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La niña de cabello negro y una coleta adornando la mitad de su cabeza, se alejó de todo el bullicio que hacían los otros niños. Atravesó el jardín tratando de pasar desapercibida con el vistoso vestido fucsia chillón, hasta que entró a la gran cocina donde varias mujeres y hombres se movían de un lado a otro sirviendo bebidas o preparando aperitivos para los invitados.

Sus ojos se centraron en dos personas, una mujer con el mismo uniforme que las otras, vestido azúl oscuro y delantal blanco, y un chico de lentes al cual conocía muy bien.

La mujer lo reprendía porque éste comía de la bandeja de aperitivos que estaba preparando y tenía que rellenar los espacios vacíos de nuevo.

–Ve afuera, Seokjin, no puedes estar aquí.

–Mamá, no quiero estar con esos mocosos. –Se quejó, tomando otro palito de camarón empanizado y llevándoselo a la boca, a la vez que la mujer le jalaba por la oreja. –¡Ay! ¡Mamá!

La niña sonrió divertida al escuchar las quejas del chico.

–Deja de comer. –Le riñó por enésima vez. –Y no hables como si fueras un adulto, Jin, sólo tienes trece.

–Tenemos que aprovechar, no siempre podemos comer así –alzó los hombros–. Y no soy adulto pero soy mayor, no puedo juntarme con niños de nueve años. –Infló su pecho con orgullo.

La niña que en un principio le había divertido la actitud del chico, ahora se sentía mal por escuchar lo primero que había dicho. Ella era consciente de que sus vidas no eran iguales, más porque sus padres siempre se encargaban de recordárselo.

"No puedes pasar la tarde hablando con la servidumbre, Haesol. Ocupa tu tiempo en perfeccionar tus dotes con la flauta y el piano."

"¿Por qué te empeñas en estar todo el tiempo en la cocina? No somos iguales, Haesol, ese es su trabajo."

"No me gusta que estés cerca de Seokjin. Se te pueden pegar las malas costumbres de los pobres, Haesol."

Pero la pequeña niña no entendía por qué había que despreciarlos si gracias a esas personas, ellos, casi no tenían que mover un dedo. Además que pasaba más tiempo rodeada de los empleados que con sus padres. Haesol prefería pasar tiempo en la cocina porque le gustaba ver cómo preparaban todos los platillos, sobretodo los postres. Le parecía divertido, además que Jin casi siempre estaba allí.

–Señorita Jung, ¿desea algo?

Una de las empleadas notó su presencia y todos los que se encontraban en ese momento en la cocina se dieron vuelta hacia ella e hicieron una reverencia. Menos el chico alto de pelo negro y lentes, pero se llevó un breve regaño por parte de su madre así que tuvo que ejecutar dicho acto de respeto, no sin antes rodar los ojos con fastidio.

La señora Wang, a quien la pequeña le llamaba Nana, entró a la cocina y ésta al verla se dirigió hacia ella, mientras hacía una seña para que el resto volviera a sus quehaceres.

–Estoy aburrida. –Le dijo la pequeña, mientras formaba un pequeño puchero con sus labios. 

–Es tu fiesta de cumpleaños, ¿cómo puedes estar aburrida? –Le preguntó la mujer, inclinándose a su altura.

Desde que Haesol nació la señora Wang había estado junto a ella y le tenía mucho cariño, ya que nunca tuvo hijos. La mujer se dedicó a cuidar a los de la familia Jung, aunque desde hacía unos años que solo estaba Haesol en casa porque Hoseok estaba en un internado y nada más venía en vacaciones. 

–Es que yo no quería una fiesta, lo sabes Nana. Quería ir a un parque de diversiones.

–El señor Jung te puede comprar un parque para ti sola, no sé de que te quejas.

BY MY SIDE (DANGER) »KSJ;PJMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora