El príncipe Caspian [cap.4]

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Todos abucheaban al muchacho en el centro del claro

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Todos abucheaban al muchacho en el centro del claro.

—¡Lo único que prueba ese cuerno, es que ustedes nos han quitado una cosa mas!— le gritaba un enano

—Yo no les quite nada.— se defendió

—¡¿No nos quitaste nada?!— habló otra criatura— ¿Quieres una lista de todo lo que los telmarinos nos quitaron?

<¡Nuestros hogares!> decía uno <¡nuestras tierras!> le decía otro <¡nuestra libertad también!> le gritaban 

—¿Quieren hacerme responsable de los crímenes de mi pueblo?

—Responsable, y también castigable. — le dijo el mismo enano de antes mientras se acercaba hacia Caspian 

—¡JA!— apareció Reepicheep con una risa irónica y su espada desenvainada—Es un descaro viniendo de ti enano. — le dijo— ¿o ya olvidaste que fue tu pueblo el que peleó al lado de la bruja blanca?— le preguntó mientras lo apuntaba con su espada

El enano con un movimiento bajó la espada de Reepicheep

— Y lo haría de nuevo con tal de deshacernos de estos.. estos.. ¡bárbaros!

—Es una suerte que no esté en tu poder llamarla de vuelta.— entró en la conversación el Tejón.— ¿O acaso sugieres decirle al muchacho que luche en contra de Aslan?— todos empezaron a abuchear de nuevo. El tejón subió un poco más la voz. — ¡algunos lo habrán olvidado! pero los tejones recordamos bien; que Narnia nunca estuvo en orden, excepto cuando un hijo de Adán fue rey.

—¡y el es un telmarino! ¡¿Porque lo querríamos como rey?!— dijo el enano levantando las manos en el aire, las demás criaturas gritaron estando de acuerdo con él 

—¡Por que yo les voy a ayudar!— todos guardaron silencio ante lo dicho por Caspian— Más allá de estas tierras soy un  príncipe. El trono de los telmarinos es mío por derecho. — les dijo mirando a todos las criaturas que ahí se encontraban— Recuperemoslo y la paz prevalecerá entre nosotros.— les aseguró

—Tiene razón.— dijo un minotauro caminando hacia el centro del claro— Este es el momento. Yo vigilo los cielos, pues esa es mi misión, así como la del tejón es la de no olvidar. Tarva el señor de la victoria y  Alambil, la señora de la paz, una vez más se reúnen en el cielo. Y en la tierra se ha vuelto a alzar un  hijo de adán para devolvernos nuestra libertad.

Después de un discurso de Caspian los minotauros y las demás criaturas estaban dispuestas a luchar junto a él.


(...)

Los telmarinos escarbaban, cortaban troncos, martilleaban y talaban; estaban fabricando un puente. Los Pevensie, la chica Wood y Trumpkin estaban escondidos detrás de una gran pila de troncos observando con gran detenimiento todo lo que los enemigos hacían, observaban con dolor y molestia como talaban sus árboles y cómo encendían fogata tras fogata para quemar los restos.

La profecía: Las Crónicas De Narnia [Edmund Pevensie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora