Lunes
Marley le dedicó una mirada de odio a Brad en cuanto lo vio en el instituto a primera hora de la mañana, pero enseguida apartó la vista. No le había contado a nadie lo que había pasado, ni siquiera a las chicas. Primero necesitaba interiorizarlo. Necesitaba tiempo para ella misma antes de que sus amigas la abordaran a preguntas, y necesitaba pensar qué hacer respecto a lo que había sucedido, pero era una decisión que quería tomar ella sola.
Estaba muy distraída aquel lunes, como era lógico, lo que había pasado el día anterior había sido demasiado grave, pero aún así intentaba disimularlo. Lo que ella no sabía es que Jules ya la conocía bastante bien como para darse cuenta de que algo pasaba, y eso le preocupaba. Él sabía que Marley iba a quedar con Brad el domingo, y el hecho de que no le contara nada sobre la cita y estuviera tan poco habladora a su vuelta le hizo pensar que quizás se lo pasó mejor de lo que esperaba y que quizás ahora estuviera confundida por si quería continuar con Jules o con Brad. Sin embargo, eso no podía estar más lejos de la realidad.
¿Por qué no le dijo nada? Quedaron en que, cuando Marley llegara a su casa, le contaría qué había pasado, pero no lo hizo. Era obvio, ¿no? Quizás no estaba preparada para acabar las cosas con él, quizás quería seguir conociéndolo.
Durante el almuerzo en el comedor, Marley no pudo quitarle el ojo a Brad de encima. Estaba totalmente asqueada por cómo sus amigos lo adoraban, por cómo todo el instituto estaba atento a sus movimientos, como si fuera el ser más importante del mundo. ¿Cómo podían estar tan cegados por una persona que daba tanto asco como él?
Ni siquiera supo cómo se armó de valor para hacerlo, pero solo fue consciente de lo que acababa de hacer cuando ya estaba de pie en la mesa que compartía con los chicos y tenía a todo el comedor en silencio mirándola.
—Marley, ¿qué haces? —le susurró su hermano.
Su mirada se cruzó con la de Brad por un momento y este tragó saliva. Era como si se esperara perfectamente qué era lo que iba a decir la chica, aunque él aún así lo iba a negar con su vida si eso era necesario, jamás permitiría que unos rumores así arruinaran su reputación.
—Quiero decir una cosa —informó a sus amigos en un susurro antes de elevar la voz para que todos pudieran oírla—. Estoy harta de que haya personas que se crean más que otras, harta de que haya tíos tan horribles como para obligar a chicas a hacer algo que no quieren solo para obtener su propio placer y beneficio. No somos ningún juguete, ningún objeto, y no pienso callarme más injusticias.
Sus amigos fruncieron el ceño, confusos y sin imaginarse de qué estaba hablando.
—Todos sabéis mi historia, todos sabéis qué me pasó en Miami porque Grace lo contó. Esa historia me solía avergonzar muchísimo, no quería que nadie se enterara porque me sentía una tonta, una idiota, pero gracias a muchas personas he aprendido que yo no me lo busqué, fui una víctima, jugaron conmigo —miró brevemente a Jules, como para que entendiera que él fue uno de los que le había enseñado eso—, y yo caí. No soy yo quien debería estar avergonzada por eso, sino quienes me hicieron daño. Ellos son los que tienen que estar avergonzados por ser una mierda de personas.
En el comedor reinaba el silencio, esperando a que Marley terminara de hablar. Todos intuían que eso era una introducción a algo que aún no había contado.
—Brad Harrison intentó sobrepasarse conmigo ayer —afirmó haciendo que los siete amigos pusieran la misma expresión antes de girarse a mirar a ese imbécil—. Me llevó a su casa con una excusa y nos encerró en su habitación. Cuando le dije que yo no quería que algo así pasara, se burló porque yo había sido tan inocente como para creérmelo. No, Brad, la culpa no es mía por haberte creído, la culpa es tuya por ser un puto cerdo —añadió—. Intentó obligarme, sin parar aunque yo se lo pidiera. Le di una patada y conseguí algo de tiempo para salir corriendo de su casa. Quería contarlo porque me niego a que todo el instituto te adore cuando sé de primera mano que eres un ser despreciable.
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DALLAS
RomanceMarley y Derek Dallas. Dos hermanos que, tras el divorcio de sus padres, tienen vidas totalmente opuestas. Marley se quedó con su padre en Miami, Florida, de donde era esta familia originariamente, mientras que Derek se marchó a Boston, Massachusett...