Apenas faltan unos días según el doctor para que mi bebe llegué al mundo, estos meses sin Belfegor han sido demasiado duros, nunca pensé que lo pudiera echar tanto de de menos.Lo he visto una vez en semana desde que me trajo de nuevo a la Manada, aún así no es suficiente, mi padre se ha encargado de no dejarnos ni un minuto de intimidad, y para que voy a negarlo echo de menos sus caricias y sus besos.
La tensión entre papá y Belfegor es palpable, papá ha sacado su lado sobreprotector y Belfegor no sea quedado atrás. Estoy cansada de sus discusiones, de sus miradas, parece que de un momento a otro se van a liar a palos.
Estoy enorme, parezco una gran globo hinchado, hace semanas que no veo mis pies, mi bebé es fuerte patea y patea rudo una y otra vez. Supongo que la sangre de demonio y de Alfa es la que le da tanta fuerza.
Será alguien importante, será el líder de dos especies.
- Hele, es hora de comer deja ya de escribir un rato. Dice mamá desde la puerta.
Me levanto torpemente, camino dos pasos y noto un líquido caliente recorrer mis piernas.
- Mamá, mamá que es lo que está pasando? Le pregunto asustada.
- Cariño llegó la hora, vas a entrar en labor de parto. Dice mamá ayudandome a ir hacia la cama.
- Mama, tienes que llamar a Belfegor, en la mesita está su núme... Un dolor intenso se apodera de mi abdomen. Apenas si me deja respirar.
- Porque no podría haber elegido la diosa una persona normal, en estos momentos estaría en un hospital teniendo un parto sin dolor y no en casa...
El doctor llegó hace un rato, dice que voy bien pero que aún falta un rato, como que falta? Si llevo así varias horas sufriendo mucho, estos dolores son insoportables, venga Helena, tu puedes, en un rato todo habrá pasado y tendrás a tu hijo en brazos.
- Empuja Helena, un poco más, venga un último empujón y todo habrá acabado. Dice el doctor.
Claro es tan fácil decirlo, pero yo estoy agotada, hago lo que me pide y sacó fuerzas de dónde no las hay. Unos segundos después escucho el mejor sonido de todos, esto ahora es música para mis oídos. El llanto de mi hijo.
Veo como lo limpian y lo envuelven en una manta, me lo entrega en mis brazos, lo miro con tanto amor que hasta me duele el pecho.
- Helena aquí tienes a tu hija, es una niña sana y hermosa.
Espera que ha dicho, hija, niña? No puede ser ellas dijeron que solo nacían niños. Pero es algo que me da igual, ahora no quiero pensarlo, sujetó la manita de mi hija y sonrió, cambio la mirada hacia la puerta y allí está él.
Se acerca y me sonríe.
- Toma, quieres coger a tu hija, le digo con amor. El parece sorprendido tanto como yo, aún así estienden sus brazos y coje a nuestra pequeña. La mira y la besa con ternura. Dónde ha quedado el rey de los demonios, el más cruel y malvado del Inframundo...
- Te llamaras Heba que significa regalo de Dios.
- Es un nombre muy bonito, le digo cansada.
- Es hora de que la alimentes y descanses en unos días nos marchariamos, necesitas recuperarte. Has sido muy valiente. Dice entregandome a Heba y dejando un beso sobre mi cabeza.
**
- Papá, no sigas por ese camino, sabes que dije que después del nacimiento nos marchariamos. Le digo levantando la voz.
- Ya lo sé Helena, pero solo ha pasado una semana desde el nacimiento de Heba, entiende que no quiera separarme de mis niñas. Dice papá haciendo un puchero.
Que lindo, tan mayor y haciendo juegos de niños.
- Uzziel, ya lo hemos hablado. Helena volverá pronto y veremos cómo podemos hacer para tener pase para el Inframundo. Dice Mamá acariciando el pelo de papá.
- Está bien Briana, solo que allí no las podré proteger. Dice Papá otra vez triste.
- No te preocupes criastes a una mujer fuerte y valiente, además Belfegor matará a cualquiera que se acerque a ellas. Dice mamá en tono tranquilizador.
Es la hora, Belfegor está en la puerta, llevo todo lo que puede necesitar Heba. Me despido de todos, prometiendo volver a verlos pronto.
El trayecto al Inframundo lo hacemos en silencio, mi pequeña está dormida. Estamos apunto de llegar Belfegor me ha explicado que hay que hacer una presentación, también puede desarrollarse alguna revuelta, entiendo la situación pero aún así no puedo evitar ponerme nerviosa.
El salón donde se desarrolló mi presentación está abarrotado, se escuchan gritos y también algunos vítores. Belfegor coge a Heba en sus brazos, la deja en medio de una mesa.
Sus seis hermanos se acercan a ella, estoy a punto de conventirme en loba y saltar sobre ellos, Belfegor me detiene, veo como la olisquean, sus expresiones no son agradables.
Uno por uno vuelven a sus tronos, han dado el visto bueno, ahora es un demonio de aspecto muy desagradable el que sostiene a mi hija en sus brazos. La levanta y la muestra al público.
- Aquí tienen a su reina, Heba heredera universal del Inframundo.
Todos los presentes agachan sus cabezas, incluyendo a los otros seis principes. Todo a saludo bien, no ha habido ninguna revuelta y Belfegor me ha asegurado de que apartir de ahora nadie se acercará a Heba con intención de dañarla.
Si eso sucede no me importa si son capaces de renacer, los mataré una y otra vez.
Todo aquí sigue igual, nada ha cambiado, la gente agacha la cabeza a nuestro paso, sigue sin gustarme esa sensación pero lo prefiero a qué no nos respeten.
Hay una pequeña cuna al lado de mi cama, coloco a Heba en la cuna. Me acerco a la ventana, me pierdo en la oscuridad es oscuridad que te absorbe y a la vez te llama.
- Quieres cenar carne cruda o te apetece comida normal para humanos?
- Tu qué crees? Digo y comienzo a reir, el se une a mi, inmediatamente después nuestras miradas también se unen, nuestros labios se buscan, se llaman, se necesitan..
Los besos y las caricias son más intensas, más necesitadas, de un momento a otro estoy tumbada sobre la cama. Con mucha dificultad logro separar mi boca de la suya.
- No podemos seguir,el doctor dijo que tengo que pasar la cuarentena, sino podría volver a quedar embarazada.
- Mmmm.. sabes que no me importaría tener más hijos. Dice Belfegor con una sonrisa pícara.
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Alfa Helena
WerewolfHelena, Helena ese es mi nombre. Hija de un gran Alfa y mejor hombre. Su nombre pesa sobre el mío. Uzziel el inmortal, el alfa de los ojos tristes. Ese que lleva sobre su espalda tantas muertes... Sobre mis hombros reposa su legado, todas las mirada...