Dani Sáenz
El día había sido agotador, por la tarde fui con la señora Amanda a la comisaria como le había prometido, el oficial mencionó hacerse cargo del asunto y proceder con la orden de alejamiento hacia Carlos.
Llegando a casa descanse el poco tiempo que tenia libre y antes de las 6pm me preparaba para la cena, abrí el armario en busca de una de mis chaquetas, note que tenia muy poca ropa por lo que tenia que lavar en cuanto pudiera. Saque mi chaqueta azul y al ponérmela recordé aquella noche en la que, Abigail y yo fuimos atrapados en la biblioteca de la universidad, fue una noche intensa, llena de emociones y secretos. Sonreí como un tonto mientras me miraba al espejo.
Pero entonces palpe el bolsillo interior y sentí el crujido de algo similar a un papel. Saqué brevemente dicho contenido y mi corazón se encogió al recordar lo que representaba: la fotografía de mi madre con otro hombre, el secreto que había destrozado a mi familia y en muy cierta parte a mi.
Guardé la foto nuevamente en el bolsillo cuando escuché a mi padre llamarme desde la puerta.
— Dani hijo, yo me iré antes, te dejo las llaves de la camioneta en la mesa junto al sofá, pasare a buscar unas cosas al supermercado y los veré allá.
— Esta bien papá — respondí, mientras me aseguraba de que la foto quedara bien oculta nuevamente en mi bolsillo.
— Maneja con cuidado — Lo escuche decir mientras se marchaba.
Termine de alistarme lo mas pronto posible dejando a un lado los malos pensamientos, no valía la pena que nada arruinara esta noche, después de estar tras las rejas y pasar un mal rato, no valía la pena cambiar de ánimos por una simple foto.
Había prometido pasar por Abigail a su casa para ir juntos a la cena. Cuando llegué, su madre me hizo pasar a la sala para esperar a que Abi terminara de arreglarse. Me senté en el sofá, intentando relajarme después de todo lo que había pasado ese día.
— Pensé que el señor Sáenz también vendría a la cena — dijo la madre de Abigail sentándose en otro sofá junto a mi para hacerme compañía.
— Oh por supuesto que nos acompañara, el ya debe estar metiendo las manos en alguna bandeja de queso o carne — Rei de tan solo conjeturar.
— Ay Dani querido, perdóname — reía hasta casi lagrimear — es que hasta puedo imaginármelo.
— No se disculpe señora Antonia, esa es la verdadera esencia de mi padre. El salió antes de casa, tenia que pasar por el supermercado.
— Ahora comprendo, permíteme un momento hijo, necesito limpiar mis lagrimas, no puedo ir así a la cena, al parecer me he reído muchísimo — Se levanto y salió de la sala.
Mientras esperaba, mis ojos se posaron en cada una de las fotografías que adornaban las paredes del lugar. Había estado en casa de Abigail un par de veces, pero nunca me había detenido a observar con detenimiento las fotos que adornaban el lugar y las estanterías. De repente, una en particular captó mi atención: era una foto de Abigail, su madre y un hombre. Mi corazón se detuvo por un instante al percatarme en el ultimo rostro que había visto en aquel retrato.
Sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Inconscientemente, llevé mi mano al bolsillo de mi chaqueta, palpando el trozo de papel fotográfico que tenía guardada allí. Sin siquiera verificar sabia perfectamente que el rostro del hombre en el retrato de la sala coincidía perfectamente con el hombre en la fotografía con mi madre. Mi corazón comenzó a latir a mil por hora, y una sensación de aturdimiento se apoderó de mí.
¿Cómo podía ser posible? El hombre con el que mi madre había engañado a mi padre, el hombre por el que mi madre había destrozado a su familia, era muy posiblemente el padre de Abigail. Todo se volvió borroso por un momento mientras intentaba procesar lo que estaba viendo. Me acerque a aquella fotografía en la pared y mientras la observaba pasaron tantas cosas por mi cabeza que por un momento sentí como si el mundo a mis pies se hubiera detenido.
— Es una de mis fotos favoritas — Escuche decir a Abi a mi espalda mientras se acercaba — Mi padre siempre fue muy especial para mí.
Sentí un nudo en el estómago.
— No era un padre perfecto — prosiguió — pero siempre trato de hacerme feliz, aunque... — vacilo — hubiese deseado que no cometiera tantos errores.
— Por ejemplo...
— Por ejemplo, hubiese deseado que pasara mas tiempo conmigo y que no hubiera llenado sus vacíos con regalos. — Completó. — o que hubiera enfrentado la verdad y así no hubiera salido a base de mentiras de casa aquel día. Mi papá engaño a mi madre Dani — Dijo mientras me miro a los ojos. — Y mientras salía a encontrarse con su amante, el tuvo un accidente.
Aparte la mirada de golpe, no sabia que decir, me quede sin palabras, no tenia con que responder.
— Y hoy en día me pongo a pensar, que sin tan solo él hubiera tenido el mínimo conocimiento de quien es Dios, talvez aun estaría con vida.
— No basta con que una persona tenga conocimiento de quien es Dios Abi, se necesita un corazón dispuesto a dejar que Dios habite por completo en el, y así poder hacer las cosas bien. Sabes que se necesita ser hacedor y no oidor de las grandezas y magnitudes de Dios y su palabra.
— Tienes razón Dani, pero..
— Abigail necesito decirte algo — le interrumpí, por que no aguantaba mas. No podía solo con tal carga y necesitaba que también lo supiera.
— ¡Abi querida, por fin estás lista! — Entro la señora Antonia a la sala. — Todos nos están esperando. Ya es tarde, así que deberíamos de irnos chicos.
Abi se acercó y tomó mi mano, llevándome hacia la puerta.
— Mi madre tiene razón, vamos, todos nos están esperando.
La seguí mecánicamente, sin saber cómo enfrentar lo que acababa de pasar. Durante el trayecto hacia la cena, intenté mantener la calma, pero las preguntas y los temores no dejaban de rondar mi cabeza.
Llegamos a la casa de Santi, donde ya estaban reunidos nuestros amigos y familiares. La atmósfera era cálida y alegre, pero yo me sentía atrapado en una pesadilla. Nos sentamos a la mesa y, por un momento, intenté sumergirme en la conversación, pero no podía dejar de pensar en ellos, mi madre y ahora... el padre de Abi.
Observaba a mi alrededor, las risas y charlas se escuchan entre ecos y al mismo tiempo muy lejanas, escuchaba un pitido molesto en mi oído, me sentía fatal. Trague grueso y sentí como mis manos sudaban, incluso podía escuchar los latidos de mi corazón.
Gire en dirección a Abigail que estaba sentada justo a mi lado y le susurré.
—¿Podemos hablar un momento?
Ella asintió, preocupada por mi tono de voz. Nos alejamos de la mesa y nos dirigimos al jardín, donde el aire de la noche nos recibió con una frialdad que coincidía con el caos en mi interior. Respire tan profundo para buscar la calma, mientras caminaba de un lado hacia otro.
—Dani, ¿qué sucede? —preguntó, con mirada llena de preocupación.
No tenia palabras para procesar lo que había descubierto y sin decir nada, gire en dirección opuesta hacia Abigail, notando a lo lejos aquel árbol de olivo y me percate en ese momento de lo sucedido.
— Estamos otra vez aquí — mencione casi inaudible, sin dejar de observar aquel árbol de olivo y a sus ramas balanceándose por el viento.
— Así es Dani — Se acerco mostrando una leve curvatura en sus labios.
Entonces tome el valor para girarme y ver esos ojos color miel que tanto me gustaban, esos ojos a los que una vez en este mismo lugar les tuve miedo que pudieran conocer todo el caos que llevaba dentro y que hoy solo me mostraban inocencia, humildad, sinceridad, determinación y por un momento confusión.
— Necesito contarte algo importante — solté de golpe.
ESTÁS LEYENDO
No Compatibles
RomanceNovela Cristiana. El primer amor de Abigail una vez fue también el de Daniel, pero su fé se quebranto una noche donde la luna estaba completa y brillaba junto a las estrellas, su fé se perdió un día no cualquiera, y nunca pensó que alguien lo guiara...