Capítulo XI: Monopoly

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Abi Jara

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Abi Jara

Mientras íbamos de camino a casa de Carolina procedí a enviarle un mensaje a Samantha mencionándole que llegaría antes de lo esperado ya que Daniel se ofreció a llevarme y que luego le contaría todos los detalles; el camino fue bastante rápido o al menos así lo sentí después de bromas y pequeñas charlas durante el trayecto, al parecer la tarde de hoy fue lo suficientemente buena como para formar una conexión más cercana con Daniel y eso me satisface aún más de lo esperado en él.

En cuanto llegamos Santiago recibio con un cálido saludo a Dani y la impresión ante mi presencia se podía notar a kilómetros, aunque tal vez no era tal hecho lo que le impresiono si no el que llegara junto a Daniel, parecía pedirle una explicación al chico mientras trataba de ocultar todo aquello bajo una sonrisa nítida.

- Caro la invito - Dijo como si pudiese leerle la mente

- Claro, bienvenida ... - dice en espera de mi nombre.

- Abigail, pero puedes decirme Abi - Le digo extendiéndole la mano, pero él me estrecha entre sus brazos para darme un abrazo, así que se lo devuelvo.

- Bien Abi, esperaba verte con tu amiga la peli roja ¿Cómo es que se llama? - Pregunta mientras nos adentramos a la casa.

- Samantha - Responde Carolina mientras termina de bajar los últimos dos escalones de las escaleras - Bienvenida Abi - Dice la rubia dándome un cálido abrazo que al parecer ya es de familia.

- Muchas gracias por invitarnos, Samantha debe estar por llegar - Digo a Carolina y al mismo tiempo a su hermano - Lo que pasa es que tenía algunas cosas por hacer y quedamos en vernos acá, pero he llegado antes ya que Dani se ofreció en traerme - Ambos abren los ojos como platos y voltean en dirección a Daniel.

- Con que Dani se ofreció - Dice Carolina muy sorprendida - Algo jamás visto - Entre cierra los ojos mientras Dani los pone en blanco.

En eso el timbre suena y Santiago salta ofreciéndose a abrir, veo entrar por el umbral a Samantha que carga con un par de bolsas mientras es recibida por todos en la habitación excepto Dani, como era de esperar.

- ¿Has traído lo que te he pedido? - Pregunta Caro en Dirección de Samantha.

- Así es - responde extendiéndole una de las bolsas con lo que parece ser un juego de mesa.

- Bueno chicas - Dice Santi levantándose del sofá - Nosotros nos retiramos a la habitación para dejarlas solas.

- Ni lo sueñes Santi - Le frena Caro haciendo que tanto Santi como Dani crucen miradas algo confundidos - Tú y Dani jugaran con nosotras esta noche.

- ¡¿Que?! - Preguntan ambos simultáneamente.

- ¿Y que se supone que vamos a jugar? - Pregunta Dani algo desilusionado.

- ¡¡MONOPOLY!! - Chilla Caro mientras saca de la bolsa el juego de mesa para enseñarlo como si fuese un trofeo.

- Por favor debe de ser una broma - Exclama Dani mientras se acomoda en uno de los sofás frente a la mesa.

- Esta noche quien sea el más millonario de todos nosotros tendrá derecho a pedirnos lo que sea - Explica Caro colocando el juego y todas sus piezas en la pequeña mesa situada en medio de todos; Sam y yo intercambiamos unas cuantas miradas mientras observo de reojo a Dani quien al parecer tiene una pinta algo engreída.

- Pues pensare que pedirles porque siempre he sido el mejor jugando este juego - Presume Dani.

- Pues no nos subestimes - Digo tomando la atencion de todos en la habitación - A mí me encanta la competencia.

- Uhhh - Se burla Santi.

- Entonces que gane el mejor.

Ambos nos quedamos viendo fijamente mientras cada uno toma la figura con la que jugara, Samantha toma el zapato, Santiago el barco, Carolina el sombrero, Daniel el auto y yo el perro, antes de empezar Santi se ofrece a traernos refrescos y algunas golosinas para picar, Sam se ofrece a ayudarme; cuando el juego comienza la incertidumbre de saber que será lo que Dani pedirá, si es él quien gana el juego me quema, en realidad no me gusta competir contra nadie pero tampoco quería dejarme, entonces comienzo a dudar si soy realmente buena en este juego con tan solo empezar.

Tras la compra de varias propiedades, el pago de alquileres e impuestos, idas a la cárcel, una que otra carta de suerte o de la caja de comunidad y de declararse tanto Caro como Sam en Banca rota, decidimos dar por terminado el juego y contar quien tenía más dinero; Daniel parecía tener una cantidad de billetes bastante considerable, pero para mí sorpresa tenía un par de billetes más que el así que la ganadora había sido yo, ya que Santi contaba con mucho menos dinero que ambos.

- Y bien señorita engreída - Dice Dani mientras frota sus manos entre si - ¿Qué es lo que nos pedirás hacer?

- Pues... - La verdad es que ni siquiera sé que pedirles y mientras más lo pienso, más complicado se torna el asunto.

- Apuesto a que ni siquiera sabias que pedirnos porque no pensabas ganar - Se levanta del sofá con una sonrisa triunfante.

- Si que lo sé - Digo al instante viniéndoseme una idea a la cabeza.

- Entonces dinos - Dice mirándome fijamente.

- Este próximo sábado todos vendrán a la actividad juvenil de nuestra iglesia.

Entonces escucho a Sam chillar de felicidad y en seguida procede a dar todos los detalles.

- Va a ser grandioso, iremos a lo alto de la colina a hacer una fogata, cantar alabanzas, leer la palabra, contar anécdotas y ...

- Ni lo sueñen - Dice Dani en tono frio mientras frunce el ceño.

- Hermano no suena tan mal - Dice Santi.

- No iré a sus actividades cristianitas y punto - Responde más alterado de lo normal - ya me cansé de que intentes meterme en tu religión - grita en mi dirección - me canse de que trates de hacer lo que sea que estás haciendo conmigo - Veo subir y bajar su pecho tratando de controlar su respiración.

- Dani está bien cálmate por favor - dice Carolina algo avergonzada.

- Lo siento mucho yo solo quería ...

- Te pediré que no intentes acercarme a aquel que me ha hecho mucho daño - Dice más calmado, pero en tono grave y bajo una mirada jamás conocida; veo como se da media vuelta y se echa a andar en dirección a la puerta.

- Pues yo te pediré que no te vuelvas a acercar a su hija - las palabras salen de mi boca sin poder retenerlas, pero esta vez no me arrepiento de ellas. Le veo darse media vuelta con la boca abierta como si le impactara lo que le acabo de decir y entonces las lágrimas amenazan por salir de mis ojos, por lo que tomo mi bolso y salgo por el umbral de aquella casa que en tan poco tiempo me ha ocasionado variedades de sentimientos.


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