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He vuelto al infierno, está vez no vengo asustada, se que cuál es mi sitio aquí ahora. No voy a agachar mi cabeza y menos voy a dejar que me pisoteen.

Mi prioridad es Heba, se que él a dicho que por ley nadie la puede tocar, pero no puedo obviar que los demonios no tienen palabra. Son tramposos por naturaleza. En cualquier momento podían intentar saltarse las normas.

Durante estos meses he estado investigando, tiene que haber una forma de matarlos, por lo menos a los de rango inferior. Ya se que Belfegor y sus hermanos son ángeles caídos, solo pueden morir por el poder divino, nose si los Arcángeles podrían acabar con ellos.

Eso es algo que debo seguir investigando. Dónde estarán? Vivirán en el cielo? O estarán camuflados aquí en la Tierra?

Cómo si fuera tan fácil, contactar con ellos, si ni siquiera sé dónde encontrarlos, no quiero acabar con Belfegor. Antes si quería que desapareciera pero ahora ese pensamiento ha cambiado.

Tengo que estar preparada para poder luchar contra los demonios si se diera el caso. Si no volvieran a la vida? tiempo después todo sería más fácil.

He encontrado un resquicio, no es una situación duradera pero a corto plazo puede funcionar. Puedo encarcelar esas almas corruptas en un lugar específico del Inframundo, solo lo tengo que encontrar primero. Otra traba más en mi plan, pero nadie dijo que esto fuera a ser sencillo.

Cojo a mi pequeña y me dirijo fuera, veo que ahora no tengo un guardia, hay tres más. Por lo tanto ahora contamos con la protección de cuatro demonios.

Es una cosa que me molesta pero lo acepto por la seguridad de Heba. Lo único es que si antes ya nos miraban ahora todavía será peor.

Porque vivirán tan lejos estás mujeres, pienso mientras camino hacia su casa. Está tarde voy a conocer al bebé de Margaret y a las demás hembras. Voy a escucharlas y a tomar notas. Quizás haya algo que yo pueda cambiar, hacer que su estancia aquí sea más cómoda, espero poder mejorar en algo sus vidas.

Ojalá y cuando Heba tome el poder, ella lo pueda cambiar y cesen los secuestros, ojalá que si una hembra decide venir aquí, sea por propia voluntad y no como hasta ahora a la fuerza o con coacciones.

Veo a mis amigas, están sonrientes y bonitas dentro de lo que cabe, tienen ojeras y algún que otro morado. Más tarde les preguntaré por ese hecho. Si me cuentan ahora lo que les ha pasado, la rabia se apoderara de mi y no estaré tranquila en la reunión, quiero dar una buena impresión, estoy nerviosa y se que no debería pero ahora mismo no lo puedo evitar.

- Chicas las he echado tanto de menos! Les digo mientras me acerco más a ellas. Ellas me miran sorprendidas, pero más miran al bultito que se remueve entre mis brazos.

- Es verdad, entonces? Por eso te fuistes? Es una niña como cuentan? Dice Carol intentando ver la carita de mi bebé. Yo la descubro y se la muestro, es una bebé de piel clara y pelo negro como la noche, sus ojos aún no sé cómo son. Todavía es muy chiquita, ahora solo se ven grises, son pocas veces las que los tiene abiertos.

Ella es comer y dormir.

- Si, he tenido una niña, espero me disculpen por haberlas mentido, no tenía otra opción, decirlo o quedarme aquí era peligroso para las dos, les digo apenada. Esperando que comprendan mis decisiones.

- No tienes que pedir disculpas, lo entendemos todo, solo que te echamos mucho de menos. Dice Margaret poniendo su mano derecha sobre mi hombro, eso me produce tranquilidad.

- Margaret y el bebé? Quiero conocer a ese pequeño príncipe. Tampoco me olvidó de tu chiquitín Carol. Les he traído unos regalos, digo muy feliz. Ellas me miran sorprendidas e ilusionadas,  supongo que aveces también se merecen que alguien les preste atención a ellas y a los bebés. He visto que solo les proporcionan los básico. Es tan injusto...

Alfa HelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora