Inglaterra, 1949. Siendo bombardeados por avionetas y misiles; la señora Pevensie e hijos, salían de su hogar para dirigirse al refugio en su patio trasero.
Estaban a punto de estar a salvo, cuando en medio de el sonido y retumbe de las bombas, el tercer hijo del matrimonio, Edmund, da la media vuelta con intenciones de volver a introducirse en la casa.
—¡Papá!— Exclamó el niño. Su hermano mayor, Peter, intentó hacerlo regresar a ellos jalándolo por el suéter, más fue en vano porque el pequeño con una gran convicción y seguro al cien por ciento de lo que estaba a punto de hacer; logró zafarse del agarre de su hermano.
La señora Pevensie, que se veía a punto de un colapso nervioso por lo que su pequeño estaba haciendo, gritaba a su hijo por que regresara:
─¡Edmund!─ socorría la mujer mientras adentraba a la más pequeña de sus hijas, Lucy, al refugio.
—¡Yo lo traigo!— Dijo Peter hacia su madre, y salió disparado detrás de su hermano; el cual había regresado a la casa por la fotografía de su padre. <¡Agáchate!> Gritó el mayor llegando por detrás y saltando sobre él al momento en el que un misil cayó cerca de la propiedad. <¡Levántate, tonto!> Gritó a su hermano menor, que no esperó más para levantarse, claro sin olvidar el causante de que estuviesen dentro de la casa en medio de un bombardeo, la fotografía, la cual ahora tenía el cristal roto por la caída de ambos niños. <¡Hay que salir!> Dijo Peter mientras empujaba a su hermano fuera de la casa.
Ambos chiquillos corrieron lo más rápido que pudieron, hasta que llegaron a el refugio donde su madre y hermanas los esperaban.
(...)
En la gran estación de trenes llena de escandalosas personas las cuales, a opinión de la pequeña castaña parada frente a su madre, causaban un gran bullicio. Su madre le colocó una etiqueta en sobre su bonito saco verde.
—No te la vallas a quitar.—ordenó la señora Wood mientras le acariciaba la cabeza a su pequeña—Debes portarte bien, ¿escuchaste, Jane?
—Sí, te he escuchado.—respondió de mala gana la niña
—No le respondas así.—Reprendió su hermano mayor dejando su pequeña valija a un lado de Jane.
—Bien.—Murmuró. Volteó a ver a su madre que la veía con una sonrisa. —Lo siento. Solo que yo no quiero irme mamá.—Bajó su cabeza cuando empezó a sentir que pequeñas lágrimas se juntaban en sus ojos.
—Todo estará bien cariño.—La mujer abrazó a su hija por la cabeza—Veras que todo pasará tan rápido que tu único pensamiento será: "Valla, mamá tenía razón. Como siempre."—Bromeó mientras limpiaba las mejillas rosadas de su hija
—Esta bien.. pero por lo menos tú deberías acompañarme. —Dijo la castaña apuntando hacía su hermano Andrew, el cual sintió como picaban sus ojos y decidió mirar hacia otro lado.
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La profecía: Las Crónicas De Narnia [Edmund Pevensie]
Fanfiction-Después de todo eso, ¿sigues sin creer en la profecía? -Sí, Susan, así es.-le respondió la castaña ya cansada (...) -Eres demasiado necio. ¿Porqué no solo aceptas que es tú destino? La profecía lo dice hermano. -Ella apenas si me nota de esa maner...