Epílogo

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Un año más tarde...

Jules acababa de dejar las llaves en la mesita de la entrada de su casa totalmente agotado después de haber vuelto de ir a correr con Miller. Sabía que no había nadie en casa, así que su intención era subir y darse una larga y relajante ducha, pero vio algo que captó su atención y le impidió caminar.

Apoyado en un jarrón lleno de flores, había un sobre con un logo que conocía bien, demasiado bien. Era el de la universidad de Tulip, de la cual llevaba esperando mucho tiempo con ansias una respuesta. Todos sus amigos ya sabían a qué universidad irían el curso siguiente, todos menos él. Si las noticias fueran buenas, ¿no debería haber recibido la maldita carta ya? La opción que se repetía una vez tras otra en su cabeza era que no tendría demasiadas opciones para continuar sus estudios, y que probablemente tuviera que conformarse con la primera que decidiera aceptarlo, pero él no quería eso, él quería ir a Tulip.

Como si fuera la cosa más frágil del mundo, tomó el sobre de aquella mesa y vio que debajo había una nota de su madre.

Llegó cuando te fuiste con Miller. No la hemos abierto, eso es decisión tuya. Mucha suerte, cielo.

Suspiró y asintió como si su madre estuviera delante de él. Era increíble lo cansado que había llegado de hacer deporte y cómo ese cansancio había desaparecido por completo. En lo único que pensaba era en que al abrir ese sobre y leer su contenido, su vida iba a cambiar para siempre, fuera cual fuera la respuesta.

Subió con rapidez las escaleras hacia la planta de arriba y se metió en la ducha, eliminando cualquier rastro de sudor de su cuerpo. No pudo tener la ducha larga y relajante que quería, estaba demasiado preocupado por aquella carta. ¿Y si no la abría nunca? Sacudió la cabeza para quitarse esos pensamientos absurdos de ella y eligió algo de ropa que ponerse. Ni siquiera se secó el pelo un poco, tomó el sobre que le estaba dando tanto en lo que pensar y salió corriendo de su casa, como si no hubiera corrido bastante aquel día.

Sabía perfectamente que no quería estar solo cuando abriera ese sobre. Si la respuesta era mala, sabía quién quería que fuera quien lo consolara, y si la respuesta era buena, sabía con quién quería celebrarlo. Y en ambas opciones se trataba de la misma persona.

Al llegar a su destino, Derek le abrió la puerta. 

—¿Y esa cara? ¿Has visto un fantasma? —se burló su mejor amigo, pero se le borró la sonrisa al ver que Jules no gesticulaba.

—Voy a ver a tu hermana —contestó subiendo las escaleras.

Derek decidió no detenerlo para hacerle preguntas. Conocía a su mejor amigo y, si estaba de mal humor, era mejor dejárselo a Marley. Ella sabría qué hacer.

—Jules —sonrió la chica al verlo después de que este abriera la puerta de su habitación. Estaba sentada en su cama junto a Andie, y ambas estaban viendo algo en su ordenador.

—¿Podemos hablar?

Andie tosió involuntariamente, nerviosa, como si estuviera captando la tensión de la situación desde ahí.

—Bajaré al salón con Derek.

Se levantó de la cama y Jules la miró, asintiéndole a modo de agradecimiento por la privacidad.

Marley también se levantó cuando se quedaron solos en la habitación y puso sus manos en las mejillas del chico, notablemente preocupada.

—¿Qué pasa? ¿Va todo bien?

DALLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora