Jared volvió a observar detenidamente a Alec, que se acercó tímidamente al plato con aperitivos. Seguía pensando en qué demonios se suponía que debía hacer, incapaz de decir ni una sola palabra. Se limitó a analizar todos y cada uno de los movimientos que realizaba el pequeño.
Tras un pequeño rato notó que tenía un pequeño trozo de comida en el labio que parecía no notar. En ese momento se movió de forma impulsiva, sin pensar, y se acercó a Alec.
Se acomodó tan rápido como pudo y le besó justo donde habían aquellas pequeñas migas.
Se quedó quieto unos segundos, y seguidamente se apartó al darse cuenta de lo que acababa de hacer.
El de verdes ojos lo observó sorprendido, desconcertado e inmóvil, con la boca ligeramente entreabierta.
Jared abrió los ojos, reaccionando igual que él, frunciendo el ceño.
Alec terminó apartando la vista, mirando hacia un lado, hacia abajo. Quería evitar el contacto visual a toda costa. Se sentía avergonzado, culpable sin saber exactamente por qué.
El mayor reaccionó ante aquel movimiento repentino y, actuando instintivamente de nuevo, volteó el rostro del menor hacia él y volvió a besarle, esta vez tratando de lograr que éste imitara sus movimientos con los labios.
Ambos sintieron una especie de pinchazo en el corazón. No entendían la razón. No hicieron mucho caso a aquello.-Um, Alec... -murmuró aún cerca de él-. Lo siento.
-...No -contestó el pequeño, evitando aún mirarle a la cara-. No... no...
-...¿Alec? ¿Qué ocurre? -preguntó empezando a preocuparse.
-Que soy yo quién tiene que disculparse, maldita sea... -dijo aún entre susurros. Sus ojos empezaban a recubrirse en lágrimas. Estaba a punto de llorar, pero trataba de contenerse.
-Ey, ey... No llores... -le abrazó con delicadeza, tratando de tranquilizarlo-. Está bien así. También es mi culpa.
Alec recostó su cabeza sobre el hombro de Jared, rodeándole después la espalda como pudo, agarrándose de la ropa. Se apegó a él con fuerza.
-Lo siento... -musitó tímidamente el pequeño.
-Está bien... Está bien... No te preocupes.
-Jared, yo...
-Está bien, Alec. No hace falta que te disculpes más. Tranquilo.
Chrobe se acercó más a él, besándole cuidadosamente la mejilla. Lo levantó con delicadeza y lo tumbó en la cama, bajo su cuerpo, vigilando no dejar todo su peso sobre él. Siguió besándole una y otra vez, apoyándose de vez en cuando en sus codos para así poder darle algunas caricias.
-Te quiero, Alec. ...Aunque, uh, bueno, ya sabes... Eres un tío. No... No me gustaría tener que tocar ahí, pero si eres tú... Entonces... Quizás... Yo...
Jared volvió la mirada hacia el pequeño tras haber intentado decirle aquello, y se dio cuenta de que se había dormido. Había estado hablando solo. Pero eso, de alguna forma, le alegró. De haberle oído, no habría sabido cómo seguir hablando, así que le pareció bien que Alec se hubiese quedado dormido. Aunque no sabía cómo iba a repetir aquel vergonzoso discurso cuando despertara. No le apetecía tener que volver a decir aquello. Aunque fuese necesario.
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Incompatible
AcakJared Chrobe, un joven de 19 años de edad, heterosexual y bastante atractivo, cae rendido ante la impenetrable y verdosa mirada de Alessandro De Loire, un chico extraño de 18 años con gustos igual de extravagantes.