Capítulo 2

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12 de marzo, 2017

—¿Entonces sigues con ese caso? —me pregunta desde el sofá Jackson.

—Sí, por suerte paró de mirarme así y comenzó a comportarse profesionalmente —digo viendo los papeles.

—Bien.

—¿Acaso tienes alguna idea de su cambio? —le pregunto sabiendo la respuesta.

—Sí —me dice sincero, él nunca me miente—. Fue una gran coincidencia encontrarme con él afuera de tu casa, para poder tener una charla calmada en donde le decía que si seguía incomodándote, él se iba a sentir incomodo con tantos golpes en el cuerpo.

—¡Jackson! —le reprocho ya que no sabía lo que le había dicho.

—¿Qué? —pregunta inocentemente—. No iba a dejar que siga haciendo eso.

—No hacía falta la parte de la amenaza.

—Claro que sí, si no seguro que no iba a parar o no del todo.

Suspiro y niego con la cabeza, pero sonriendo.

—Gracias, igual.

—No fue nada, muñeca, lo hice porque quería.

Asiento y anoto las preguntas para hacerle al cliente en la próxima reunión. «¿Qué hacía a esa hora ahí? ¿Por qué no llamó a la policía? ¿Tiene que ver con el encuentro anterior que tuvieron? ¿Lo odiaba tanto para dejarlo de esa manera? ¿O vio a quién lo hizo y lo está cubriendo?»

Bufo y paso mi mano por el pelo.

—¿Todo bien? —me pregunta dejando de lado el crucigrama que estaba haciendo.

—Algo así. Es un buen caso, pero un poco enredoso cuando el cliente no me es sincero del inicio y tengo que convencerlo de que me diga la verdad de una vez por todas.

—¿Cómo sabes que te miente?

—No es que me miente o no, no estoy segura de eso. Pero sé que falta algo en su historia, algo que no me está diciendo y es lo que no me termina de encajar.

—Y sin eso... no puedes formar una buena defensa.

—Exacto.

—¿Hablaste con él?

—Eso voy a hacer mañana a primera hora.

—¿Y si no te lo dice?

—Pues le voy a dar una linda explicación de cómo vamos a perder el caso por su estupidez y con eso poner, no solo su vida, sino que también la mía, en peligro.

—Te dije que dejes de meterte con personas malas.

—No me meto con personas malas, defiendo a personas buenas que se metieron con las personas equivocadas.

Suspira y niega volviendo su vista a la hoja y yo sigo anotando las cosas que no me cierran.


—Qué raro encontrándome contigo trabajando —dice una voz conocida para mí.

Levanto la mirada y veo a Nick que volvió de su viaje. Me levanto y me acerco a él que rodea mi cintura y me da un corto y suave beso.

—Volviste antes —digo viendo la hora.

—Si, el vuelo se adelantó.

—¿Cómo te fue?

—Bien, aburrido, pero bien.

—Genial —digo besando su mandíbula, sus manos acarician mi cintura y ríe bajito.

—Rebe, estoy medio cansado —acaricio su torso y meto mis manos por debajo de su camisa.

—Pues es mejor que estés cansado por completo, así duermes mejor.

Vuelve a reír y me alza para llevarme al cuarto y tener una linda noche de sexo con mi prometido.

No volví a recibir mensajes ni a hablar con esa otra persona, no quiero remover el pasado y que cosas que no quiero que salgan a la luz, lo hagan.




17 de marzo, 2017

Al fin me lo dijo. Después de estar una semana diciéndole que me lo diga, me lo dijo.

Es inocente, pero sabe quién es el culpable. Es bueno y malo, ya que podemos probar que es inocente y que el que lo acusó mintió, pero malo ya que, si el hombre fue capaz de mandar a alguien para que le dé una paliza a él mismo y culpar a otro, no va a dudar en mandarlo para que lo golpee a él.

Supongo que todo depende de lo que se diga en el juicio.

Juicio que ganaremos.

Exacto.

Mi celular suena.

—Hola —digo al contestar.

—Hola, cielo —dice Corie, mi madre.

—¿Vienen este fin de semana?

Hace 3 años que ellos vienen cada mes a la ciudad, ya que se quedaron en el pueblo donde nací.

Desde que me fui y no volví, ellos vienen a visitarme. Pero hace dos meses que no vienen porque están ocupados con el restaurante. Restaurante que le pertenece a mi padre, a mi familia.

—No vamos a poder —dice triste y hago una mueca—. Vinieron más personas y debemos quedarnos a atender, no podemos cerrar este fin de semana y no sé si el otro podamos.

—Si no vienen, se van a cumplir tres meses que no los veo.

—Podrías... venir aquí.

—Mamá... sabes que n...

—No puedes nada —dice molesta—. Si puedes, solo que por una extraña razón no quieres.

No es por eso...

—¿Y si vienen en la semana?

—Ven aquí, se te extraña, las personas siempre preguntan por ti. Hace tres años que te fuiste, ya podrías volver.

—No voy a volver, tengo mi vida aquí.

—Y aquí a tu familia y las personas con las que creciste.

—Mamá.

—Bien, bien —dice triste—. Pero por lo menos ven por el fin de semana, unos días, porque nosotros no vamos a poder ir ni este mes ni el otro.

Dice manipulándome.

—Lo voy a pensar.

—¡Bien! —sonrío y niego, aunque no creo ir—. Te extrañamos y tu hermano te reclama.

Mi pecho se aprieta, lo extraño tanto.

—Tengo que irme mamá.

—De acuerdo, te esperamos. Te amamos.

—Y yo a ustedes.

Corto y me quedo viendo la pantalla.

¿Ir o no ir?

No puedes ir.

Pero si no me ve, no pasa nada.

¿Y si te ve?

Si me dice algo, me voy.

¿Vas a correr ese riesgo?

Extraño a mi familia.

¿Y qué hay de él?

Nada.

Así me gusta. Nada.

Sí... nada...

Nada. Rebecca, nada.

Bueno, entendí.

Solo me aseguraba que no estés por cambiar de parecer.

No...

Dime que te veré luegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora