27. Parte 1.

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La guerra ha llegado, esa guerra de la que tanto he renegado, con la que he crecido, la que tanto he odiado por separarme tantos años de mi padre, en esa guerra que no hay vencedores ni vencidos. Eso de lo que tanto he huido, algo que está  forjado a fuego en mi destino. En una guerra siempre se pierde nunca se gana.

Ambos bandos pierden por igual, a mi lado está el hombre que más he amado en toda mi vida, mi pilar, mi referente, ese que con un solo abrazo logra calmarme y transmitirme paz. Mi padre, mi referente, mi protector y mi mentor.

A lo lejos en el otro frente, está mi amor destinado, él padre de mi hija, el que hace que me desvele, el que despierta mis suspiros y revoluciona mi mundo con una simple mirada. Vamos a luchar juntos, contra un enemigo común, quizás uno de los dos no sobreviva a la batalla? No quiero que pase, pero si tengo que dar mi vida por la seguridad de Heba, sin dudarlo lo haré. Eso que no le quede la menor duda a nadie.

Veo como Belfegor y sus hermanos se acercan a los arcángeles, ya no hay vuelta atrás, desde mi posición veo como luchan, rayos sobrevuelan el campo de batalla, todo es caos y destrucción a su paso.

Las legiones de ángeles se dividen en dos bandos, uno ataca al flanco izquierdo donde están los señores del inframundo y el otro bando se dispone a atacar al flanco derecho, el que me incluye a mi, a mi padre y a los demás seres sobrenaturales. La suerte está echada.

Los ángeles nos atacan, sus ataques son difíciles de esquivar, son rápidos y poderosos, pero hay algo que desconocen? Conócenos su punto debil. Nosotros atacaremos de dos en dos, uno por delante y otro por detrás, así esperamos tener alguna posiblidad. Esperemos que nuestro plan de resultado, hemos estudiado cada movimiento, cada situación, estamos preparados tanto físico como mentalmente.

Los gritos inundan el campo de batalla, veo los primeros ángeles caer, ya han perdido sus alas, hemos derrotado a unos pocos y hemos perdido el doble de hombres, aún así vamos mejor de lo que pensábamos. A estas alturas deberíamos haber perdido a la mitad de las tropas y apenas si llegamos a un tercio. Lo mejor sería no perder a nadie pero con eso ya contábamos desde un principio.

Papá tiene inmovilizado a uno de ellos, me lanzó por su espalda y con mis garras desgarro sus alas, el ángel emite un grito de dolor que me parte el alma, su sufrimiento se me clava en lo más hondo de mi ser. Pero esto es cuestión de supervivencia. El o yo!

Observo en la lejanía a Belfegor, este lucha contra uno de los arcángeles, está tendido en el suelo, este es su fin. El dolor me quema, está demasiado lejos no puedo hacer nada, solo puedo esperar a que le dé el golpe de gracia. Mi corazón parece detenerse.

Mueve algo que lleva en una de sus manos, de un instante a otro, el arcángel que antes tenía encima a sido reducido a cenizas...

Eso me hace recobrar la esperanza. La lucha continua, nose el tiempo que llevamos luchando, me han herido en varias ocasiones pero aún así mi loba es fuerte y sigue luchando. Mi padre parece incansable, no tiene ni un solo rasguño. Al final va a ser verdad la leyenda de Uzziel el inmortal.

Un estruendo se escucha, un sonido muy intenso nos hace tirarnos al suelo, el dolor es insoportable, me transformo en humana y tapo mis oídos como puedo, estos han comenzado a sangrar. Ni siquiera puedo abrir los ojos. El sonido parece que nunca va a desaparecer. Los segundos parecen minutos, la agonía es palpable en cada uno de nosotros.

Al fin termina, todo es calma, intento levantarme pero no lo consigo, caigo de rodillas, estoy mareada y aturdida. Intento enfocar la vista, veo a papá a mi lado, el también trata de recuperarse, aunque no es el único los demás parecen igual.

Busco a Belfegor con la mirada, no veo nada, no hay ángeles, no hay nada solo restos esparcidos por el suelo.

Los demonios también parecen estar desconcertados, poco a poco se reúnen y se marchan juntos...

Hacemos balance de daños, tenemos bastantes heridos y desgraciadamente también numerosos muertos. Colocamos los últimos restos, y encendemos una gran pira,no es una pira convencional, está es una pira funeraria, el fuego limpiará sus cuerpos y su alma renacerá.

Solo podemos ofrecerles un entierro digno, aunque no es un entierro más bien es una incineración. El silencio es continuo, todos lo respetamos, es nuestro modo de rendirles un sentido homenaje.

Hace tiempo que cayó la noche, me introduzco de nuevo en el campo de batalla, busco algo que me haga saber el paradero de Belfegor, no hay nada, nada.. eso hace que me efurezca, pero a la vez hace que me tranquilice, seguro que está vivo, no puedo concebir una vida sin él.

- Es la hora Helena, no podemos permanecer más tiempo aquí, todos se han ido ya. Y si el está bien sabra donde buscarte. Dice papá tomando mi mano

Eso no me tranquiliza, pero debo de asegurarme de que Heba este bien, es lo que querría Belfegor que hiciera. No puedo guardar un luto! No aún, primero necesito cerciorarme de que el siga con vida.

Cuantos días han pasado, cuantas noches he pasado en vela, esperando una señal, he perdido la cuenta, quizás tres, o quizás diez. Ya no lo se, pero no puedo seguir así.

Busco en mi mente, que más puedo hacer, hay algo que no he intentado, ni siquiera sé si lo sabré hacer.

Me pongo de rodillas, junto mis manos y cierro mis ojos.

- Dios, Dios de Belfegor, se que no soy tu servidora, apenas si sé algo de ti, pero te pido que me mandes una señal, solo quiero saber que el está bien. Porfavor.. comienzo a sollozar, miró al cielo y veo una estrella fugaz cruzar. Y si..

Y si esa es mi señal..

Alfa HelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora