Capítulo VI: Ira

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Dani Saenz

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Dani Saenz

Tiempo atrás...

Octubre del 2010

Estaba castigado por haber reprobado un par de materias, mis padres eran muy estrictos cuando se trataba de la escuela, mi castigo fue pasar la tarde del sábado en mi habitación realizando cada una de las tareas que me habían asignado para el lunes, estaba sin permiso para salir a jugar ni aunque terminará mis deberes antes; entonces escuché el sonido de pequeñas piedras impactando la ventana, corrí hacia ella para ver el rostro sonriente de Santiago quien esperaba con un par de bicicletas a su lado, quite el seguro de la ventana y con toda la fuerza posible trate de levantarla, aquella ventana necesitaba de mantenimiento ya que rechinaba y requería de fuerza para poder ser abierta.

— ¿Salimos a andar en bici? — Preguntó — Esta vez te daré la que quieras.

No puedo Santi — Dije en tono triste — Hago mis deberes y estoy castigado, reprobé dos materias.

¿Qué? — Dijo viéndose afectado — Pero íbamos bien.

 Querrás decir "ibas" bien — Dije quedándome clavado en una traviesa idea — Pero está bien, quiero la roja — Señalé una de las bicicletas que tenía a su lado.

 En cuanto te levanten el castigo iremos y te daré la roja — Se dio media vuelta y se dispuso a andar.

— No, espera — Lo detuve y le vi girar nuevamente — Iremos ya — Me disponía a salir por la ventana.

— Estas loco Dani, apuesto a que ni siquiera has terminado los deberes.

Pues... — volteé en dirección a la pequeña mesa que hacía de escritorio en la habitación para contemplar aquel desorden — No, pero ... — Sonreí maliciosamente e hice énfasis en ese "pero" ya que ambos sabíamos perfectamente lo que significaba (desobediencia).

No Dani, ni se te ocurra escapar sin antes haber terminado.

— Pero santi... — Insistía en tono desesperante — no entiendo nada de la suma y resta de fracciones, mejor vamos a andar en bici y al regreso lo termino — Suplicaba para que aceptara.

— Nada de eso, tírame el cuaderno y un lápiz, la hare por ti.

¿Enserio Hermano? — Me llene de felicidad.

Si, no pierdas tiempo.

Tomé mi cuaderno y un lápiz y se los lance por la ventana, Santiago dejo ambas bicicletas en el suelo y se sentó junto a ellas de piernas cruzadas, le veía desde lo alto mientras estaba atento a la puerta por aquello que mi madre o mi padre entrarán, unos cuantos minutos después le vi levantarse al mismo tiempo que escuche unos pasos a mis espaldas, asustado le ordene que me tirara nuevamente el cuaderno y lápiz para que luego se escondiera en caso que se asomasen por la ventana, me apresure a sentarme cuando vi a mi madre abrir la puerta.

— Cariño tengo reunión de damas esta noche en el templo, termina tu tarea y cenas con tu padre, no me esperen — Dejo un beso en mi mejilla — Te amo, ora antes de dormir.

Esta bien ma — Le dije y le vi desaparecer por aquel Umbral.

Me apresure a Cerrar la Puerta y deje una pequeña nota en mi escritorio junto a todas las tareas que decía "Ya terminé mis deberes, voy a jugar con Santiago, lo siento pa, me disculpare con papá Dios esta noche por desobedecerte" Salí lo más rápido por aquella ventana, bajando unas escaleras que mi padre había dejado hace varios meses a un costado de la pared junto a mi ventana y salimos del patio trasero en Dirección a la calle.

Santi y yo vacilábamos mientras movíamos más rápido nuestras piernas aumentando la velocidad, nuestros recorridos eran en cierta parte del barrio, evitábamos pasar frente a casa, entonces se nos ocurrió ir a una parte del barrio en donde no transcurría mucha gente y mucho menos vehículos ya que contaba con una calle cerrada, quien entraba en ella tenía que salir de reversa; ingresábamos por un pequeño callejón que conectaba a la calle y frene de golpe cuando vi a mi madre montarse en un Toyota Celsior 2006 de color negro, se me hacía extraño y quede en shock cuando le vi besar al hombre frente al volante, Santi decía algo a mis espaldas que no pude comprender en ese instante.

El vehículo arrancó y salió del lugar, entonces me llene de ira e inconscientemente decidí seguirlos, Santiago proclamaba y trataba de retenerme para que no fuéramos detrás de ellos, pero en ese momento no existía nada ni nadie que me detuviera, el vehículo salía del barrio y trascendía a una carretera muy transitada y peligrosa para un par de niños de once años en bici; veía el vehículo de lejos y podía notar como mi madre acariciaba con tanto amor la nuca de aquel hombre frente al volante, entonces él le tomó la mano y depositó un beso en ella sin percatarse que estaban aproximándose a un cruce.

Escuche la fuerte bocina de un camión y frene con violencia haciendo rechinar las llantas de la bicicleta ante el impacto de aquel camión contra el Toyota Celsior, en ese momento mi ira desapareció; pánico, angustia y ansiedad eran los nuevos sentimientos que invadieron mi cuerpo ante aquella escena, escena que debí evitar ver si tan solo no hubiera aparecido aquel énfasis en el "Pero" insistente para salir de casa, la desobediencia trae consecuencias y entonces el pánico comenzó a incrementar en mi pecho, me oprimía y asfixiaba. 

Y así fue como aquella noche iluminada por la luna y la oscuridad invadió el espíritu resplandeciente de un niño de once años, un niño que nunca pensó volver a ser el mismo.

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