecer vulnerable, débil o juzgado. 

Después de un momento tomamos nuestras bicicletas nuevamente y seguimos andando, dejando que la conversación se desvaneciera mientras nos sumergíamos en la belleza y grandeza del bosque. 

A la mañana siguiente habíamos acordado reunirnos en el Caffe Paradiso para descubrir todos juntos los resultados. Cuando llegue al lugar el ambiente era mas acogedor de lo que ya parecía, los chicos se encontraban justo en un rincón que se notaba bastante cómodo en la cafetería.

¡Ey! ya estas aquí hermano — Se levanto Santi para darme un apretón de manos en bienvenida. 

La mesa estaba conformaba por 6 sillas, junto a Santi estaban Carolina y Sam quienes ya me habían acostumbrado a saludar de beso en la mejilla, al lado de Sam habían dos sillas mas, en una de ellas estaba puesto un bolso café junto a una bufanda que reconocía perfectamente, blanca con un bordado de una cruz junto a unos girasoles. Saber que llevaba aquel pequeño obsequio provocaba en mi una extraña mezcla de emociones, era totalmente absurdo el saber que me pusiera tan contento ver con ella ese detalle. Y mientras lo observaba, no pude evitar sonreír.

Me la quite para ir al baño — Dijo Abi ante su llegada nuevamente a la mesa, mientras tomaba en sus manos nuevamente la bufanda y se la colocaba. 

¿Te he mencionado antes, lo bien que te ves usándola? — Me senté justo a su lado.

Creo que un par de veces — respondió, con una sonrisa tímida.

Tengo que mencionar que la primera vez que te vi se me hizo super molesta una bufanda de rayas multicolor que llevabas puesta, y cada vez que la veía me hacia recordar a nuestro primer encuentro, incluso te di un apodo.

¿A si? — pregunto entre risas — ¿Y cual es? 

Eras la chica de la bufanda.

Y lo sigo siendo — Dijo mientras acariciaba su nueva bufanda — ¿Entonces pensaste que no tenia mas y por eso decidiste regalarme una? — Levanto una ceja y cruzo los brazos fingiendo estar ofendida. 

No, claro que no, solo es que ... — replicaba nervioso.

Abby estallo de risa 

Acertaste, porque no tenia mas bufandas Dani, la verdad era la única — dijo mientras tomaba de su frappé — de hecho mi padre fue quien me la regalo, me gusto tanto que olvide por completo algún día reemplazarla. 

Mi corazón se estremeció.

No quise reemplazar el regalo de tu padre Abby.

Oh no tranquilo, no lo digo en ese sentido. Se que no trataste de reemplazar mi bufanda, tu ni siquiera sabias que me la obsequio mi padre . 

No reemplazaría nada que tenga que ver contigo Abby, lo sabes.

Lo se Dani, no te preocupes de verdad, lo que cuestione fue en broma.

¡OH POR DIOS! ¡OH POR DIOS! — expreso Santi de un salto frente a la computadora.

¿Hermano que pasa? Me haz pegado tremendo susto. — Dije en dirección a Santiago.

Los resultados acaban de llegar, han sido publicados — Respondió.

¡Dani! — exclamó Abby, con una mezcla de emoción en su voz. 

Todos en la mesa procedimos a sacar el celular y entrar a la pagina oficial de la universidad en donde se mencionaba sobre un correo que llegaría de manera personal a cada estudiante. Por un momento, no supe si quería abrirlo o no.

¿Acaso realmente esto asegurara mi futuro? Ni siquiera tenia muy en claro lo que quería y creo que esa es la razón por la que tengo cero nervios o algún sentimiento ante mi propio resultado.

¿Lo abrimos juntos? — pregunte.

Todos en la mesa asintieron. Así que tomando un profundo respiro e inconscientemente la mano de Abby, estaba listo.

A la cuenta de tres — Mire a Abby quien a diferencia de mi se encontraba un poco nerviosa — Uno, dos y tres...

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