Un profesor y un instinto

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Pasaron unos minutos, durante los cuales aquella pareja de pura lujuria volvió a acomodarse en el banco de madera. Nada más sentarse ambos, Scar volvió de su travesía. Alec aún se sentía aturdido por aquella repentina situación, por lo que trató de evitar cualquier tipo de contacto con Jared lo máximo que pudiese.

-¿Cómo ha ido? -preguntó el más joven.

-Todo bien -contestó el mayor.

Chrobe prefirió no intervenir, pues sentía que su palabra no tenía nada que hacer en esa conversación.

-¿Qué habéis hecho en mi ausencia?

-Nada en especial...

-¿Ah, no? ¿Tan relevante soy? -preguntó tras echar una leve risa.

-Sí, sí... Tú sigue alimentando ese ego...

Scar volvió a reír. Ese tipo de comentarios siempre solían sacarle alguna sonrisa, la frialdad con la que lo decía le resultaba divertido en varias ocasiones.

-Como sea, ¿qué queréis hacer? -preguntó el de rubia melena.

-Cualquier cosa me vale... ¿Tú, Jared?

-Uh... Lo que os apetezca hacer a vosotros está bien para mí -contestó el de castaño cabello.

-¿Incluso una orgía con todas las personas que se encuentran aquí? -cuestionó el piel-pálida.

-Qué demonios... ¡No! -replicó Jared.

-Entonces no todo está bien para ti.

-Hah, Alec siempre diciendo de las suyas... -susurró el mayor.

-...Pero en ese caso, a ti tampoco te valdría cualquier cosa.

-A mí me la suda estar en una orgía con decenas de desconocidos. Por lo que... Sí, me da lo mismo qué queráis hacer -contestó Alec.

Continuaron la conversación durante aproximadamente una hora, y hablaron de una gran diversidad de temas mientras paseaban por el lugar. Aunque parecía que los tres estaban agradablemente entretenidos, el chico de verdes ojos se posó delante de Scar, estirándole la parte inferior de su blanca camisa. Jared no se dio cuenta de aquello, ya que estaba mirando unas vitrinas llenas de fotografías de atractivas mujeres.

-Oye, Scar... ¿Podríamos volver a casa? Me gustaría estar solo...

-Está bien, pero si quieres estar solo, ¿por qué quieres que te acompañe?

-Prefiero estar solo y saber que tengo alguien a quien acudir... -respondió tímidamente el menor.

-De acuerdo, iremos a casa. Despídete de tu amigo, cómo se llamaba... ¿Carrey?

-Jared.

-Eso, Jared.

Alec hizo caso. Se acercó a Chrobe, llamándole la atención para que se diera cuenta. Esperaba un simple adiós, como el que le había dado él la última vez, pero no fue así. El de castaño y corto cabello le abrazó y besó su descubierta y pálida frente, añadiendo al final una suave voz que se despedía de él.
Una vez se hubieron despedido, Scar y su joven amigo se encaminaron a su hogar. Estuvieron hablando de algunas tonterías, totalmente irrelevantes, por el camino. Nada más llegar a la casa y encontrarse ya en el salón, Alessandro estiró de nuevo la blanca camisa de su guardaespaldas mientras observaba cómo cambiaban los pliegues que surgían de ésta.

-Scar... Ayer olvidé darte las gracias...

-¿Las gracias?, ¿de qué?

-Por lo de haber cerrado los ojos antes de... Ya sabes, eso.

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