Capítulo 14: La excursión

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Viernes

Lo bueno de tener exámenes para los que estudiar, era que la semana se les había pasado volando. 

Marley había hablado un par de veces con Brad por los pasillos del instituto, notando las miradas de sus amigos fijas en ellos cada vez que esto ocurría. Habían propuesto volver a quedar algún día de estos, pero nunca encontraban tiempo por culpa de los exámenes, así que prometieron hacer algo de hueco después de que estos finalizaran.

Durante esa semana, Marley y Jules siguieron estudiando, tal y como tenían previsto. A veces con alguna que otra broma que hacía que la tensión disminuyera, pero a veces también con un comentario desafortunado que los ponía a discutir al instante.

El lunes empezaban los exámenes: les esperaban tres días llenos de tensión, ya que los tenían repartidos hasta el miércoles, pero lo bueno era que el jueves tenían la excursión para desconectar un poco, y el viernes justo después de salir de clase pondrían dirección a la casa del lago del padre de Miller hasta el domingo, así que no se podían quejar demasiado.

Por otro lado, para Marley el tiempo con su padre había sido perfecto y justo lo que necesitaba. Ese mismo viernes por la noche volvía a Miami, por eso estaban en casa despidiéndolo. Ni siquiera los amigos de los chicos habían querido perderse la despedida; se habían llevado muy buena impresión de él.

El timbre volvió a sonar y Marley se levantó del sofá para ir a abrir. Probablemente fuera Andie, quien avisó de que llegaría un poco más tarde.

—Papá, esta es Andie, la chica que te quedaba por conocer de nuestros amigos —la presentó a su padre.

—Buenas tardes, señor Dallas. Encantada de conocerlo.

El padre sonrió y le dedicó una mirada rápida a su hijo, quien lo miraba expectante.

—Igualmente, Andie, un placer. Es una pena que nos hayamos conocido el día que me voy, pero estoy seguro de que nos volveremos a ver.

Andie asintió y, tras algo más de charla con él, fue a sentarse en el sofá junto a Logan. Sean se acercó a su hijo y le pasó un brazo por sus hombros.

—Es muy guapa —le susurró.

—Lo sé —sonrió Derek.

—Pues ya sabes, lucha por ella.

Pasaron la tarde con anécdotas de Marley y Derek de cuando eran pequeños y sus amigos no podían parar de reír. Miller incluso secaba las lágrimas de sus ojos por la gracia que le había hecho una de las historias sobre los hermanos.

—La vas a gastar de tanto mirarla —oyó Jules la voz de Sean a su lado en el sofá. El chico se puso notablemente nervioso y el padre de su mejor amigo comenzó a reír, dándole unas palmaditas en la espalda.

—No la estoy mirando.

Sean lo miró, divertido, y le lanzó una mirada incrédula.

—¿Se puede saber qué hay entre vosotros? Sé que es algo raro hablar de algo así con el padre de la chica, pero bueno, prometo no entrometerme.

Jules se acomodó en el sofá y miró a Sean.

—No hay nada entre nosotros.

—Ya. Te lo está poniendo difícil, ¿no?

El chico no pudo evitar sonreír ante el hecho de que el padre supiera perfectamente cómo era su hija.

—Creo que no nos soportamos. Lo único que hacemos es discutir —explicó sacándole una carcajada al padre.

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