Sábado
Si algo sabían aquellos amigos era lo estirada que era la familia de Miller, lo cual era curioso, porque él era todo lo contrario. Su madre había preparado una especie de fiesta de negocios, aunque un evento tan aburrido como ese ni siquiera debería llamarse fiesta, y Miller tenía que atender para que su madre pudiera dar la visión de madre ejemplar delante de todos.
Miller odiaba asistir a ese tipo de eventos y su madre lo sabía, por eso dejó que invitara a sus amigos, así al menos se portaría bien.
—Aún no me puedo creer que me hayas convencido para venir —se quejaba Jules mientras un camarero le ofrecía una bebida.
La única condición que la madre de Miller le había puesto a su hijo para que sus amigos fueran al evento era que vistieran acorde a la ocasión, por tanto los chicos llevaban camisa y chaqueta algo más formal de lo que vestirían en su día a día. Muchos de ellos ni siquiera tenían ropa así, pero la madre de Andie pudo dejarles algo prestado de su oficina.
Andie ni siquiera tenía pensado ir a la fiesta. Después de que la situación con Derek hubiera acabado así, sentía que sería todo más fácil si se alejaba del grupo, pero sus amigas no lo permitieron y se plantaron en su casa un par de días antes para convencerla de ir a la fiesta. Su madre acabó enterándose y fue ella quien tuvo la idea de prestarle la ropa a todos, así que Andie no tuvo más remedio que asistir.
—Deja de quejarte —le pegó Miller en el hombro.
Andie rió, divertida, y devolvió su mirada al frente, viendo algo que hizo que su sonrisa se borrara de inmediato. Ellos no eran los únicos adolescentes en ir a aquel evento, también habían asistido los hijos de algunos de los invitados, y vio a la hija de uno de ellos hablando animadamente con Derek.
Era rubia y con el pelo corto. Llevaba un vestido de flores por encima de la rodilla con colores vivos que resaltaban sus ojos azules, y parecía divertirse con cualquier comentario que hubiera dicho Derek. Y no la culpaba, Derek era divertido.
Enseguida apartó la vista y miró hacia el suelo. No podía permitir que eso le molestara, debía olvidarse de Derek, entre ellos no podría pasar nada después de lo que Grace le había dicho, así que tenía que aprender a que si Derek quedaba con otras chicas, no podía molestarle.
Empezó a sentir un nudo en la garganta, ¿por qué cuando todo empezaba a irle tan bien tenía que dar un paso atrás por culpa de Grace? Siempre pasaba lo mismo. Grace siempre estaba atenta para hacer miserable a cualquier persona; parecía que la única que podía ser feliz era ella misma, ni siquiera le importaba la felicidad de sus propias amigas. Se lo había hecho pasar tan mal que probablemente su timidez y su forma de ser estuvieran condicionadas por ella. Sentía una presión en el pecho al pensar en todo esto, y sin decirle nada a sus amigos, subió a la planta de arriba buscando un sitio donde tranquilizarse.
Marley miró a su lado y vio que Andie no estaba, y al darse la vuelta la vio desaparecer por las escaleras.
—¿Qué le pasa? —preguntó atrayendo la atención de sus amigos.
Jules no dijo nada, simplemente hizo un gesto con la cabeza y el resto del grupo miró hacia la dirección que el chico les indicaba, viendo la escena que Andie había presenciado, Derek riendo con esa chica.
—Vamos con ella —propuso Cora.
Los demás aceptaron y subieron a la planta de arriba, encontrándola sentada en la cama de la habitación de Miller.
—Perdón —dijo esta al ver a sus amigos plantados en la puerta. Quería ocultarlo, pero tenía algunas lágrimas cayendo por sus mejillas—. No quería colarme en tu habitación, es que necesitaba salir de ahí y no sabía dónde ir.
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DALLAS
RomanceMarley y Derek Dallas. Dos hermanos que, tras el divorcio de sus padres, tienen vidas totalmente opuestas. Marley se quedó con su padre en Miami, Florida, de donde era esta familia originariamente, mientras que Derek se marchó a Boston, Massachusett...