Capítulo 7

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6 de abril, 2017

—¿Eso es todo? —me pregunta Anastasia y asiento.

—Sí, ya tengo todo, ni siquiera puedo creer que te los hayan quitado con esta pésima defensa, pero le aseguro que no debe preocuparse, en unos días ya va a poder ver a sus hijos.

—¡Gracias! —quiere abrazarme, pero extiendo mi mano.

—Lo siento, me incomodan los abrazos.

—Oh, claro, lo entiendo —estrecha con emoción mi mano y vuelve a agradecerme para irse.

—Así que...

Dice una voz gruesa detrás de mí. Estoy detrás del restaurante de mis padres, siempre me gustó este lugar, nadie viene.

—¿Necesitas algo? —digo volteándome para mirar a Zack.

—Solo me alegra que ayudes a los de aquí.

—Solo acepté dos casos, nada más.

—Algo es algo.

Veo que llegan los Jota con una silla cada uno y volteo los ojos.

—Nunca me dejan sola ¿Cierto?

—¿Alguna vez lo hicimos en la vida? —pregunta, divertido Jason.

—Lamentablemente, no —digo haciendo que James me dé un suave empujón.

Me preguntan por los dos casos y les digo lo que puedo, hasta que una llamada me interrumpe.

—Jackson.

—¿Todo bien, muñeca?

—Sí. ¿Pasó algo?

—Sí, lo que pasó es que no estás aquí.

Pongo el altavoz para revisar unos papeles mientras.

—Jackson, estás en altavoz, hay tres hombres más escuchándote, pero quiero ver esto mientras tanto.

—¿Tres hombres?

—Los que te conté, Zack y los Jota.

—Ah —dice seco.

—Deja de fruncir tanto el ceño que te vas a arrugar joven.

—A veces me da miedo que me conozcas tanto.

—Soy observadora, nada más. Y tú eres igual —su suave risa se escucha y sonrío sin evitarlo.

—¿Por qué no estás aquí?

—Jackson...

—Me dijiste que volvías el lunes, estamos a jueves.

—Tengo que terminar de revisar por completo los casos aquí para volver y preparar la defensa con todo lo necesario.

—Podrías haberlo hecho por llamada —dice bajito.

—Pues yo pensé lo mismo, pero no saben manejar un celular.

—No te creo.

—Ni yo les creí, pero bueno, otra no me queda.

—Sí.

—¿Qué?

—Dejar los casos y venir aquí.

Los tres chicos fruncen el ceño al celular.

—Jackson, sabes que no puedo hacer eso si me comprometí con ellos y son de mi pueblo, tienen prioridad.

—¡Lo sé! Y eso me frustra.

—¿Qué no me estás diciendo? —digo dejando los papeles a un lado.

No dice nada hasta que escucho que suspira.

Dime que te veré luegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora