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Jung Haesol







Miré la hora en mi reloj comprobando que íbamos retrasados a la reunión con los encargados de remodelar el nuevo restaurante y Jin aún no había salido de su oficina. Habíamos quedado en que lo esperaría en el auto, pero él no daba señales. Lo llamé dos veces y no respondió.

Los diseñadores ya debían estar en el sitio queriendo dar una buena impresión a quien sería uno de sus clientes más importantes. Que como éste estuviese con sus jueguitos estúpidos se las vería conmigo.

No me quedó de otra que decirle al chófer que iría a buscar a Jin, así que me bajé de la camioneta y entré de nuevo al edificio. Hice mi recorrido habitual hasta el último piso donde se encontraba su oficina y el penthouse.

Abrí la gran puerta de madera y...

–¡Mierda! –Estrelló su puño con frustración contra el escritorio, sin dejar de mirar la pantalla de su ordenador.

Cómo lo supuse, estaba malgastando su tiempo con jueguitos estúpidos.

–¡Jin! –Exclamé irritada, cruzándome de brazos.

Sus ojos fueron hasta mi aún con una clara mueca de enojo por haber perdido, al parecer, pero regresó su vista a la pantalla.

–Estaba tan cerca. –Murmuró como si no tuviese compromisos realmente importantes.

–Jin, tienes la reunión con los... -

Alzó su dedo índice, haciéndome callar.

–Estamos en la oficina. –Bajó el dedo y comenzó a mover el mouse aún con sus ojos fijos en la pantalla de la computadora.

–Bien. Señor Kim –comencé, sonriendo falsamente y fingiendo un tono amable–, recuerde que tiene la reunión con los diseñadores. Va retrasado.

–Lo siento, esto era importante.

Rodé los ojos.

Finalmente se puso de pie y tomó su saco del respaldar de su silla para colocárselo de nuevo. Un mechón de su cabello había escapado de su peinado perfectamente hecho y caía por su frente, de seguro por haber pasado tantas veces sus dedos por él ante las emociones del juego y aún así se veía muy guapo el condenado.

Llegó frente a mi sonriendo tranquilamente y siempre tenía que disimular el como su cercanía, su altura, su perfume, el poder apreciar sus hombros anchos no me desarmaba entera. Este trabajo no era para nada fácil, teniendo en cuenta que su belleza me golpeaba todos los días. Disimular era como un esfuerzo extra que tenía que hacer.

Ambos salimos de la oficina y nos subimos al ascensor, situándonos uno al lado del otro.

–Relájate, Haesol, te saldrán arrugas en tu precioso rostro y espantarás a los chicos.

–El que me quiera de verdad no le va a importar como me vea. –Bufé, mientras trataba de que mis mejillas no me delataran. –Además, ¿cómo quieres que me relaje si no estás listo a la hora por andar jugando?

–Buena respuesta. Chócalas. –Alzó su palma abierta hacia mi y yo la choqué con la mía, riendo mientras negaba con la cabeza por sus ocurrencias.

Sacó su celular del bolsillo y vi como su expresión pasó a ser una de terror.

–Demonios, hoy es...

–El cumpleaños de Ryunjin, justo ahora debe estar recibiendo el arreglo de flores y el bolso Chanel que le compraste –hice énfasis en las últimas tres palabras–, además la reserva en el spa está lista. Sólo tienes que llamarla y decirle que debe estar allí a las cinco –le pasé el papel con los datos del lugar–, esa es la dirección.

BY MY SIDE (DANGER) »KSJ;PJMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora