5.

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Narra Belfegor

El tiempo está cumplido la hora llegado, el destino al fin parece estar de mi parte. Estoy tan cerca que hasta la puedo sentir. El pueblo está vacío, veo cortinas moverse y luces apagadas a mi paso. Sé que me observan me temen y no es para menos.

Los mitos no me hacen justicia. Si yo, yo soy inmortal unos de los siete principes del infierno un ángel caído. Supongo que puedo morir pero nunca he estado ni siquiera cerca de la muerte.

Adorado por lo moabitas, convirtiéndome en una deidad para ellos, aún recuerdo los sacrificios que me ofrecían, las orgias que hacían para mi.

Y ahora que? No puedo solo conformarme con ser el rey del Inframundo, yo quiero más yo lo quiero todo!

Tengo que dejar de pensar en esto, al menos por el momento. No acordé ningún lugar en concreto para reunirnos, aunque supongo que da igual. Ella ya era conocedora de mis intenciones. Solo tengo que esperar un poco más.

La luna está en lo más alto, es el momento, su aroma se hace palpable, la veo avanzar hacia mi con paso decido. No titubea, por alguna extraña razón hoy no tiene miedo.

- Nos vamos Helena? Le digo con una voz firme.

- No, contesta ella. Haciendome reír por su negativa.

- Entonces, elegistes por la malas, me parece bien. Le digo sujetando fuertemente su brazo.

Ella se deshace de mi agarré, me mira desafiante, no sabe lo que despierta dentro de mi, que se ponga guerrera en estos momentos.

- No me voy porque no puedo, ahora soy la Alfa de esta Manada, no puedo abandonar mi posición. Dice sin dejar de mirar mis ojos, unos ojos ahora encendidos por la ira. Y dejando en mis manos unos papeles que demuestran que dice la verdad.

Suelto un gruñido, me volteo en estos momentos no la puedo mirar, no puedo negar que ella es inteligente, ha sabido jugar bien sus cartas pero hay algo que ella desconoce.

- Muy bien mi pequeña Alfa, tus argumentos son válidos pero en todo contrato hay una letra pequeña...

La veo tensar su cuerpo, ya no es tan valiente, jajaja.. rio en mi interior. No dice nada la veo removerse sobre su sitio. Está situación me encanta.

La acerco a mi cuerpo, lamo su cuello, su sabor me encanta, ella da un leve gruñido. Se que disfruta de mi toque. Me acerco a su oído y le susurro:

- Tienes un beta, verdad? El se puede hacer cargo temporalmente de tu Manada. Su cara pierde el color haciendo que mi cuerpo se estremezca al ver el miedo y el desconcierto recorriendo su cuerpo.

Se queda muda, no dice nada, está situación se está volviendo muy divertida. Lo que hace que sienta ganas de jugar un poco más.

- Nos vamos, de momento estarás solo quince días en el Inframundo, los otros quince podrás hacerte cargo de tu Manada.

Sigue quieta, no sabe cómo reaccionar, mi pequeña loba tenía un plan muy bien trazado y se le ha ido al garete. Ella desconoce que soy el maestro del engaño, también desconoce que soy un gran seductor.

La elevó sobre mi cuerpo y la llevo conmigo, parece estar en shock, cuando parece despertar de ese estado, comienza a luchar sobre mi cuerpo, atacando, mordiendo, arañando..

- No sigas por ese camino, no sabes lo que me estoy conteniendo por no hacerte mía aquí y ahora mismo. Pero se que morirás de vergüenza si te follara en público.

Si y digo follar porque aquí no hay amor, yo desconozco su significado y tampoco me interesa experimentarlo.

Después de un rato se cansa de luchar, noto como su respiración cambia, creo que se ha quedado dormida, si por un momento piensa que voy a bajar la guardia y la voy a dejar escapar, no sabe lo equivocada que está.

No soy tonto, no obstento la posición de rey por un regalo. He tenido que trabajar muy duro y luchar contra muchos. Nunca fue fácil derrotar a ninguno de mis seis hermanos. Ellos solo están esperando a que yo tenga un momento de debilidad, para volver arrebatarme el trono, que con tanto esfuerzo conseguí..

Las puertas del inframundo se abren ante mi. El olor azufre y carne quemada es solo el olor de mi victoria, el olor al reconocimiento. Hordas de demonios se arrodillan ante mi, a cada paso que doy puedo ver en sus cuerpos la sumisión.

Llego a mi palacio todo está como esperaba, dejo a mi reina en la cama y cierro la puerta con llave, no temo que se escape sé que la encontraría fácilmente.

Pero no quiero que nadie la toque, no quiero que nadie la dañe, ella es mía y hasta que no haga su presentación oficial lo mejor para ella es tenerla cautiva y encerrada.

Los demonios están nerviosos pueden oler su pureza, la quieren tomar a la fuerza. Tengo que hacerme valer, quizás no ha sido una buena idea traerla aquí, antes debi haber quitado todo rastro de pureza en su cuerpo.

Me temo que eso será dentro de muy poco tiempo, redobló la guardia. Y dejó en la puerta a cinco de mis mejores demonios. Cualquiera que se ose a llegar hasta ella. Tendrá el peor de los finales.

La próxima noche será presentada y en ese momento ella pasará a ser mía.

La noche pasa rápidamente, entre los preparativos y los intentos por llevarse a Helena, no he tenido tiempo de aburrirme ni si quiera un poco. Al menos he descargado mi irá, desgarrando, masacrado y asesinando.

Tengo que mandar a qué limpien esto, antes no me hubiera importado dejarlo así, sería una señal de advertencia pero ahora no quiero que ella vea tanta calamidad.

No sé porqué me importa lo que pueda sentir, pero es algo que no puedo evitar y por el momento tampoco me lo voy a cuestionar.

Me acerco a la habitación, ya debe de estar despierta, supongo que necesitara comer, he tenido algún que otro problema con la comida. Aquí solo consumimos carne cruda y a ser posible carne humana. Otra cosa más a tener en cuenta. No quiero que la vean como comida.

No sé porqué me preocupo tanto por ella? esto es algo nuevo en mi. Nunca en toda mi larga vida he mirado por alguien que no fuera yo.

Abro la puerta, no la veo, donde se habrá metido? Derrepente alguien me hace caer al suelo, puedo darme cuenta de quién se trata.

Su mirada esta cargada de ira, cosa que me encanta. La volteo de un solo movimiento dejandola a ella está vez debajo de mi. Su mirada asesina me está volviendo loco.

Como no deje de mirarme así, me la voy a tener que comer y no estoy hablando de una forma literal. Tengo una necesidad imperiosa de probar su sangre puedo notar como la yugular palpita sobre su cuello.

Mi boca está tan cerca de su piel, mis colmillos salen, mis incisivos quieren desgarrar su piel. Su pulso se acelera, tiene sus ojos cerrados.

La puerta se abre de golpe, levanto la cabeza de golpe, mis ojos están encendidos por la rabia.

- Mi señor Belfegor, sus hermanos lo llaman, no pueden esperar es un asunto de suma urgencia. Dice él pequeño demonio asustado y no es para menos después me cobraré con él su intromisión.

Me levanto y levanto a mi reina.

- Volveré más tarde ahí tienes comida y ropa limpia. Le lanzó una mirada de odio y me voy. Cerrando con llave la puerta tras de mi.

Estaba tan cerca! Maldigo en voz alta una y otra vez.

Yo te maldigo a ti Lucifer portador de la soberbia, a ti Mammón portador de la avaricia, a ti Leviatán portador de la envidia, a ti Belcebú portador de la gula, a ti Satanás portador de la ira, a ti Asmodeo portador de la lujuria y a mi Belfegor portador de la pereza.

Malditos una y siete veces más, cada príncipe del infierno por siempre unido a un pecado capital. Siete pecados, siete principes del infierno.

De todos ellos, uno solo puede reinar. Quizás mi reinado este por acabar...
No lo creo no va a ser tan fácil desacerse de mi...

Alfa HelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora