Capítulo 18

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23 de junio, 2017

Rebecca:

Las manos me sudan de solo pensar que nos haya visto juntos.

El señor detrás de mí me guía a la gran sala blanca con dorado de la casa de Ellen Klein, innecesariamente grande y costosa para una sola persona.

Veo a la mujer sentada en uno de los sofás, con su vestido caro y su peinado lleno de laca que no se le mueve, aunque haya un puto terremoto.

El hombre se retira y quedo parada frente a ella que me sonríe falsamente.

—¿Para qué me hiciste venir? —le pregunto queriendo ir al punto y largarme de aquí.

No sé si me vio con Zack o no. Estuvimos juntos un par de veces, pero siempre ocultos en su casa o la mía. Y siempre en público mantengo distancia de él y quito su mano cuando quiere tocarme, se ha molestado un par de veces, pero solo bufa y pone mala cara.

Sé que se dio cuenta que hay un trasfondo complicado que no conoce, y no sé si quiero que conozca.

Pero ahora lo que me preocupa es que no haya sido lo suficientemente precavida y la arpía frente a mí se haya enterado. Pero mantengo mi máscara seria, para que no note mi nerviosismo.

—Solo quiero decirte que estoy contenta con enterarme que no estás con mi hijo.

Mi corazón se regulariza, más calmado.

—¿Es eso? —asiente—. Entonces me voy.

—Alto —respiro profundamente y volteo a verla, ya no sonríe—. No terminé de hablar.

—Pues vaya al grano que tengo trabajo.

—¿Necesito recordarte lo que pasaría si vuelves a acercarte a mi hijo?

—¿Necesito recordarle que ya lo sé y por eso no lo hago?

—Quita ese tono altanero, mocosa.

—¿Usted puede utilizarlo y yo no? Y no soy una mocosa, mi nombre es Rebecca. ¿O yo le digo arpía a usted? No.

No responde, solo me mira con odio y asco.

—No sabes cuánto me alegro que mi hijo ya no esté contigo. Ahora puede estar con mujeres que están a su altura, mujeres de verdad.

—Diga lo que quiera, no me interesa. Sé muy bien lo que soy y lo que merezco, por lo que sinceramente, ni siquiera voy a gastar mi tiempo en escucharla. Si no tiene nada más que decir, me retiro.

Sé que debe estar insultándome en voz baja, pero sigo mi camino con los puños apretados aguantando mi enojo.

Lo peor es que cree que no merezco a su hijo solo porque mis padres trabajan aquí, son humildes y se ganan la vida con un restaurante. Dice que su hijo merece alguien con familia de buen nivel, como él.

Que debería estar con alguien que puede pagar la universidad y no depender de una beca como yo hice y como mi hermano iba a hacer ya que las universidades son muy costosas para lo que ganamos en el restaurante. Pero claro está que Joshua va a ser libre de elegir dónde quiere estudiar y yo voy a costear los gastos.

No quiero que esté al pendiente del dinero, quiero que se enfoque en estudiar y disfrutar de esa etapa.


Conduzco sin rumbo con el auto, las ventanas bajas y música suave por los altavoces. Cuando paso frente a la escuela, veo que Zack me ve y me hace una señal para que pare.

—¿Qué pasa?

—¿Quieres que hagamos algo? —pregunta con una sonrisa, pero no estoy de humor.

—Hoy no, gracias.

Dime que te veré luegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora