Capitulo: 7

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Le pedí permiso a mamá para ir a tomar algo al bar la estrella y su respuesta fue No.

¿Esperabas otra?

Sinceramente esperaba un sí pero hubiera sido demasiado ¿Permiso para salir sola y ni una sola discusión en lo que va del día? Era demasiado.

—Por favor mami —pícaro. —No puede pasarme nada.

—Eso yo no lo sé...

—¡Por fis!

Negó con la cabeza.

—¡Voy a ver un chico mami! ¡Por favor!

Al decir eso su expresión cambió a la hora de chicos, mamá era un poco más flexible.

—Si Cata va puedes ir.

Me iba a costar una vida despertarla.

—Está durmiendo y se queda mal tercio.

Escuché reír a la abuela junto con la tía Carmen.

—¿Cata sintiéndose mal tercio? Que buen chiste —agregó la abuela.

—¡Abuela no me ayudas! —me quejé haciendo que se vuelvan a reír.

Volví con mamá y puse cara de cachorrito abandonado.

-Por favor...

Soltó un gran suspiro, ¡Eso quería decir que sí!

—Bien...

—¡Gracias! —la abracé para salir corriendo hasta la puerta.

—¡Pero vuelves rápido! —grito y yo solamente asentí porque ya estaba saliendo de la casa, cerré la puerta y fui en camino al bar la estrella.

Pero había un problema, no sabía dónde estaba el bendito bar.

Que inteligente.

Empecé a caminar hasta lo que sería el centro de la Isla que quedara a veinte minutos de mi casa, increíble lo más lejos me quedara a veinte minutos en la ciudad todo me quedara lejos.

El centro estaba bastante lleno para niños y adolescentes así que decidí preguntar por el bar porque no lo vi y resultó que estaba enfrente de mi.

Además de inteligente, tienes una super vista.

El bar era amarillo, tenia un unirme cartel de luces que se debería prender de noche con su nombre. Entre y pude ver qué tenía una preciosa vista al mar, tenía varias mesas cuadradas con manteles blancos y sillas de madera donde estaban sentadas algunas personas. También había una barra que estaba vacía, bueno... No tan vacía Max la estaba limpiando pero en ese mismo instante alguien lo llamó por una ventana que dividía la cocina y el restaurante.
Max entró a la cocina por una puerta roja, así que aproveché para ir a sentarme en la barra.

Era un lugar muy bonito, parecían como los de las películas de los años 80.

Observe el lugar por unos minutos hasta que escuche como se abrió la puerta y también la voz de Max.

—Si, si yo me encargo... —dijo algo malhumorado hasta que me vio y sonrió confundido. —¿Qué haces aquí?

Me encogí de hombros.

—Te dije que iba a dar una vuelta ¿no? 

—Sí pero pensé que vendrías más tarde... No ahora —se acercó hasta la barra hasta quedar frente a mi.

—No había mucho que hacer en casa —dije con sinceridad. —Pero si te molesta puedo ir a dar la vuelta a otro lado.

Max negó.

Un amor de verdad #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora