Max se exculpó, preguntando si había algún lugar con cierta privacidad y, una vez allí, contestó a la llamada que acababa de recibir.
Jared se quedó con Alec y Scar, observando a éste último, aún resentido por haber comprobado sus sorprendentes habilidades culinarias.-¿Te ha gustado la comida, Anacleto? -preguntó Scar, recogiendo la vajilla.
-¿Quién es-... -se dispuso a preguntar el de castaño cabello- Ah, ya. Eh... Digamos que no estaba tan mal...
-Qué mentiroso eres -lo interrumpió Alec-. Tú no sabes cocinar tan bien como Scar. Y lo sabes. Pero no quieres admitirlo porque eres ególatra.
-Oye, oye -le llamó la atención, colocándole la mano sobre su hombro-. Deja al pobre Anacleto, si seguro que prepara buenos platos.
-Sí -afirmó el de ojos verdes-, pero tampoco es la gran cosa.
-Sigo aquí... -comentó ligeramente molesto el autoproclamado chef.
-¿Y? -preguntó el piel-pálida-. Que estés o no, no va a cambiar las cosas.
El rubio soltó inevitablemente una pequeña risa ante aquél comentario. Había recogido ya la vajilla y estaba lavándola, a lo que Jared, tratando de ignorar aquello y quedar mínimamente bien ante su rival, le ayudó.
Max volvió de donde fuese que hubiera estado segundos después, disculpándose apresuradamente y yéndose de ahí tan rápido como pudo. Aquello desconcertó a los demás, los cuales apenas tuvieron tiempo de reaccionar.-¡Scar! -lo llamó repentinamente De Loire, como si hubiese acabado de recordar algo-. ¡Ya sé cómo debes llamar a Jared para recordar su nombre!
-¿Ah, sí? -preguntó éste.
-¿No irás a-...
-¡Hedefa! -lo interrumpió el de verdes ojos-. ¡Llámalo así a partir de ahora! -Scar empezó a reír tras oír tal sobrenombre.
-¡Pero qué estás diciendo! -se quejó Chrobe-. ¡No me llames así!
-¿Hedefa? -preguntó aún burlesco-. ¿De dónde has sacado ese nombre?
-Viene de "hetero de fachada" -explicó el menor.
-Qué bien te queda, Anacleto -confesó-, pega mucho contigo y tu situación.
-¡Oh, cállate! ¡Eso no es cierto! ¡No me llames como a una enfermedad rectal, joder! ¡No soy eso!
-Entonces seguiré llamándote Anacleto.
-¡Que no me llamo así! ¡Hasta prefiero que me llames Jim!
-Bien, gracias, Jim. Logré lo que quería.
-...Serás capullo.
-¿A dónde habrá ido Max? -preguntó Alec, curioso e interesado en conocer la respuesta.
-Déjalo estar, es mejor que pensemos en otra cosa -comentó Scar, entrando a su habitación en busca de algún entretenimiento.
-Ahh... Creo que debería irme -dijo Jared mientras se refrotaba el cuello.
-No, tú te quedas aquí -ordenó el menor, agarrándole de la camisa y estirándolo hacia el sofá del salón.
El rubio volvió con un par de juegos de mesa con la intención de ofrecerlos como entretenimientos, pero no parecieron gustar del todo a los otros dos.
Después de un tiempo discutiendo entre ellos sobre qué hacer hasta que Max volviera o, al menos, les llamara, terminaron encendiendo la televisión y viendo una película. O a menos el de la cicatriz trataba de verla, pues el gay de armario no paraba de meterle mano a Alec, que lo alejaba de él a empujones y jugueteaba con sus intenciones, apegándose de vez en cuando a su guardaespaldas, cuyo cuerpo notaba cálido y cómodo.
Así pues, queriendo molestar a Jared, el pequeño se sentó sobre el regazo del rubio, el cual no opuso ningún tipo de resistencia o queja, y abrazó su cuello. Cuanto más irritado lucía su follamigo, más cosas hacía para molestar, entre ellas besar a Scar desde la mejilla hasta muy cerca de sus labios.-¿Por qué no os vais por ahí a follar y me dejáis tranquilo? -Cuestionó el de la cicatriz, suspirando mientras trataba aún de ver la película.
- Ah, ¿que podemos? -preguntó algo sorprendido Chrobe-. ¿Aquí?
-No creo que se refiera a eso, idiota -contestó el de verdes ojos, dándole una pequeña patada-. Pero de ser así, ¿por qué no vienes tú también?
-¡NO PIENSO HACER UN TRÍO CON ÉL! -bramó rápidamente el de castaño cabello.
-¿Y con otro tío sí? -comentó sarcástico el guardaespaldas-. Vaya, vaya.
Alec rió ligeramente y le dio un pequeño beso, esta vez en los labios, tratando de usar aquello para convencerlo.
-¡NO! ¡Ni contigo ni con ningún otro tío! ¡Que no soy gay! -siguió alegando Jared.
-¿Ah, que no? Tus intentos de follar continuamente conmigo no dicen lo mismo - dijo el piel-pálida, aún apegado a Scar.
Hedefa estuvo por replicarle -cómo no-, pero sus intenciones se vieron interrumpidas al empezar a sonar su teléfono, el cual agarró y salió para contestar, pues era su hermano, que se había marchado hacía ya bastante tiempo sin dar ningún tipo de explicación.
Los otros dos no prestaron mucha atención, ya que habían supuesto que era Max y preferían no interrumpir la llamada.-¿Dónde estás? ¿Por qué te has ido tan repentinamente?
-Me llamó Mars. Ya sabes que Vein está bastante mal emocionalmente, así que debía venir lo antes posible. Siento haberme ido así de allí.
-Mnh... Bueno, eso da igual -trató de restarle importancia-. ¿Ya está mejor?
-Un poco, pero ya se le pasará. Sólo dame tiempo, ¿sí? No sé si podré ir a cenar o incluso dormir en casa, así que no estés pendiente de mí -suspiró, aparentemente cansado-. No quiero que tengas insomnio por mi culpa.
-Está bien -intentó mantenerse calmado-. Espero que se recupere.
-Sí, tranquilo. Bueno, sólo quería que dejaras de preocuparte por mí, debo volver con él. Patrick y Mars están tratando de animarle.
-Ve, ve. Yo estoy bien. Ahora quién importa es él.
-Adiós, hermanito.
-Nos vemos.
Una vez la conversación hubo finalizado, colgó la llamada y exhaló aire, refrotándose el cuello, viendo lo ocupado que estaba ahora su hermano. No podía hacer más que esperar que todo fuera bien.
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Incompatible
RandomJared Chrobe, un joven de 19 años de edad, heterosexual y bastante atractivo, cae rendido ante la impenetrable y verdosa mirada de Alessandro De Loire, un chico extraño de 18 años con gustos igual de extravagantes.