Un bote de mermelada y un fetiche

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Jared continuó defendiendo su título de bestia sexual, el cual no pretendía ceder al rubio sólo porque es mejor que él en cuanto a hombres se trate. Y aunque seguía creyendo que era imposible que Scar follara mejor que él, prefirió cambiar el tema de la conversación. Pero... ¿De qué podían hablar?

-Oye, Alec. ¿Te gustaría que te enseñara a cocinar?

-...¿Por qué iba yo a querer aprender a cocinar si vivo rodeado de cocineros?

-Pues yo qué sé, tal vez prefieras cambiar el método en el cual el melenas o yo preparamos comida.

-No.

-Bueno, pues me da igual. Te enseñaré a preparar algo.

-Ya te he dicho que no quiero aprender.

-Ya lo sé, pero no tienes por qué aprender. Me aburro y quiero pasar el tiempo. Y me da pereza volver a follar.

-...Te da pereza follar, estando ambos desnudos y en la cama, pero no hacer que me vista e ir abajo para mostrarme cómo cocinar. Muy bien, sigue así -comentó, aplaudiéndole con completa ironía.

-¡Déjame, simplemente quiero que hagamos algo juntos!

-Para follar se necesitan mínimo dos personas, eso ya es algo que podemos hacer juntos.

-Mira, vale. Tú ganas. Pero no quiero follar. Ahora vístete. Aunque sea la ropa interior. Quiero enseñarte a cocinar, y me da igual si no me prestas atención. Sólo quiero ir a enseñarte.

-Qué pesado eres cuando te da por hacer algo...

-¡Cállate y vístete! -dijo finalmente, lanzándole una almohada a la cabeza.

-¡Que ya voy, leñe! ¡Qué irritante eres! -respondió, devolviéndole el golpe, esta vez con dos almohadas simultáneas.

Una vez terminaron de discutir y de vestirse, descendieron hacia el piso inferior, donde se encontraba aquella espléndida, muy bien cuidada e impecable cocina. Alec le siguió gruñendo durante todo el trayecto, pero Jared no hizo más que ignorarlo. Cuando hubieron llegado, el mayor le señaló dónde estaba situada cada cosa, cada alimento, cada instrumento, cada aparato; y el menor le observaba, aunque su mente no prestaba la más mínima atención a lo que hacía. Tras unos minutos, Chrobe sacó un bote de mermelada, lo abrió y se lo echó al de verdes ojos.

-Ahora serás un chico muuuuuuy dulce -susurró alegremente.

-...Si vamos a empezar a echarnos cosas por encima, entonces yo tendré que tirarte conservantes, a ver si así duras más.

-...Te gusta cortarme el rollo, ¿verdad?

-No, para nada.

-Y ahora voy yo y me lo creo... ¡Eres cruel conmigo!

-No lo sería si fueses más duradero, como las pilas. ...Eso es, ¡aprende de ellas!

-No me jodas...

-Aún mejor, te enchufaré la polla a ver si así te da energía extra o algo.

-Vale, vale; ya lo he pillado. Sí, te encanta meterte conmigo. Entendido. Ahora, por favor, para.

-...Hablando de pilas, creo que un vibrador de esos que parecen del Barroco de tantas mierdas que les ponen duraría como tres veces más que tú...

-¡Que sí, que ya te he entendido!

-¡Pues dura más!

-¡No puedo durar más si no follo con tíos más seguido, cosa que no pienso hacer!

-¡Entonces jódete y soporta mis quejas!

-¡No!

-¡Pues follemos, maldito perezoso de mierda!

-¡Pues venga, corre para arriba otra vez! ¡Ya te mostraré yo quién es el que dura!

-¡Scar!

-...¿Tenías que recordármelo, verdad?

-Sí.

-Pues ahora no follamos.

-Pues te seguiré haciendo bullying, no sé cómo lo ves.

-Pues ahora follamos.

-Pues venga.

-Pues eso, a la habitación.

Tras un breve periodo de tiempo durante el cual se dirigieron a las escaleras, y cuando Alec ya estaba a punto de llegar al piso superior, Jared recordó algo, pero prefirió esperar a que el menor iniciara la conversa entre ambos.
Así pues, al encontrarse de nuevo en la habitación, y tras desnudarse otra vez, el de ojos verdes habló.

-Hay que ver, me has hecho perder el tiempo allá abajo porque después de todo vamos a volver a follar. Como propuse al inicio, puto vago selectivo.

-Alégrate por que vayamos a por la siguiente ronda... Y por cierto, en eso del... -trató de recordar- Ah, el BDSM, ¿entra la comida?

-...¿En qué sentido?

-...No había pensa-... Da igual, me refería a que aún tienes mermelada por todo y como eres masoca y no sé qué más significaban las letras esas, y leí en algún sitio que alguno tenía como fetiche que lo ataran... -dijo, dirigiéndose a una especie de baúl semi-oculto, abriéndolo y pudiendo ahora verse alargados trozos de cuerda.

-Eso se llama bondage, y sí, forma parte de mis fetiches raros... Pero espera, ¿qué rayos hacías tú buscando información sobre eso?

-...Me lo encontré por casualidad.

-Buscando qué, ¿"cómo excitar a un masoca"?

-...No... Eh... Buscaba... ¡Porno! ¡Sí, eso! ¡Porno puramente hetero!

-Sí, ya... Como digas, señor "soy hetero pero me pone un tío"...

-Vale, sí, buscaba sobre tus fetiches raros. ¡Pero al menos agradécemelo!

-¡Si ni siquiera querías admitirlo!

-¡Bueno, pero me he informado, ¿verdad?!

-¡Eso no cambia que negaras buscarlo por mí!

-¡Es porque te quiero!

-...¿Qué?

-...¿Qué de qué?

-No seas idiota, ¿dijiste que me querías, verdad?

-...No. Son imaginaciones tuyas.

-Jared...

-¡Que sí, que te lo estás imaginando! ¿Por qué iba yo a decirte que te quiero?

-Yo qué sé, estás bastante mal de esa cabecita tuya... La de arriba, digo.

-...Pero no lo he hecho. No he dicho tal cosa.

-Vale.

-¿Me crees?

-Sí.

-¿De verdad?

-No. Sé que has dicho que me quieres, pero, una vez mas, intentas negarlo. ¿Por qué?

-¿Por qué qué?

-Que por qué me quieres, lentillo...

-Yo no te quiero.

-No, qué va. Por eso me lo has dicho.

-Podría estar mintiendo.

-Pero no lo estás. Ahora explícate.

-Déjame acabar. No te quiero a ti, quiero a tu trasero.

-Oh, ya. Y por eso te has molestado en buscar sobre mis fetiches sexuales en vez de decirme de forma áspera y simple que folláramos, a lo que aceptaría igualmente... Claro que sí, muy creíble. ¡No sé cómo puedo dudar de ello!

-¡Vale, sí, te quiero! ¡Qué insistente eres! ...¡Y después el pesado soy yo!

-¡Pero me quieres, que es lo importante ahora!

-¡Sí! ...O sea... ¿Por qué lo grito a los cuatro vientos?

-Tú sabrás, chico para nada gay...

-Y aún sigue con eso...

-Por supuesto que sí, señor semental de féminas.

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