DECIMOSEXTO ACTO

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Taehyung encontró una fijación que podia detener un poco ese desfase hormonal del que había sufrido en los últimos años. No le daba demasiadas vueltas al asunto porque casi siempre era víctima de sus efectos colaterales: como la necesidad física o el adormecimiento total de sus funciones cerebrales. 

Sin pesadillas, dolores de cabeza, sin un lobo fuera de si muy necesitando supresores, Taehyung, en sus dulce dieciséis, sabia que estaba rozando la felicidad y que le gustaba, sobre todo, abandonarse a la completa autoridad que casualmente, Hoseok proliferaba sobre él. La acusación era severa. Lo sabía. Adorar y someterse a Hoseok cuando lo arrastraba hacia los confines mas escondidos de la institución se suponía que deberían ser cuestiones aisladas una de otra y sin embargo parecían fusionarse a tal punto de no saber el principio y el fin de cada una; cuando lo callaba porque hablaba demasiado y no daba lugar a que comenzaran a besarse; cuando entre besos lo guiaba hacia una superficie: una mesa, una silla o pared mas cercana; cuando le exigía sentarse a ahorcadillas en él, cuando lo mordía, cuando lo lamía sabiendo que podía dejar su marca y olor en él; cuando lo dejaba sentirse tan indefenso ante tanta excitación... Y también cuando lo tomaba de la mano, cuando acunaba sus mejillas y se le quedaba viendo sin necesidad de emitir palabras, cuando lo escuchaba y reía, cuando lo ayudaba en sus horas de estudio.

Soñaba con Hoseok, pensaba en Hoseok y posiblemente, a esas alturas, también olía a Hoseok. Y contrario a lo que cualquier instinto de alfa dictaba, a él le fascinaba.  Taehyung llegó a pensar en nunca volver a dejar que Jimin se acercara lo suficiente para llevarse la esencia de su novio o que esa desgraciada situación del matrimonio nunca fracturara el momento. La precipitación de ello solo le hizo querer ignorarlo con mas ahínco. Y ciertamente, aunque Taehyung se aferró, momentáneamente a su ingravidez, las cosas, solo por desearlas, no se daban siempre. 

Mantenerse dentro de su clandestinidad fue un complejo de inseguridades y malos entendidos que radicaron siempre en torno al pequeño omega. Picó. Dolió. Exacerbó  cada vez mas. Y bajo la percepción de Hoseok, eso empeoró con el tiempo.

—¿Qué harás a la hora del almuerzo? —preguntó Hoseok desde el otro lado de la lavandería sin atreverse a mirarlo.

En el momento, ambos estaban tomando distancia, deteniendo abruptamente la sesión de besos encima de una de las maquinas. El riesgo era una maldita candela para nunca querer despegarse del otro y Taehyung creyó que un pequeño arrumaco (ya que Seokjin de había retirado) no iba a hacer daño. No contó con que, esa atracción por parte de ambos, cada vez fuera menos controlable. 

El menor se aclaro la garganta y contesto:  —No estoy tan seguro... Jimin quiere almorzar conmigo en uno de los jardines aledaños. 

—¿Y es obligatorio que vayas? 

—No puedo cancelarlo. Ya lo hice demasiadas veces en la semana. No siento que sea recomendable. 

—Bien.

Taehyung detuvo su cuenta de las canastillas en buen estado—: ¿Bien? ¿Sucede algo?

—No, nada. Entiendo que debas pasar mas tiempo con tu Omega. 

El rostro se desencaje en incredulidad pero Hoseok le siguió dándole la espalda: —Que dices... Jimin no es mi Omega. 

Y le comenzó un tic en el ojo mientras perforaba la espalda de Hoseok porque insistió en no enfrentarlo.

—Estas comprometido con él ¿no? Sera tu omega algún día oficialmente.

—En eso también estas equivocado porque él y yo aun no estamos comprometidos. Yo todavía no...

—Si, Taehyung  —cortó Hoseok — No necesitas explicármelo. No soy estúpido. Pensándolo mejor, esta muy bien que pases mas tiempo con él y te evitas las sorpresas cuando estén casados. 

INMORAL 狼; HOPEVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora