Capítulo 33

1.5K 151 2
                                    

2 de septiembre, 2017

Rebecca:

El audio con la grabación termina y ella me devuelve la grabadora.

—¿Cómo...?

—Encontré la verdadera razón por la cual odias a mi familia —le digo directamente a Ellen, ambas en su oficina—. Investigué, lugares, personas, momento, todo y lo encontré. Lo busqué y aquí tienes la confirmación.

—¿Qué pretendes?

—Que te des cuenta que mis padres no fueron los responsables de la muerte de Nicholas —su mirada se endurece—. Ese hombre sí.

—¿Te diste cuenta que acabas de entregarme a alguien?

—Sí —digo segura.

—¿Osea que no te importa que termine muerto? —la miro obvia.

—¿Si me importa que un hombre, al cual no conozco, mató al padre de Zack y es una de las razones por la que mi familia está bajo amenaza, vaya a morir? —con una suave risa irónica niego—. Me conoces muy poco, Ellen.

Asiente.

—¿Qué quieres con esto?

—Que dejes a mi familia en paz, que me dejes en paz.

—No.

—¿No? —pregunto sorprendida.

—Ya me oíste. Quiero que Zack esté con una mujer de alto rango, que le haga dar cuenta que debe estar conmigo por su bien, que no tenga una familia pobre, una que le pueda dar un buen futuro. Si bien me dejó sorprendida esto, lo que me hace dar cuenta que tienes buenos contactos, sigo diciendo que no le convienes a mi hijo.

Me quedo mirándola, atónita. Cambia su tono a uno más bajo.

—Les dije a tus padres que no hagan nada con nueces, que las quiten de todas sus recetas ya que una vez por accidente se equivocaron de pedido y casi come una. Les ofrecí dinero, un mejor trabajo, sucursales en la ciudad, todo lo que quisieran ¿Sabes qué me dijeron?

No respondo.

"No nos interesa el dinero, Ellen, nos importa hacer ricas y con cariño la comida. No podemos quitarle las nueces solo porque tu esposo el alérgico, pero prometemos que cualquier cosa que él pida se lo vamos a dar sin nueces, si es que las lleva. Pero no vamos a dejar de utilizarlas, dan un buen toque"

—No veo qué está mal en eso _ digo molesta.

—Todo, porque si hubiesen aceptado, no solo que estarían muy bien económicamente. Sino que mi esposo estaría vivo y mi hijo tendría lo que yo no tuve y me prometí a mí misma que mi hijo tendría, un padre.

—No es culpa de mis padres que tu esposo sea alérgico a las nueces, no es culpa de ellos que hayas despedido por un error a alguien, desatando la muerte de tu esposo. No es la culpa de ellos.

—¡Sí lo es! —dice levantándose de la silla, lo cual también hago— ¡Si no tuviesen nueces, no importaba qué cambio hacían!

—El hombre iba a hacerlo de todos modos, quería herirte. Si no había nada con nueces ahí, iba a encontrar la forma de ponerlas y hacerlo igual.

—Pero, lamentablemente para ti y tus padres, eligió hacerlo en ese lugar. No voy a cambiar de opinión.

Me quedo en silencio y ella sonríe cínicamente.

—Ya entiendo, volviste con mi hijo —trato de ocultar mi sorpresa, pero creo que no lo logro bien—. Por eso hiciste esto.

—Yo...

Dime que te veré luegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora