Capítulo 13: Conversaciones pendientes

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Más tarde ese domingo...

Cada paso que Derek daba para acercarse a la casa de Josh hacía que una nueva oleada de nervios le invadiera. Ni siquiera sabía si se iba a atrever a confesarle a su amigo lo que ya llevaba un tiempo pasando por su cabeza, ¿cómo se empieza una conversación así? Pero aunque estuviera tan nervioso, sabía que contárselo era lo justo para todos. 

Al estar apenas a cinco metros de su casa, vio a Josh sentado en el porche esperándolo.

—Hey —dijo el rubio mientras se levantaba a abrirle la puerta para posteriormente chocarle la mano.

—Hola —contestó Derek antes de imitar la posición inicial de su amigo y sentarse en el porche.

Iban a quedar con el resto del grupo algo más tarde, pero Derek le había pedido explícitamente a su amigo verse antes los dos solos. Tampoco es que Josh sospechara nada; muchas veces quedaban unos cuantos antes de unirse al grupo entero, pero aquella vez no era una normal, aquella vez Derek tenía una conversación ensayada de principio a fin que no sabía cuándo soltar.

Empezaron a bromear, como siempre hacían, y era como si Derek estuviera intentando alargar el momento de preguntarle lo que sabía que tenía que preguntarle.

—¿Qué tal la cita de anoche? —se atrevió al fin intentando sonar casual.

—Oh, bien, fue bien —dijo Josh jugueteando con sus dedos.

Derek asintió y miró hacia abajo, quedándose en silencio junto a su amigo unos segundos. ¿Por qué tenía que ser tan complicado?

—Bueno, ¿sabes qué? Iba a contarlo cuando estuviéramos todos, pero ya que estás aquí te lo cuento a ti primero. —Derek dejó de mirar el suelo para volver a mirar a Josh con rapidez—. Andie es genial. Es guapísima, súper inteligente y súper simpática, me llevo dando cuenta desde que ha empezado a salir más con nuestro grupo, pero cuando estábamos los dos solos... no sé, no parecía una cita, parecíamos dos amigos y ya. No sé, se notaba que ella no quería estar en una cita conmigo; no porque estuviera incómoda, porque creo que se lo pasó bien, pero sentí que le pasaba lo mismo que a mí: le resultaba raro vernos en una situación como esa.

—Lo siento, tío —contestó Derek con sinceridad. Si algo le había hecho daño a su amigo, también le dolía a él.

—No te preocupes. Si a mí tampoco me molestó. Como te he dicho, yo me sentía de la misma forma. Quiero decir, sigo pensando que es una chica preciosa y que merece la pena conocerla, pero no sé si había la conexión que debería haber cuando dos personas se gustan de verdad, ¿me explico?

—Perfectamente —asintió Derek. Nunca había tenido una cita con una chica con la intención de tener algo serio, por lo tanto no había experimentado exactamente la misma sensación que Josh, pero sí que notaba esa conexión de la que su amigo hablaba cuando estaba con Andie, y sabía que no era comparable a ninguna otra chica con la que había estado. Lo de Andie no era solo físico, sino que le encantaba también su forma de ser—. ¿La... la besaste?

—No —negó—. Habría sido raro, no había señales que nos animaran a hacerlo, pero eso también es lo que me tiene pensando desde anoche. Quizás nos sintiéramos así porque estábamos nerviosos; quizás en una segunda cita estuviéramos más sueltos, y quizás debería darnos una segunda oportunidad, así que no sé qué haré. Tampoco sé si ella aceptaría, porq-

—Josh —lo interrumpió Derek—. Necesito contarte algo. —Oírlo mencionar una posible segunda cita con Andie había hecho que recuperara esa molestia en el pecho que ya odiaba, y no podía volver a fingir que todo estaba bien.

Su amigo lo miró y vio en su rostro pura preocupación, así que inmediatamente tensó el ceño y se giró algo más para prestarle toda su atención. Ese sentimiento de empatía entre aquellos siete amigos era lo que hacía aquella amistad tan verdadera. La preocupación que sentían el uno por el otro era sincera, y eso es algo que todo el mundo podía notar a simple vista.

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