James
La inestabilidad del carruaje balanceaba mi cuerpo de un lado a otro, se trataba de un suave bamboleo que no resultaba molesto.
Por otro lado, la inestabilidad de mi mente, era una historia completamente diferente; sobretodo porque mis problemas mentales tenían el rostro de una preciosa y escurridiza pelirroja que no sólo se conformaban con poseer mi corazón. Ella quería poseer todo de mí, incluyendo los cientos de secretos que albergaba mi mente.
Suspiré con preocupación.
Los secretos de estados, eran "secretos" por una razón; el riesgo que yo representaba para la corona era como una bomba de tiempo, podría estar muerto al segundo que dejara de ser útil, y la sola idea de compartir mis verdades y mis peligros con Caroline, me producía escalofríos.
El carruaje se detuvo con lentitud en la gloriosa entrada de Devonshire'house. Bajé de este y respiré el delicioso aroma a pinos que me daban la bienvenida.
Un carraspeo masculino atrajo mi atención hacia las señoriales puertas de la mansión.
- Buenas tardes, su ilustrísima- saludó el viejo mayordomo con solemnidad, quien aguardaba en la entrada con parsimonia.
Le sonreí en respuesta.
- Buenas tardes, Charles- saludé mientras me deshacía del sombrero y mis guantes- ¿llegué a tiempo para el lunch?
- Como es costumbre, su ilustrísima llega con retraso a todas las actividades del día de hoy; sin embargo, debo añadir que nos tranquilizó saber que su equipaje si logró llegar a tiempo.- anunció Charles.
Reí ante su camuflado reproche.
- Qué puedo decirle, Charles, la impuntualidad es parte esencial de mi vida- contesté socarronamente- por otro lado, mi equipaje prefiere estar listo para cualquier ocasión.
El viejo me obsequió una pequeña sonrisa.
- Su excelencia, la duquesa viuda, ha instalado a su ilustrísima en la habitación gris del ala familiar. Su equipaje ya se encuentra desempacado y listo para su uso- anunció.
Sonreí con algo de timidez por el gesto de Helena. Lo acostumbrado era que sólo los miembros de la rama familiar directa se acomodaran en aquellos aposentos.
- ¿Puedo ayudarlo en algo más, ilustrísima?-preguntó Charles.
Le miré con indecisión antes de hacer mi pedido.
- Si no fuera un inconveniente para cook, me gustaría algunos bollos de mantequilla y un poco de mermelada de sauco- pedí con timidez. Sabía por la sonrisa de suficiencia del mayordomo, que reconoció mi pedido como el postre favorito de Caroline.
- Así se hará, ilustrísima.
- Gracias Charles- palmeé su hombro en agradecimiento y antes de retirarme a mis habitaciones, agregué- Sólo una cosa más ¿Dónde puedo encontrar a su excelencia?
- Su excelencia, el duque, se encuentra ocupándose de su caballo, su ilustrísima.
Agradecí su ayuda y me encaminé hacia las caballerizas. Los gruñidos familiares provenientes de duque de Devonshire, pusieron una gran sonrisa en mi rostro.
Sigilosamente observé como Dominick cepillaba a su caballo con expresión sombría y taciturna.
- ¿Alguien te ha dicho que usualmente gruñes demasiado? - pregunté haciéndole saber de mi presencia.
Dominick se giró con buen humor ante el sonido de mi voz.
-¡James!- exclamó, dándome un fuerte abrazo- La abuela estaba esperándote hace algunas horas atrás ¿acabas de llegar?
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Sedúceme
Historical FictionSegundo libro de la trilogía PERTENECERNOS Lady Caroline Sinclair Newland no era precisamente conocida por ser el epítome de una dama inglesa; pese a que poseía el linaje, la fortuna y la belleza adecuadas para serlo. Sin embargo; siempre había al...