—Que hiciste... ¿¡Qué!?
Kazutora le tapó la boca, ahogando aquella exclamación y convirtiéndola en murmullos contra la palma de su mano. Dio un rápido vistazo a la cristalera, donde, al otro lado, Chifuyu y Draken conversaban. La puerta estaba abierta y entraba algo de brisa, por suerte nadie había escuchado nada.
Destapó la boca de Inui, que lo miraba fijamente con sus ojos de oliva repletos de chispas de incertidumbre. El mono azul de trabajo que llevaba olía a grasa y aceite de motocicleta. Ambos estaban sentados en el suelo, junto a una preciosa Suzuki en proceso de reparación. Tazas de té humeaban a su lado.
—Sólo estoy ayudando. —Hizo un gesto nervioso, buscando calmarle, aunque logró todo lo contrario. —Le he llevado a comer y me ha enseñado su refugio provisional...
—¿Te has vuelto loco? —Dijo, bajando el tono. Se acercó más, tomando su taza, estaba caliente bajo las yemas de sus dedos. —Estás ayudando a un criminal buscado por la Interpol, Kazutora. No es una buena persona, te traerá problemas y te traicionará cuando ya no le sirvas.
—Bueno, no estaba al corriente de ese detalle. —Sonrió con dolor, sorbiendo algo de té rojo. Volvió a mirar la cristalera, adivinando la forma de Chifuyu recortada por la Luna. —Pero, supongo que todos merecemos una segunda oportunidad, ¿no?
Inui arrugó la nariz, pero no dijo nada. La noche era tranquila, la tienda de mascotas había cerrado hacía rato y habían decidido juntarse para tomar algo juntos. Se estaba convirtiendo en algo habitual quedar después del trabajo.
—Si estás pensando en que sois lo mismo, entonces estás equivocado. Tú cumpliste condena, te entregaste voluntariamente porque querías rehabilitarte. —Soltó el rubio, apretando la taza con rabia. —Hanma asesinó a sangre fría y huye sin importarle dañar a otros por el camino. Tres personas. —Remarcó, masticando las palabras. —Murieron tres personas la última vez que salió en las noticias.
Silencio. Kazutora se encogió, abrazó sus piernas y escondió la cabeza entre ellas, como si quisiera huir del mundo. Las lágrimas estuvieron a punto de desbordarse, su corazón dolía y su mente daba vueltas.
Puede que no hubiera sido consciente de que Hanma hubiera matado. Lo último que supo alguna vez de él, fue que estaba siendo buscado por ser cómplice de un crimen. Nada más. Su estómago se revolvió y su garganta ardió como si estuviera tragando alcohol.
Matar. Se preguntó si disfrutaría de esa sensación. Del sonido del filo encontrándose con una suave carne; sentir cómo se hunde con dificultad, abriéndose paso entre músculo, tejido y venas, hasta rozar la empuñadura. Se preguntó si habría apretado el gatillo en el abdomen de alguien, justo de la forma en que le había encañonado.
Tal vez debería de haber muerto en aquel callejón para dejar de causar problemas a todos los que le rodeaban.
—No sé, Seishu. —Su voz se quebró y tragó saliva. Abrió la boca, inspiró, expiró. No podía echarse a llorar.
Se miró las manos. Raspones tapados por vendas que Chifuyu le había puesto con delicadeza, en el baño. Se había sentado sobre el inodoro y había dejado que lo envolviera cuidadosamente, sin dejar de observarle. Quizá era recíproco, la forma en que se habían mirado, después de pelearse con el vinagre había sido extraña.
Como si no se hubieran visto nunca. Como si el azul de sus ojos fuera lo único que lo anclaba al mundo.
Kazutora tenía tanto miedo de que pudiera sucederle algo. Estaba aterrado de Hanma, de su forma de hablar, de su aspecto, del arma que siempre llevaba consigo. ¿Durante cuánto tiempo había estado espiándole para después amenazarle? Sentía sus ojos clavados en la nuca cada vez que Chifuyu y él salían a la calle.
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Treasure || KazuFuyu
FanfictionEn medio de la noche, Chifuyu recibe una llamada que hiela su sangre y abre heridas del pasado. Después de diez años, condenado por homicidio, Kazutora Hanemiya ha salido de la cárcel. ©Los personajes no me pertenecen, créditos a Ken Wakui » Basado...