Capitulo 12.

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El sábado Harry está teniendo uno de esos días.

No puede dormir en toda la noche.
No puede pasar ningún alimento.
Su cabeza duele y martilla de forma tan insistente que quiere llorar.
Su estómago está revuelto.
Las lágrimas no dejan de correr.
El aire le falta.

Es uno de esos días donde se siente más defectuoso que nunca.

No sale de la habitación en las primeras horas, Draco entra e intenta que coma pero es en vano, no puede hacerlo. Así que se encarga de distraer a todos para que no vayan a verlo hasta que este quiera que suceda.

Harry está oculto bajo sus cobijas, sus ojos arden pero no deja de llorar, hay algunos rasguños en sus brazos y siente cada poco tiempo que debe correr.
Hay un miedo sofocante dentro de él, ese miedo ante la sensación de querer morir, la estaba sintiendo de nuevo y eso le aterraba. Porque Harry está luchando tanto.

Finalmente son pasadas las 12 cuando Harry sale por primera vez, hay una mirada preocupada en su familia, así que miente diciendo que se siente enfermo y se tumba en el sofá individual. En realidad no era una verdadera mentira, solo que su enfermedad no tiene cura como su familia esperaría.
En ese momento no quiere ver a nadie, ni que nadie le mire, sin embargo tiene que aparentar, así que se hace bola con mantas y almohadas para fingir escuchar a su familia.

Repentinamente hay un toque a su lado y Harry gime. Gime de dolor, porque ese toque duele tanto que si no supiera que sucedía creería que le pusieron una vara de metal ardiendo contra la piel.
Sirius se ve preocupado al alejarse, Harry quiere disculparse, pero las palabras no salen de su boca por más que se esfuerce. Siente su rostro enrojecer por la desesperación y lo único que hace es sollozar.
Un sollozo tan doloroso y con tanto sentimiento que hace que todo a su alrededor tiemble, literalmente.

Su familia luce confundida, preocupada, todos los ojos están sobre él y Harry quiere huir más que nunca. Se siente inestable, siente que si alguien abre la boca le lanzara un hechizo para mantenerle callado.
Esta tan asustado que duele, las lágrimas corren por sus mejillas y no puede detenerlas. No está bien, ellos no deberían estarle viendo de esa forma, necesita estar bien, necesita reponerse.

Respira profundamente y suelta el aire. Inhala, exhala. Inhala, exhala.

Draco intenta acercarse, es su mejor amigo, su primo, su toque debería hacer la diferencia, pero Harry se retuerce en incomodidad mientras sigue intentando detener las lágrimas.

Quiere correr pero sus piernas son débiles.
Quiere que dejen de mirarlo, quiere que dejen de verle de esa forma, como si fuera a romperse en cualquier momento.

Su padre intenta acercarse pero alguien le gana.

Es Regulus, quien le toma en brazos de forma instantánea y le saca del lugar hablando con métodos fan propios de un doctor que nadie duda en que sabrá qué hacer.

Harry se queja y se acurruca sobre los brazos ajenos, con sus piernas a cada lado de su cuerpo y las manos de este asegurándole que no caería.

Regulus no le dejaría caer, no podría.

Están en la habitación del Black para cuando puede volver a abrir los ojos, estos arden y siguen dejando caer lágrimas. ¿Cómo siquiera puede seguir llorando? Para ese punto ya debería haberse quedado sin lágrimas.

Harry se siente perdido, siente que no es él, recostado sobre el pecho de Regulus, mientras este murmura palabras que no alcanza a comprender y le hace mimos.

Quien diría que Regulus Black sería alguien de hacer mimos. Harry quiere reír ante eso, pero lo único que consigue es una risa tan rota que duele en su garganta.

Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora