En casa de los suegros

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El día esperado por ambas llegaba a pasos agigantado, esos días habían estado llamándose a diario, incluso dos o tres veces al día. Elena llegó a decirle a su hermana que eran más empalagosas que los protagonistas de las películas norteamericanas, a lo que la pediatra no pudo contener la risa.

Alba cogió el AVE a las 08:30 de la mañana y a las 11:30 aproximadamente, debería estar en Pamplona. Se encontraba realmente nerviosa. Sabía que los padres de Natalia no tenían ni idea de la relación que mantenía con su hija, pero aun así le daba muchísima vergüenza.

A la hora indicada el tren hacía su pareada en Pamplona y Alba bajaba del vagón con una bolsa de viaje y una maleta de ruedas. Llegó hasta la entrada de la estación y buscó a Natalia con la vista. Sin embargo, encontró otra cosa. Una graciosa joven pizpireta se abalanzaba enérgicamente sobre sus brazos haciendo que soltase cualquier cosa que tuviese en ellas.

A: Elena!!!!

E: jajajajaja ¡HOLA!!!!

A: Jejejej ¡Qué me tiras loca!

E: ¿Qué tal? -dándole dos besos

A: Cansada, pero muy bien...

E: Ven, que Naty está parada en doble fila con el coche ¿Te ayudo?

A: Sí anda... coge la bolsa que pesa menos

E: Dame

Elena cogía la bolsa de viaje y se encaminaba sonriente hasta un coche negro que se encontraba parado con las luces de emergencia. Abría el maletero y metía, tanto la maleta de ruedas como la bolsa, y luego cedía el paso a Alba para que se sentase de copiloto al lado de Natalia mientras que ella abría la puerta para tirarse sobre lo asientos de detrás.

Cuando Alba entró en el coche Natalia la miraba sonriente desde su posición.

A: Hola... -dijo tímida

N: Hola...

E: ¡Queréis besaros ya!

N: ¡Elena!

E: Es que hasta que no lo hagáis no arrancas y yo tengo ganas de enseñarle a Alba todo, jooooo.

Natalia negó con la cabeza graciosamente mientras Alba intentaba contener la risa haciendo una extraña mueca con sus labios. Al final Natalia elevó la mirada y se cruzó con los ojos de Alba que, risueños, pedían que le hiciera caso a su hermana. Se acercó poco a poco hasta posar los labios sobre los de la enfermera que sonrió ante el acto y, levemente, los movieron al unísono prolongando un dulce beso.

E: ¡Alaaa, ya! ¿Nos vamos?

E: Jajajajajjajaaja -esther ya no podía más. Necesitaba explotar- jajajajajajja

N: ¡Dios! Qué trasto eres hermanita...

E: Yo también te quiero...

Y así, entre risas y juegos, llegaron a la casa de los padres de Natalia en el coche que don Mikel les había prestado.

Mientras Elena hablaba sin parar como si le hubieran dado más cuerda de la necesaria y el muñequito se hubiese vuelto loco, Alba sonreía mirando hacia delante y moviendo sus manos nerviosamente. Natalia, conduciendo, miraba de reojo a su chica de vez en cuando intentando adivinar sus pensamientos.

E: Y claro... ahora mamá se piensa que estoy de broma, pero iba en serio, ¿eh?

N: Elena cariño... ¿por qué no te callas un poco?

E: ¡Pero si casi no he abierto la boca!

A: Jajajajjajajaja

N: Ais!!!!

EL BOSQUE // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora