Narra Belfegor.
El día ha llegado nunca pensé que llegara tan rápido, los últimos diez días he estado tan ocupado que apenas la he visto, casi ni he dormido, tampoco es que lo necesite mucho pero ir a dormir me permite estar cerca de ella.
Tampoco la he vuelto a tocar desde aquella noche, no por falta de deseo o por cansancio eso nunca, llegaba tan tarde y siempre estaba dormida que algo dentro de mi me decía que debía dejarla descansar. No sé que me pasa pero a su lado siento cosas extrañas.
Todavía no he decidido el castigo que le voy a imponer, desafío mi autoridad al intentarme asesinar. Aunque he de decir que eso me excito bastante, es tan atrevida y tan inconsciente a veces. Que lo único que consigue es excitarme y enfadarme a partes iguales.
Quizás debería romper mi promesa y no dejarla marchar estos próximos quince días, total soy un demonio! Lo mío es hacer trampas, un demonio no tiene palabra.
Veo como se ha ido integrando aqui, he notado que se siente sola, por eso cuando uno de mis guardias me dijo que había preguntado por las hembras humanas, decidí darle permiso. Ella se cree que no la vigilo que la dejo actuar sola, no sabe lo equivocada que está! Controlo cada uno de sus pasos, cada uno de sus movimientos,no dejo nada al azar.
De momento quiero que piense qué es ella la que controla su vida, quiero jugar con ella todo tiene un toque divertido.
El tema de mis hermanos parece estar bajo control, están más calmados pero eso no va hacer que baje la guardia, se que en cualquier momento estarán atentos para derrocarme y ocupar mi lugar.
La estoy esperando debe de estar apunto de llegar, se que ha pasado toda la tarde con las humanas, me asomo por la ventana la veo llegar, su mirada es diferente, brilla como la primera vez que la vi, me quedo mirando el horizonte, todo lo que hay aquí, es mío!! Pero yo quiero más, yo lo quiero todo! Mi ambición no tiene límites.
La puerta se abre, escucho pasos sobre mi espalda, me mantengo en la misma posición. Ella se para detrás de mi.
- Belfegor, podemos hablar, dice ella con tono suave. Mi nombre en sus labios hace mi cuerpo hervir, la deseo tanto que no creo poder aguantar. Me giro y espero a que hable.
- Hoy es el día, hicimos un trato recuerdas? Quince días aquí y quince en mi Manada. Dice con esa mirada desafiante. Cómo olvidarlo, debí de haber pensado otra cosa, estar quince días sin ella no me va a resultar nada fácil. Tampoco puedo ir con ella me expongo a un golpe de estado en mi ausencia.
- Recuerdas que me intentastes matar? No puedo pasarlo por alto pequeña Alfa, le digo acercándome a ella y oliendo su pelo.
- Si, yo.. yo.. lo siento la ira me nublo la razón. Dice ella avergonzada.
- Todo pecado tiene un castigo.. el tuyo será pasar solo diez días en tu Manada.
Ella levanta la cabeza y me mira asombrada.
- Está bien acepto por esta vez, cuando regrese hay cosas de las que quiero hablar contigo. Dice resignada.
- Hablaremos de camino, pero antes te voy a hacer mía de nuevo, hoy no seré suave como la primera vez. Te deseo tanto que no me podré contener. Le digo y la tumbo sobre la cama...
**
- Falta poco para llegar, que es lo que querías decirme.
- Se que puede resultar atrevida mi petición pero no puedo simplemente quedarme callada y hacer que no ví nada. Me gustaría que dejaras que las mujeres del Inframundo pudieran ver a sus hijos, eso no les hará débiles, son niños aún no guerreros, por favor no les prives del calor de sus madres.
Está petición no la esperaba, si cambio esa ley, podría verme débil ante los demás, pero por otra parte Helena sería más sumisa si atiendo a su petición...
- En diez días te daré la respuesta. Te espero aquí, cuando den las doce del día diez. Sabes lo que pasará si no vienes? Le digo firmemente. Ella asiente y se marcha poco a poco. Cada paso que da lejos de mi, es un puñal que se clava dentro muy dentro. Que sensación es está que me ahoga.
Es la primera vez en toda mi larga vida que me siento así.
No sé si he tomado la mejor decisión, lo único que se, es que está no me gusta, ya estoy de mal humor y aún faltan diez días para que vuelva a mi lado.
Presiento que nadie va a sonreír en el Inframundo durante muchos días...
Horas después en el Inframundo
- Damián ven aquí! Quiero que me expliques todo lo que tenga que ver con el adiestramiento de los híbridos de humano y demonio. El demonio se acerca agacha su cabeza y comienza a hablar, no la levanta tiene miedo y no es para menos, no estoy de humor.
- Amo.. majestad los híbridos son retirados de las madres a los seis años, siempre se considero que era un edad buena para hacerlo, tampoco se les permite volver a ver a sus progenitoras. Pasan un años difíciles, lloran y se enferman con facilidad, pero el que no muere el primer año, es un guerrero entregado...
- Está bien, retirate ahora necesito estar solo. Le digo levantando la voz.
Si hago un cambio de tal calibre, puede ser interpretado como una debilidad, pero si dejo que ella lo haga, como reina, no será visto así, es su reina y tiene todo el derecho de dar órdenes...
A mí los seres inferiores nunca me han importado, ni lo harán en un futuro, pero desde que ella intento matarte algo se despertó en lo más hondo de mi ser. No quiero que me tema, ahora se que no la quiero dañar, tampoco quiero que me odie,
El hecho de que me odie, me excita, eso no lo voy a negar, el modo en el que me mira con desprecio, esos desafíos, esa reveldia, solo hace que mi lado más oscuro se encienda. No quiero una hembra sometida, no quiero que se sienta obligada a yacer en mi cama. Solo deseo que sea ella misma, que no se someta, que se entregue a cada uno de mis deseos por propia voluntad.
Es tan difícil, vivir así. No sé que me ha hecho, no se que clase de embrujo ha utilizado, para que yo pueda sentirme así, capaz de anteponer sus deseos a los míos, incapaz de sacarme sus recuerdos, su cuerpo, su aroma y su voz de mi cabeza.
Diez días, solo diez días y ella será mia de nuevo.
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Alfa Helena
LobisomemHelena, Helena ese es mi nombre. Hija de un gran Alfa y mejor hombre. Su nombre pesa sobre el mío. Uzziel el inmortal, el alfa de los ojos tristes. Ese que lleva sobre su espalda tantas muertes... Sobre mis hombros reposa su legado, todas las mirada...