Caroline
Desperté con la angustiante sensación de haber tenido la pesadilla más vívida de mi existencia, sin mencionar que dolía hasta la última hebra de mi pelirroja cabellera.
Lentamente, y haciendo incapié a la escasa fuerza que sentía, me obligué a abrir los ojos. Para mi alivio y sorpresa, fue mi James quién apareció a mi vista. Se veía tan guapo con un aspecto desaliñado y un ceño de preocupación. Casi quería alargar la mano para suavizar su expresión; pero me sentía tan agotada, que dudaba mucho poder realizar semejante hazaña.
- ¿Caroline?-susurró con aprehensión, mientras sostenía mi mano derecha entre sus manos.- ¿Linda, puedes hablar? Dime algo, por favor.
Intenté mover los dedos para corresponder a su toque; pero sentía que mis músculos pesaban más de lo usual.
- Auch- susurré para tratar de aliviar su tensión.
James soltó una risita de alivio.
- Gracias al cielo, amor mío- murmuró aliviado, besando repetidamente mi mano.
- Hola, hermoso...-murmuré con dificultad.
James inspiró profundamente una bocanada de aire, mientras acariciaba mi cabellera.
- ¿Quieres un poco de agua?-preguntó con preocupación.
- Sí- murmuré, sintiendo mi garganta terriblemente seca.
Mi chico alargó la mano hasta uno de los veladores de la habitación, para tomar un vaso de cristal.
- Bebe despacio, amor- murmuró, ayudándome a levantar la cabeza para no ahogarme.
Sentí un profundo alivio cuando el tibio líquido recorrió mi garganta. Le miré con un poco más de fortaleza, y agradecimiento.
- ¿Cómo te sientes?-preguntó suavemente.
- Adolorida- murmuré, sintiendo mi voz gruesa- Siento el hombro izquierdo entumecido, y me cuesta un poco respirar.
James asintió aliviado.
- Te daré un poco de laúdano- murmuró, mientras me ayudaba a beber aquel brebaje- Gracias al cielo que no tienes fiebre- agregó mientras se sentaba en un sillón al lado de la cama. Todo esto sin dejar de sostener mi mano.
La magia del láudano hizo efecto al cabo de unos minutos; y con alivio, sentí como el dolor se volvía manejable.
- ¿Te sientes mejor?-murmuró bajito.
Le sonreí asintiendo. Poco a poco estaba recuperando el control de mi cuerpo.
- ¿Cómo te sientes tú?- pregunté suavemente.
- Aterrado- respondió sin dejar de ver mis ojos- Jamás había estado tan asustado en toda mi vida.
- Lo siento, amor- susurré avergonzada de haberle causado tanta angustia.
James abandonó su asiento para acercarse a mi rostro. Sonrió conmovido.
- No existe nada por lo que debas disculparte- respondió- Yo soy el que debe agradecerte por tremendo gesto de heroísmo, preciosa.- besó mi mano.- No tengo palabras que puedan expresar mi gratitud y mi admiración por ti; pero prometo que el resto de la vida me voy a dedicar a honrarte.
- ¿No te enfurece que me haya interpuesto?- pregunté con curiosidad. Había imaginado que estaría furioso por haberme expuesto a semejante peligro.
James se tomó unos minutos antes de responder.
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Sedúceme
Historical FictionSegundo libro de la trilogía PERTENECERNOS Lady Caroline Sinclair Newland no era precisamente conocida por ser el epítome de una dama inglesa; pese a que poseía el linaje, la fortuna y la belleza adecuadas para serlo. Sin embargo; siempre había al...