Narra Belfegor
Al fin he vuelto, he regresado a su lado, pero está vez no soy como el hombre que conoció. He cambiado demasiado, ahora no soy ni la sombra de lo que una vez fui.
La he visto, estaba sentada sobre un balancín, distraída como siempre, ella lo negara pero es puro despiste.
No tengo nada que ofrecer, ya no soy el rey de ningún lado, no tengo dinero y riquezas para ofrecerle. Solo puedo ofrecerles mi corazón.
Ella estaba emocionada y feliz pero no más que yo. Estoy intentando ser frío, así su rechazó dolerá menos. A quién pretendo engañar! Dolerá y dolerá mucho, da igual si le muestro mis sentimientos o no!
Le he dicho todo, ahora solo espero que responda. Estoy nervioso, esto algo para lo que no estoy preparado y si me rechaza? Y si no me acepta tal como soy?
- Belfegor, nunca voy a dejar de amarte, por más que pasen los años, pero lo mejor es que te marches con tu Dios, no me perdonaría nunca que un día me culparas de alejarte de él. Eso es algo que me atormentaria cada día de mi vida. Nunca te pediría que renunciaras a tus sueños por mí o por Heba. Dice Helena para después salir corriendo en dirección a la casa.
Estoy destrozado, una parte de mi esperaba que ella me escogiera. Pero no lo hizo, ella me concedió la libertad para volver con el Creador.
**
Las semanas pasaron, las estaciones cambiaron.. en unos días Heba cumplirá su primer año. Nunca he dejado de observarlas desde lejos, las he protegido. Helena no se ha relacionado con nadie al menos de manera íntima, no soportaría que la tocará otro que no fuera yo. Pero que puedo hacer si ella fue la que decidió.
Aveces la tristeza me invade, pensé que al estar aquí de nuevo me sentiría pleno, no fue así. Hay un vacío que no se puede llenar.
- Belfegor ven, vamos a conversar. Dice el creador a mi lado. Yo me acerco a él y espero que inicie la conversacion.
- Sabes que ya has estado demorando mucho tiempo tu marcha. Es hora de volver con ellas, puedo sentir tu sufrimiento.
- Padre ella me alejó, no quiere estar conmigo. Le digo mirando al infinito.
- No, te alejo, ella te quiere más de lo que tu crees, no hay mayor prueba de amor que renunciar a tus sueños por cumplir los de tu amado.
Será que Dios tiene razón, será que ella me ama y me alejo para que yo fuera feliz. Si lo hizo no sabe cuánto se equivocó, mi vida son ellas.
- Padre que haré ahora? Yo no tengo nada que ofrecer, que haré ahora? Ya no soy un demonio, dejaré de ser un ángel? En qué me convertiré? Le digo preocupado.
- Hijo, nada va a cambiar seguirás siendo un ángel, no voy a permitir que sufras otra vez, ya te hice pagar demasiado tiempo. Todo estará igual, podrás venir cuando desees y yo te llamaré si te necesito.
- Padre, pero ella no es inmortal? Que haré cuando llegue su final?
- Eso lo decidirás tu mismo, cuando llegue el momento, ahora vete y se feliz.
Es de noche, se que ella estará en el porche sentada en su balancín, es lo que hace todos los días, llueve o nieve. No sé cómo lo voy a hacer, se que es muy orgullosa, ya lo sé, lo tengo claro.
Guardo mis Alas, no necesito que nadie que yo no quiera las vea. Soy silencioso aunque no lo necesito, ella está en las nubes como siempre, ahora no puede oler mi esencia al ser divina, eso me hace sonreír voy un paso por delante y no sospecha nada.
La agarro desde atrás y le susurro al oido.
- Cuántas veces tengo que decirte que no estés fuera a estas horas. Le digo en ese tono despectivo que antes solía usar.
Ella da un grito, al no percatarse de mi presencia, su corazón late desbocado, no se si por la impresión o por mi presencia. Igual por ambas.
Se levanta del balancin, me mira de arriba abajo incrédula, creo que debe de estar pensando que está soñando. Bueno pues vamos a jugar un rato.
La cojo en brazos y la paso dentro de la casa, la llevo a la cama y la dejo sobre ella.
- Lobita quitate la ropa? Quiero verte. Le digo en tono sensual.
Ella obecede, que extraño, ella puede ser cualquier cosa menos sumisa, ahora doy por hecho que está convencida de que es un sueño. Solo un poco más y le digo la verdad, pero es tan bonita, su cuerpo me llama, hace tanto tiempo que no la hago mía.
Mis labios están apunto de fundirse con los suyos, cuando noto un fuerte golpe sobre la cabeza y algo metálico rodar por el suelo.
- Deja a mi hija maldito, no habrá más advertencias, lo próximo en rodar será tu cabeza. Dice el Alfa enfadado, no podía ser otra persona, no! Tenía que ser él y en este preciso momento.
- Veo que no has aprendido modales en mi ausencia, se llama antes de entrar en la casa de otros. Le doy la sábana a Helena para que se cubra.
- Tu.. tú cuándo has vuelto? Dice asombrado.
- Es una larga historia, es mejor hablar mañana ahora tengo cosas qué hablar con mi mujer así que ya sabes.. miro hacía la puerta esperando que se dé cuenta, de qué es hora de marcharse.
Helena le deja una sonrisa tímida y él sale de la habitación cerrando la puerta.
- Qué haces aquí? Volviste al cielo, porqué estás aquí de nuevo Belfegor? Dice Helena con la voz entrecortada.
- las explicaciones para más tarde ahora volvamos a dónde lo dejamos antes de que tu padre nos interrumpiera.
- Pero... No dejo que continúe con su alegato es hora de pasar a la acción sello sus labios con los míos, ahora lo único que deseo es tenerla cerca, sentir su piel y llenarme de su calor.
Después le explicaré que he venido a quedarme y que por más que se empeñe nada ni nadie harán que yo me pueda mover de su lado.
Fin.
No te vayas todavía, aún te tengo cosas preparadas. Si, te digo a tí! Aún quedan cosas por contar.
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Alfa Helena
Hombres LoboHelena, Helena ese es mi nombre. Hija de un gran Alfa y mejor hombre. Su nombre pesa sobre el mío. Uzziel el inmortal, el alfa de los ojos tristes. Ese que lleva sobre su espalda tantas muertes... Sobre mis hombros reposa su legado, todas las mirada...