Capítulo XIV: Guitarrista

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Dani Sáenz

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Dani Sáenz

Escuché a un par de chicos hablar y reír entre una melodía muy familiar, al parecer la de una guitarra, así que me frote los ojos para despertar por completo y salí de la casa de campaña, ambos chicos me miraban algo apenados y se disculparon por el hecho de haberme despertado.

— No pasa nada — respondí; el antiguo yo sé habría enojado mucho, sin embargo, la noche anterior la había paso muy bien y debo admitir que está gente por alguna razón me da serenidad — David y Jonathan ¿cierto?

— Así es — Respondieron al unísono.

— ¿Qué trataban de tocar? — pregunté señalando la guitarra.

— Pues pensábamos entonar toneladas de alabanza, pero creo que aún no llegamos a las notas exactas.

— Es más fácil de lo que parece — respondí sin pensar, ambos me miraron con sorpresa y de ellos resplandeció una sonrisa como esas de los comerciales de pasta dental.

— ¿Tocas la guitarra? — Pregunto Jonathan.

— Oh no, bueno si o eso creo — tartamudee, tenia tiempo de no tocar y eso me ponía algo nervioso — Bueno hace mucho que no la toco en realidad.

— Pues deberías hacerlo ahora, lo que bien se aprende nunca se olvida — Dijo David extendiéndome la guitarra, sin embargo, dude en tomarla.

— No creo que recuerde como tocarla — Mentí.

— Parecías muy seguro de saber cómo hacerlo, vamos amigo no tengas vergüenza estamos entre familia — Volvió a mover ligeramente la guitarra para que la tomase y accedí, quise decirle que no se refiriera a mi como su amigo, pero retuve mis palabras ya que me parecía descortés y ambos me habían caído muy bien la noche anterior.

Apreciaba y amaba tener la guitarra entre manos, era demasiado hermosa, me sentía nervioso y emocionado al mismo tiempo, la última vez que toque una guitarra fue la noche después de haber enterrado a mi madre, ella me compro mi primer y última guitarra para que algún día pudiese entrar como músico a la iglesia, sin embargo, después de todo lo sucedido esa noche me prometí jamás tocar una y aquí estoy sosteniendo y a punto de tocar nuevamente después de tanto tiempo.

— Llamaré a los demás — Salió corriendo Jonathan del lugar.

— Deberías venir más seguido — Me dijo David mientras se sentaba a mi lado en el tronco que rodeaba la fogata ya desecha de la noche anterior — Nos serviría tener a un guitarrista experto en el grupo.

¿Me estás ofreciendo ingresar como guitarrista? — Pregunte

Así es — Afirmo entusiasmado.

— De eso nada, tocare solo por esta vez, pero estoy en contra de tu propuesta 

Solo piénsalo — Menciono David. 

En eso ingresaron los demás chicos lo cual agradecí en el momento.

— Abby haz lo tulló — Dijo Jonathan haciendo que mi vista recorriera hacia aquella chica quien perdió la mirada en mí y la guitarra que tenía en manos, me dirigió una leve sonrisa junto a una cabezada haciéndome saber que empezara a tocar.

Entonces sin dar más rodeos mis manos comenzaron por si solas a tocar aquella majestuosa alabanza que inundaba todo el lugar, un par de chicas sonaban unas panderetas al ritmo de la melodía y por un instante aquellos momentos de felicidad volvieron a mí, los recuerdos de mi padre junto a mi madre mientras estábamos en la iglesia me inundaron, esta misma alabanza era la que mi padre ponía en su coche todos los domingos rumbo a la iglesia mientras mi madre la cantaba muy alegremente.

— Amanecer con la textura suave y fresca de tu voz ... — Puedo decirles que mis ojos se cristalizaron al oír a Abigail cantar, no sabía cuan bien lo hacía, ni siquiera pensé que cantaba, pero su voz no tiene comparación — Y quisiera confesarte que tengo toneladas de alabanza que darte ... — Miraba a mi alrededor y podía ver el regocijo de todos en el lugar, unos aplaudiendo, otros alzando sus brazos en adoración e incluso Santiago y Carolina estaban disfrutando tanto que se me escapo sin querer una sonrisa de los labios, pero aquella chica que estaba delante de todos era increíble, ella, su voz, su forma de disfrutar, el cantar, verla sonreír e incluso ver cómo me dirige miradas llenas de aprecio y mucha alegría; no podía evitar disfrutar este momento que alguna vez en la vida espere vivirlo. Cuando estaba pequeño quería ser uno de esos adolescentes que iban a los retiros y actividades, quería ser uno de los músicos arriba del púlpito, quería ser alguien muy diferente a la persona en la que me trasforme.

— Pero que buen comienzo muchachos — Dijo el pastor luego de aquella adoración — Dios ha sido maravilloso y nos ha permitido a todos disfrutar de esta actividad, así que vamos a orar para recoger todo e irnos, antes quiero agradecerles a los muchachos por haber venido y espero que no sea la última vez que podamos verlos por acá, tienen mucho talento y del bueno — Dijo en dirección de Santi, Caro y mi persona — Inclinemos nuestro rostro vamos a orar...

Cuando el pastor termino la oración nos dispusimos a recoger nuestras cosas e irnos del lugar, andábamos en la pick-up de mi padre así que me ofrecí a llevar algunas de las cosas en ella.

— Dani — Dijo Abi detrás de mí, por lo que gire para verle — Hola

Hola — respondí.

— David me ha contado sobre la propuesta que te ha hecho hace rato — dijo sin mirarme, mientras jugaba con sus dedos.

 Que rápidos son  — proseguí subiendo las cosas a la pick-up — me imagino que también te ha dicho mi respuesta.

— Si y me parece absurda — se recostó a la pick-up — Tienes demasiado talento Dani no sirve de nada que lo tengas guardado, serias un estupendo guitarrista.

Tu lo has dicho "seria" — Dije poniendo toda mi atención en ella.

— Pues piénsalo, talvez está sea una oportunidad para serlo, no querrás que Dios te quite el gran Don que te ha dado.

— ¿Qué me vas a recordar? ¿La parábola de los talentos?

— No, pero ya que la conoces deberías releerla — Dijo y se apartó para marcharse — Mateo 25:14 Dani — dijo recordándome, me sonrió antes de marcharse.

— Abi — la detuve antes que se fuera del todo, volteo y me observo en espera — Gracias.

— ¿Por? — Pregunto extrañada.

— Por invitarme — finalice y por un momento sentí mi cara arder de la vergüenza, este no era yo.

— Gracias a ti por venir — dijo con esa sonrisa que no pude evitar ver y así mismo observe como se marchó.

Proseguí subiendo varias cosas a la Pick-up cuando mi vista se fijó directamente en aquel chico que estaba a unos escasos metros de distancia hablando con los mellizos muy sonrientemente como si fuera la persona más buena y divertida que existiera, nuestras miradas se cruzaron y ahí estaba él, siendo un Carlos distinto al de hace varios años, por mi mente pasaron dos opciones o realmente cambio o aparenta ser una muy buena persona.

Toneladas de Alabanza - Rolando García 

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