Carta #4

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‘Mi muy amada, adorada y deseada esposa, Sol Herrera-Tiedemann,

 

Me he enterado que has comenzado a visitar al mismo terapeuta de Lucrecia, que las pesadillas siguen y el miedo no se va. Me encantaría poder decirte que soy fuerte y yo lo superé, pero no ha ocurrido ese milagro y saber que no puedo remediar si quiera el tuyo, me tiene viviendo en miseria.

¿Cómo te va?

Todo parece seguir igual, no conexión, ni pasos extraños. Solo la nada.

Este mes he pensado tanto en si cometí un error al hacer lo que hice, y la respuesta no te va a gustar. Me pongo la soga al cuello al mencionarlo, lo sé, pero te prometí y juré ser sincero en todo, como te prometo darte lo que me pides, solo dame tiempo, necesito acabar con esto, no puedo dejarte a la deriva.

No me permiten comenzar el tratamiento aquí dentro, a causa de las peleas, me han quitado el poder tener bolígrafos, te escribo esta carta con los ojos de mamá clavadas en mí, por no prestarle atención.

De todas maneras, te dejo saber que no dejo de pensar en ti, ni aunque quisiera, y créeme que así lo quiero, sobre todo por las noches, que recuerdo tu aroma, la textura de tu piel, y la preciosa vista de tu coño mojado. Sol, me vas a dejar sin verga, me va a dejar de funcionar como continúe imaginándote de esas formas.

Tengo que pasar la hora de recreación a solas, para liberar la sarta de fantasías que me produces.

Y te recuerdo, Sol.

Recuerdo con tanto fervor como me hacía recostarme en la cama, te subías en mí y tu sexo engullía el mío. Recuerdo tus movimientos acompasados. Recuerdo tus pechos reclamando mi atención, y recuerdo como los comía con alevosía, mientras tus caderas subían de ritmo, llevándome al abismo. Recuerdo sentir como alcanzabas la cima, empapándome de tus jugos y me besabas con malicia para acallar tus gemidos.

Te recuero tanto, Sol, como deseo que me recuerdes tu a mí.

Porque lo haces, ¿no es cierto?

 

Tu esposo que te ama,

Eros H-T.

 

Pd: se me ha olvidado lo que te diría sobre los libros terribles que me recomiendas, mamá ha descubierto lo que estuve escribiendo y me sigue reprendiendo. Espero tu respuesta.

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‘Eros Theodore,

 

Es cierto, he comenzado asistir a las terapias, me han diagnosticado estrés postraumático. Al parecer, he desarrollado un trauma con perder personas importantes en mi vida. Me he vuelto una paranoica con ataques de ansiedad.

Va bien, puede ir mejor.

Siento que la espera es demasiada, incluso estoy empezando a creer que lo hacen a propósito.

Tengo muy en claro tu posición en esto, por algo lo hiciste. Eso está en discusión, Eros, no estoy dispuesta a ceder solo porque tú así lo desees. Apenas pueda introducir la demanda, espero que firmes sin resistencias, mi decisión seguirá siendo la misma, no acolito esto ni nunca lo haré.

A pesar de mi renuencia a ese tema, tengo que admitir que también, te recuerdo. A diario, cada vez que puedo.

Recuerdo la suavidad de tus dedos sobre mi piel erizada. Recuerdo el sabor de tu boca y la calidez que le brindaba a mis pezones. Recuerdo tu manera de afincar los dedos en mi garganta. Recuerdo el dolor de caderas al día siguiente de demostrarme que siempre se puede sentir como una primera vez. Y recuerdo sentirte tan dentro de mí, que al finalizar, me siento tan vacía de ti, que lloro y luego río porque me has dejado empapada en dos partes.

Te recuerdo, maldito, te recuerdo muy bien.

 

Sol Herrera.

 

Pd: no son gustos terribles, son exclusivos. Pero que vas a saber de eso, si nunca has leído por gusto.

 

The Right Way #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora