Capítulo XII: Orgullo

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Dani Sáenz

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Dani Sáenz

No quise saber más de ella desde esa vez que salió por aquella puerta dejándome congelado sin saber que hacer o decir, en el transcurso de la semana recibí un par de llamadas por parte de Abi, pero no respondí a alguna, no tenía el interés, no quería, mejor pase la mayor parte de la semana siendo regañado por Santi y Caro quienes querían que fuese a buscar a Abigail para disculparme con ella o que al menos le devolviera las llamadas, hecho que jamás pasaría. A pesar que no deje de pensar en cómo había tratado a Abigail, me negaba a tener la culpa de todo cuando en realidad sentía que no la tenía, trate de olvidarme de la situación mientras me dedicaba a ayudarle a mi padre en su taller ubicado en el garaje de casa, lugar donde pase toda la semana.

— Dani tengo que ir por unas piezas que he encargado, no tardo — dijo mi padre poniéndose una chaqueta.

— Esta bien — Dije mientras me encontraba debajo de uno de los vehículos en reparación.

No pasó mucho tiempo cuando escuche los pasos de mi padre ingresar nuevamente al garaje por lo que pregunte curiosamente y en tono algo irritante si se le había olvidado algo, pero para mi sorpresa no era mi padre.

— Buenos días — Escuche la voz de la señora Antonia, por lo que salí debajo del vehículo y me reincorpore.

— Como puede ver mi padre no se encuentra, puede esperarle o venir más tarde — Dije mientras me adentraba a tomar un pañuelo y procedía a limpiar mis manos llenas de grasa; después de una semana espantosa (como cada día de mi vida) no estaba de buen humor.

— No he venido a ver a tu padre, sino a ti Dani — Respondió en un tono tan dulce que por más que tratara de aborrecer me encantaba sin saber. Sus palabras hicieron que le viese a los ojos, suspire y en un tono más tranquilo le invite a pasar dentro de casa por un café.

— Señora Antonia, soy todo oídos — Dije mientras nos encontrábamos en la sala con un café entre manos.

— Antes que nada, quiero disculparme por haber venido de repente.

— El que tiene que disculparse soy yo por haberle recibido de mala manera — dije interrumpiéndole — esta es su casa y es por lo tanto bienvenida las veces que quiera venir, así como usted me lo dijo una vez estando yo bajo su techo.

— No tienes porqué disculparte, he venido a hablar contigo sobre lo que paso con Abi — Sus palabras me caen como agua fría, sin embargo, es algo que venía venir desde que se adentro en el garaje — Me ha contado lo que pasó el fin de semana después de que se marcharon de casa y lo que te dijo antes de marcharse créeme que no ha sido en serio.

—No sé si fue en serio o no señora Antonia, pero yo creo que es lo mejor.

¿Es lo que crees o lo que sientes? — la respuesta a su pregunta no llego a mi — Sabes Dani, creo que eres un chico estupendo, en el fondo muy encantador, pero bastante orgulloso, no creo que sientas que lo que haces es lo mejor - hizo una pausa y prosiguió, mientras yo tragaba grueso — El orgullo no te deja nada bueno, hace que pierdas todo lo mejor que tienes y has creado en un abrir y cerrar de ojos, hace que pierdas tu propia tranquilidad, gente a la que realmente le importas, grandes oportunidades e incluso hace que te pierdas tú mismo.

— Con todo el respeto que usted se merece señora Antonia, déjeme decirle que no me considero una persona orgullosa — respondí — y si lo soy no tengo cómo cambiar, soy así y no puedo ser de otra forma.

—Tú no eres así Dani — negó — eres todo lo contrario a lo que tratas de mostrar y de eso no tengo duda alguna — suspiro mientras dejaba a un lado la taza de café que tomaba entre sus manos en la mesa frente a ella — no quiero quitarte más tiempo, solamente vine para que sepas que lo que Abi te dijo fue con la intención de que recapacitaras, todos sabemos que no te haría mal volver nuevamente a los pies de cristo — baje la mirada ante sus palabras — y es lo que Abi pretende, que todo ese dolor que sientes, ese dolor que es el causante de esa falsa persona que eres desaparezca de tu vida, puedo asegurarte que si vuelves serás nuevamente feliz, y podrás llenar cada una de tus dudas y desaparecer cada uno de tus miedos, solo piénsalo.

— ¿Quiénes son "todos" los que saben que no me haría mal volver nuevamente al lugar al que siento que ya no pertenezco? — pregunte antes de que se marchase.

— Abigail, tu padre, tus amigos, yo y por supuesto ... — hizo una corta pausa — Dios — dijo bajo una dulce sonrisa que me brindó antes de salir de casa — Nos vemos pronto Dani — fueron las últimas palabras que intercambió. 

Había algo que me inquietaba, desconocía si eran sus palabras o el hecho de que sentía un ataque de ansiedad llegando como de costumbre, con las manos temblorosas y el corazón acelerado saque de mis bolsillos un cigarrillo, me encamine tembloroso hacia afuera, tome el encendedor y encendí el cigarrillo que invadía mis pulmones, pero controlaba mi cuerpo, mientras tanto saque mi celular y revisé el registro de llamadas donde se encontraba el nombre "Abi Jara" encabezando la lista, entonces recordé las palabras de su madre "El orgullo no te deja nada bueno, hace que pierdas todo lo mejor que tienes y has creado".

Salí del registro de llamadas en cuanto recibí la notificación de un mensaje de Abi en donde me enviaba la invitación de la tarde de fogata del día de mañana, en la imagen se mostraba la hora, el lugar y las actividades que se realizarían, la imagen estaba acompañada de un mensaje escrito que decía "Te llevo en mis oraciones de cada noche, con la fe de poder verte ahí" sin pensármelo dos veces fui hacia los mensajes buscando el nombre de Santi y en cuanto lo encontré le escribí.

Dani: Hey hermano.

Santi: Como que ya te tardabas mucho en hablar ¿Qué hay hermano?

Dani: Lo siento estaba ocupado, ¿Cómo te viene acompañarme junto a Caro mañana a una tarde de fogata?

Santi: ¿QUE, QUE? ¿Acaso es la misma tarde de fogata que rechazaste el domingo pasado?

Dani: Esa misma.

Santi: Me alegra que cambiaras de opinión, nosotros con gusto te acompañamos, ¿Avisaste a Abi y Sam?

Dani: No, nuestra llegada será una sorpresa, sorprenderé a la chica de la bufanda.

Sin esperar una respuesta guarde mi celular, a lo lejos vi a mi padre venir así que apague el cigarrillo que tenía entre dedos y me introduje al garaje para continuar con mis deberes.

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