Prólogo

17.3K 628 71
                                    

Caroline.

Agosto de 1812.

Caminé con pasos discretos pero apresurados, mientras cruzaba el enorme salón de baile del marqués de Candem. Este, sin duda, era el evento más fastuoso de la temporada; el perfecto broche de oro a unos meses infructuosos y de aburrido ajetreo social que me tenían recluída a esta mohosa ciudad. Londres estaba terriblemente sobrevalorada.

Suspiré cabizbaja.

Lamentablemente esta era sólo mi segunda temporada, por lo que mi adorable pero persistente abuela, la duquesa viuda de Devonshire, se tomaba cada vez más en serio su papel de casamentera. Si dependiera de ella, casi podía verme  con el título de soltera y disponible bordado en todos mis trajes de baile. Básicamente, la idea de encontrarme un marido se había convertido en el pasatiempo favorito de mi reducida familia.
Personalmente, creía que era una completa pérdida de tiempo; dado que  nunca había escondido mi preferencia por las matemáticas, los libros y la ciencia por sobre los bailes, los hombres y el compromiso. Sin mencionar todo el tipo de prohibiciones que existían para el género femenino, casi teníamos prohibido pensar por nosotras mismas. Llevar una careta social había resultado agotador y ciertamente perturbador a partes iguales.

Perdiendo el sentido del tiempo, me dirigí hasta el reloj de caoba que se encontraba en el vestíbulo, bastante cerca de los tocadores de las damas.

Sonreí fijándome en la hora, a penas y faltaba unos minutos para las once de noche. Estaba llegando puntual y antes de lo pactado, lo más seguro era que me tocaría esperarle, como de costumbre.

- ¿ Sabes si los rumores son ciertos?-preguntó una voz femenina que procedía del interior del tocador.

Intenté ignorar las voces y demostrar mi puntillosa educación.

- ¿Te refieres a Spencer?- suspiró otra voz- porque si te refieres a él, me temo que sí, lo son. Es oficial, ha dejado a su última amante hace meses. Ella está deshecha.

Otro suspiro triste se escuchó en respuesta.  De pronto me sentí fuertemente atraída por la conversación.

- ¿ Eso significa que va a buscar  una esposa?-preguntó la primera voz con un deje de esperanza- ¿Puedes imaginar siquiera quién será la afortunada? Va a tener que ser una belleza y una entusiasta en la cama, porque no creo que un hombre como él, se conforme con alguien soso y asustadizo.

Más risas se escucharon.

Hablaban de él.

Me acerqué con disimulo a uno de los arbustos plantados en las grandes macetas que decoraban el lugar, para camuflarme.

-  Los rumores dicen que ya tiene a alguien en la mira- exclamó la primera mujer con voz cantarina- Y no es nada menos que prácticamente a una debutante, claro, una sumamente hermosa. Algo que resulta casi insultante para su larga lista de mujeres experimentadas; pero, debo reconocer que ella es exquisitamente llamativa.

Se escuchó una exclamación ahogada.

- ¡No puede ser cierto!- exclamó la segunda mujer- él no podría casarse con una debutante, de no ser que se trate de ...

Unos fuertes brazos me rodearon, empujando mi cuerpo hacia las sombras e impidiendo que pudiera escuchar el resto del chisme. ¡Qué atrevimiento!

SedúcemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora