Capítulo 28

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Zack:

Mi mente queda en blanco.

Procesando lo que dijo.

Mi reacción es inmediata. Mejor dicho, mi sorpresa es inmediata.

Dejo de ver un punto en la pared para ver sus ojos verdes que me miran con suma sinceridad y dulzura, una mirada que no había visto hace años.

—¿Qué?

Sonríe al ver mi incredulidad.

—Nunca dejé de hacerlo.

—De... ¿De verdad?

Asiente.

Si bien lo sabía, porque la conozco, nunca me lo dijo.

Mi sorpresa pasa a ser exaltación en un segundo.

Mi sonrisa es instantánea y podría tranquilamente dividir mi rostro.

—¡Sí!

Tomo su rostro y lo beso múltiples veces, haciéndola reír.

La beso, un beso de verdad, profundo e intenso como me gusta hacerlo.

Escucho que suspira suavemente y me posiciono mejor sobre ella, entre sus piernas que me hacen espacio al instante. Cuando nos falta el aire, el beso se vuelve más lento, con sus labios rozando sutilmente los míos, provocando que tenga más ganas de besarla y tocarla.

Me gusta besarla, podría besarla siempre, pero cuando ella me besa a mí, en un beso lento y suave, mi mente vuela y me vuelvo agua.

Desciendo con besos por su cuello a la vez que mis manos se cuelan por su camisa, sintiendo su piel erizarse y calentarse, sus bajos jadeos son una tortura para el dolor en mi entrepierna que me pide a gritos follarla.

—Zack, tendríamos que dormir.

La miro, sus ojos cerrados, sus mejillas ligeramente sonrojadas por el momento y sus labios entreabiertos para respirar mejor. Sus ojos se abren y veo cómo sus iris verdes brillan con intensidad.

—No me importa, voy a fingir todo, pero quiero disfrutar de este momento. ¿Sabes lo que he esperado para que lo admitas al fin? —sonríe, pero no responde—. Mucho, por lo que nada va a impedir que ahora disfrute de estar contigo.

Me inclino y beso su clavícula, bajando lentamente.

—Sinceramente, no pienso en otra cosa que, en ti, en mí, en nosotros —termino de decir.

Esta vez no vuelve a hablar cuando meto mis manos por dentro de su camisa, tirándola hacia arriba para quitársela.

Me quito la camiseta, dejando que sus manos acaricien cada rincón de mi torso, disfrutando de su tacto sobre mí que acelera aún más mi pulso. Vuelvo a ceñirme sobre ella y nos terminamos de quitar cada prenda, quedando desnudos, piel con piel.

Su espalda de arquea sutilmente, haciendo que sus pechos se presionen contra mi pecho y sienta lo duro que están sus pezones por la excitación, lo que me hace dar un pequeño gruñido de satisfacción y a la vez dolor en mi ingle.

Dejo de besarla para descender a sus pechos y darle lo que desea, no pierdo tiempo metiéndome uno a la boca, robándole gemidos mientras mi lengua saborea y la complace, mientras a mí me complacen sus exquisitos sonidos.

Me levanto un poco y mientras ella respira tomo una de las almohadas.

—¿Qué haces? —me pregunta en un jadeo mientras deslizo mi mano por debajo de su cuerpo, haciendo que levante la pelvis.

Dime que te veré luegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora