Un dinosaurio de colores.
Kazutora se cruzó de piernas, sentado en el suelo. Su nariz picaba por el polvo y tenía un leve sabor a menta y pasta de dientes en la boca. Se relamió los labios, leyendo, pasando las páginas y mirando aquellos bonitos desplegables con formas prehistóricas. Los colores eran brillantes, aunque algo gastados por el tiempo.
Escuchó que el otro terminaba de lavarse los dientes en el baño, y cerró el libro cuando lo vio entrar. Dejó el objeto en una de las baldas de las estanterías blancas que adornaban la pared, intentando aparentar que no había estado disfrutando con un tonto cuento para niños.
—¿Cuál es tu favorito? —Chifuyu tomó más libros de la caja de cartón, repleta de ellos. —El mío es el plesiosaurus. Me gustan las criaturas marinas.
La ventana estaba abierta y hacía calor. La temperatura había subido a casi treinta grados, pero su corazón se había quedado helado. No tenía mucha idea de dinosaurios y, realmente, había tenido pocos cuentos infantiles.
Miró otro libro, sosteniéndolo con cuidado. Todo era tan antiguo, suponía que tenía un gran valor para Chifuyu, y que por eso lo había conservado. Al fondo de la caja había un pulpo de peluche, sus tentáculos estaban hechos con lana trenzada y parecía hecho a mano. Intentó recordar si en su clase de primaria habían hecho manualidades como aquellas.
Tal vez no.
—No lo sé. —Se encogió de hombros y le tendió un grupo de varios libros en cuya portada había un ratón. —Quizá el T-Rex. Parecía muy fuerte y aterrador.
—Tenía unos brazos muy pequeños... —El chico rió por lo bajo, tomando una serie de BluRay con películas de Disney, la colocó en uno de los estantes. —No sé por qué no había ordenado esta habitación antes. A lo mejor fue por pereza, pero me gusta mucho ver las estanterías llenas de libros y cosas.
Kazutora se incorporó y cogió un trapo mojado para limpiar los estantes continuos. El cuarto era cuadrado y tenía un armario de madera, cuyas puertas cerraban a medias. El apartamento en sí mismo era antiguo, incluso la bañera del baño tenía la pintura blanca desgastada; pero, le resultaba un lugar acogedor.
—Mis padres no me compraban muchos libros. —Comentó, limpiando el polvo. Sentía la brisa nocturna entrando por la ventana, colándose por entre su ropa. —Tampoco los de la escuela. Tenía que pedírselos a algún compañero, para poder fotocopiarlos. Pero, sé que me gustaba ir a la biblioteca durante la hora del patio, siempre me ha parecido un sitio agradable.
También recordaba que se quedaba horas y horas dibujando allí, porque no había tenido amigos. Sólo uno, a quien había considerado como tal durante un tiempo, hasta que Baji apareció en su vida. Aún así, seguía recordando sus hirientes palabras, los golpes. Regresaba a casa, con la mochila cargada de papeles llenos de garabatos y animales torpemente dibujados, y se los regalaba a sus padres. No contó eso porque una punzada de dolor atravesó su pecho. Se quedó callado, apretando la mandíbula.
Sus dibujos siempre aparecían en la basura, una semana después de haberlos regalado. Como si sólo fueran estúpidos trozos de papel sin vida útil. Recordaba haber rescatado uno en concreto, del día del padre, arrugado y manchado por una cáscara de plátano. Nunca había vuelto a dibujar.
—Si algún día estás aburrido, puedes coger los libros que quieras. —Chifuyu sujetó varios tomos de manga romántico, poniendo como soporte una pequeña maqueta de un avión, un caza F18 que Baji le había regalado hacía muchos años. —Es como una pequeña biblioteca, tengo de todo porque mis gustos son variados.
Tomó uno de la estantería, cuidadoso. Balada de la cárcel de Reading.
—Y esta verdad sépanla todos: que todos los hombres matan lo que aman. —Recitó de memoria, aquel era su ejemplar favorito, y el primero que le había llamado la atención de la biblioteca de la cárcel. Abrió sus páginas, estaban amarillentas por el desgaste de las agujas del reloj. —Los unos matan con su odio, los otros con dulces palabras. El que es cobarde con un beso, y el valiente con una espada...
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Treasure || KazuFuyu
FanfictionEn medio de la noche, Chifuyu recibe una llamada que hiela su sangre y abre heridas del pasado. Después de diez años, condenado por homicidio, Kazutora Hanemiya ha salido de la cárcel. ©Los personajes no me pertenecen, créditos a Ken Wakui » Basado...