James.
Contemplé en silencio a la mujer que me quitaba el aliento.
Su bonita cabellera pelirroja se encontraba sujeta en un moño desordenado, sus ojos se mantenían fijos en los míos y su boca formaba una deliciosa mueca de cansancio, que yo estaba loco por borrar. Ella se veía condenadamente preciosa.
Caroline se removió incómoda ante mi silencioso escrutinio y alisó su improvisado abrigo. Fruncí el ceño al contemplar su atuendo y proferí algunas maldiciones en mi mente. Definitivamente lo desaprobaba. Llevaba puestos unos pequeños pantalones que se aferraban apretadamente a sus caderas y a su redondeado trasero y ni hablar del traslúcido de su camisa...podría jugar que si no fuera por el abrigo, ya habría tenido un buen vistazo de sus pechos.
El sólo hecho de pensar que alguien más la pudo haber visto de esa forma, me hizo querer golpear algo.
- ¿Estás muy enfadado conmigo?- preguntó mi preciosa chica de ojos azules.
La miré por unos segundos más y finalmente suspiré.
- Estoy enfadado con la situación- aclaré, mientras la vi acomodarse en el asiento de enfrente- si Emma y Dominick hubieran arreglado su asunto a tiempo, no te hubieras visto expuesta a actuar de esta forma, ni a exponerte a tantos peligros.
Caroline negó con la cabeza. La miré confundido.
-No lo estás entendiendo- declaró en voz baja.
La miré expectante; sin embargo, guardó silencio.
- Explícamelo- sugerí para darle valor.
Mi preciosa chica tomó una gran bocanada de aire antes de continuar.
- Lo lamento- contestó con voz trémula- jamás fue mi intención lastimarte, ni ofenderte al rechazar tu proposición.
La miré duramente por algunos segundos.
- Sé que no lo buscaste; pero lo hiciste- contesté con seriedad, sin el menor atisbo de una sonrisa- me sentí herido y ofendido; pero no porque me rechazaras, sino porque redujiste lo que sucedió entre nosotros a un hecho banal y sin importancia.
Caroline evitó mi mirada, por lo que desvié la vista al paisaje y continué hablando.
- No eres alguien para una sola noche, Caroline, tú eres alguien para toda la vida- contesté mirando por la ventana.
- Estaba huyendo- respondió la aludida en tono calmado.
Aquella frase atrajo mi atención a su rostro.
- Estaba huyendo de ti- contestó sin dejar de mirarme a los ojos- y de toda la felicidad que puedes llegar a representar- reprimió un estremecimiento y continuó- Eres todo lo que temo, y todo lo que amo. Todo en una sola persona, y tengo tanto miedo que mi mundo dependa por completo de ti.
Tomé el rostro de Caroline con ambas manos.
- Caroline, tú eres mi mundo- susurré conmovido- eres lo más importante que tengo en esta vida, todo lo que me queda y todo lo que me importa- la miré con intensidad- Y no lo quiero de otra forma- miré directamente sus ojos- asi que si voy a amarte, lo haré con todo lo que tengo, sin miedos, sin ataduras, sin dependencia.
En un arrebato, C tomó mi rostro y cerró la distancia entre nosotros. El beso que me robó fue voraz, era un cúmulo de frustración, deseo y amor enfrentándose en el sabor de sus labios, y yo podría jurarme un adicto a ella.
La tomé de la cintura, mientras buscaba profundizar el beso. Diablos. ¡Cómo la deseaba!
- Lo siento- susurró en medio de lágrimas- he sido una estúpida.
ESTÁS LEYENDO
Sedúceme
Historical FictionSegundo libro de la trilogía PERTENECERNOS Lady Caroline Sinclair Newland no era precisamente conocida por ser el epítome de una dama inglesa; pese a que poseía el linaje, la fortuna y la belleza adecuadas para serlo. Sin embargo; siempre había al...