La caida de Belfegor.
No sé el tiempo que llevo aquí, desconozco mi edad, tampoco importa el tiempo como tal. No he nacido como tal, solo que un día nuestro padre nos creo. Somos muchos quizás demasiados.
Dios no ha reunido, somos un grupo de unos doscientos, nos ha asignado una tarea, la tarea de cuidar y supervisar a su nuevo entretenimiento. Los ha llamado humanos, son frágiles y manejables.
No podemos interferir en sus vidas, solo susurrarles ideas para que ellos solos alcancen metas y logros.
Me parece divertido salir de la monotonía, mi vida en la tierra es plena, susurro ideas sobre astrología, hierbas medicinales, agricultura y cría de animales.
Uno de mis superiores, me ha dicho que debo parar, que eso no es parte del plan de Dios. Pero que tiene de malo que ellos aprendan? No soy el único apercibido por mis actos, otros de mis compañeros han ido más lejos, les han susurrando el arte de la guerra, como fabricar armas y como luchar.
Eso no lo veo bien, son almas puras pero fáciles de corromper, aveces cuestióno las decisiones del creador, no creo que todos seamos iguales, unos solo los ayudamos a crecer y a mejorar, en cambio otros han cambiado se han corrompido y han dejado de lado las enseñanzas de nuestro creador.
En el paraíso algo anda mal, Lucifer se ha enfrentado a Dios, desconozco el porqué? Hablan de algo de un diluvio, de una purga en la Tierra, de eliminar los errores.
- Que es lo que pasa? Porqué tanto alboroto? Pregunto a un ángel a mi lado.
- Algunos de ellos, dice señalando al frente - han sucumbido a la lujuria, han tenido descendencia, Dios no está de acuerdo, dice que es una abominación y un pecado difícil de perdonar.
Sigue el alborotó, algunos de los líderes se preparan para luchar, uno de ellos se posicióna al frente. En el otro bando están:
Miguel, como jefe del ejército celestial,
Gabriel, el mensajero celestial,
Rafael, el protector de los viajeros, de la salud y del noviazgo,
Uriel, es el encargado de las tierras y de los templos de Dios,
Raguel, es el encargado de repartir justicia, e imparcialidad y de la armonía.Ellos son los preferidos de Dios, son sus arcángeles, en cambio nosotros solo somos sus peones, aveces no puedo soportar la idea de que todos no seamos iguales, siento envida y eso me hace sentir todavía peor. A mí que me educaron en el amor.
Ni siquiera he podido dar mi opinión, quizás he obrado mal, pero me han puesto en un bando y para mí desgracia es el perdedor.
Miguel nos ha cortado las alas, sin ellas no somos nada, que seremos ahora? También nos han expulsado del paraíso y condenado a vagar por toda la eternidad en la tierra, sin volver a sentir el amor de nuestro padre.
Llevamos ya algún tiempo en la tierra, Dios creyó que matando a los hijos de los angeles, estos desaparecerían, pero no! Sus cuerpos murieron pero sus almas se reencarnaron, en seres crueles, sin el menor atisbo de compasión, solo saben sentir odio y rencor.
Nosotros los llámamos demonios! una guerra se ha desatado por el poder, nunca me gustó tomar partido pero está vez no me queda otra opción, yo que sin haber cometido pecado alguno, yo que siempre le fui fiel, fui desterrado de su lado y relegado a un simple traidor.
Está vez no me quedaré en la retaguardia, está vez si tengo que luchar y perder por lo menos lo haré en primera línea de batalla, nunca más me esconderé.
Está lucha lleva ya demasiados años, individualmente no la ganaremos ninguno, ya estoy cansado, he convocado a seis ángeles, cada uno con características diferentes, si unimos fuerzas ganaremos. Esto acabará y podremos compartir el poder.
Lucifer, Mammón, Leviatán, Belcebú, Satanás, Asmodeo y yo Belfegor.
Los siete nos convertiremos en los príncipes del infierno por qué esto es lo que es. El lugar donde sufren castigo los condenados por la justicia divina. Cómo preveía eso ha pasado.
Durante más tiempo del que recuerdo he estado solo, no he necesitado ni siquiera alivio, no voy a negar que he yacido con hembras quizás más de las que pueda contar.
Pero nunca me ha satisfecho, siempre he deseado más y ninguna de ellas podría proporcionarme nada de lo que anhelaba en todo ese tiempo.
Aquel ángel que una vez estuvo bajo el cobijo de Dios, ha desaparecido y nunca más volverá, borre todo vestigio de esa época.
Simplemente la enterré en los más profundo de mi corazón. Un corazón que tuve y que ahora solo es un órgano que bombea sangre en mi interior.
Ya no queda nada de él, su olvidó, y su desprecio solo consiguieron que mi corazón se llenará de oscuridad. Llevando una vida de condenación, pena y sufrimiento, una vida que nunca tendrá fin. Maldito! hasta el juicio final.
Hace bastantes años que me hice con el poder total del infierno, sometiendo a mis hermanos a mis deseos, fue una guerra que tarde en ganar y con mucha dificultad, pero una vez más, mi astucia supo generar su merecido premio.
Hace tiempo que me aburro, necesito más, está vez soy más ambicioso quiero gobernar el mundo de los humanos y quién sabe si después hacerme con el poder celestial, mi poder y mi ambición no tienen límites, nada ni nadie me podrá frenar.
A un ser sin corazón, que olvidó hace mucho el significado de la palabra amor y el de la compasión, nada ni nadie se le pone por delante, solo mi nombre ya genera terror. Por algo soy Belfegor el teniente del infierno.
Aquí solo sobrevive el más fuerte y ese soy yo!
Dios hace años que parece dormido, se olvidó de su creación, cuentan que los Arcángeles acabaron con él y son los que obstentan el poder, no sé cuánto hay de verdad en esas palabras, solo se que están esperando a que pase algo.
Esperando el momento justo para desatar una guerra entre el cielo y el infierno. Si es verdad aquí los estaré esperando y está vez seré yo el que le corté las alas al desgraciado de Miguel.
Quiero que sufra lo mismo que sufri yo! la venganza sea convertido en mi alimento y el odio calma mi sed.
Capitulo diferente, pero me apetecía mucho escribirlo. Solo espero que os haya gustado.😘😘
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Alfa Helena
WerewolfHelena, Helena ese es mi nombre. Hija de un gran Alfa y mejor hombre. Su nombre pesa sobre el mío. Uzziel el inmortal, el alfa de los ojos tristes. Ese que lleva sobre su espalda tantas muertes... Sobre mis hombros reposa su legado, todas las mirada...