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"I have heavy heartstings
I’m not simple, it’s trigonometry
It’s hard to express, I can’t explain…"
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        Me mantuve en vilo, oyendo—como si fuese posible—los engranajes de mi cerebro cerrarse uno sobre el otro. Se adaptan a la situación, al silencio agudo y penetrante, al repelús infundado por el sonido de la puerta tocar el marco, sellando la salida, encerrándonos con Jamie y su pesada energía negativa.       

No reviso su ropa, de qué lado cae su montaña de cabello rubio ni que tan largo lo lleva, es la sonrisa peculiar de tinte tenebroso, producto de la emoción encapsulada en su mirada, lo que no puedo parar de observar, mientras él recorre el desastre de papeles y vidrios desperdigados por el suelo.

Le agrada lo que ve. De una manera pérfida y oscura, le complace lo roto, lo que no tiene reparo, una causa perdida, un retrato fracturado.

Desde la noche que Helsen nos escupió en la cara el origen de Jamie, no me había topado con él. Lo veía en las reuniones de la junta directiva a través de un monitor, escuchando sus quejas altaneras, despotricando contra Helsen y Eros, cuestionando a Ulrich. No recordaba que fuese así de denso, como el océano en una tormenta, como leer el clímax de un libro de suspenso, el desenlace de un misterio. Aunque para darme un punto a favor, en ese tiempo que trataba con él, no sabía ni la cuarta parte de lo que ahora conozco.

Podría estar Satanás parado a su lado, y ambos me causarían la misma aversión y repugnancia.

Eros toma asiento, su mirada precavida me pide que me acerque, pero apoyo la cadera contra el costado del escritorio, cruzada de brazos, dándole la espalda.

—Creo que llegué en mal momento—pronuncia Jamie, pateando un trozo de vidrio fuera de su camino.

—No importa si es idílico, apareces tú y se convierte en hecatombe—vomito las palabras sin filtrarlas.

Una pequeña sonrisa incisiva le ocupa el semblante avinagrado.

—Bueno, ¿a qué debemos tu inesperada visita?—cuestiona Eros, no le miro, por el tono grueso y profundo, sé que está prensando la mandíbula,

—Sí, Jamie, dinos—aliento—. Morimos por escucharte.

Él ensancha la sonrisa, ni una fisura atraviesa su porte apacible.

—No te robaré mucho tiempo, asumo que estás terriblemente ocupado—me lanza un breve vistazo antes de carraspear y volver la vista a Eros—. En ausencia de Ulrich, te informo que vengo a ceder mi porcentaje de acciones a Hera, voy a desligarme de la compañía completamente.

Escucho el roce del saco de Eros contra la madera. Lo ha dejado tan fuera de balance como a mí.

—¿Qué te hizo tomar esa decisión?—interroga Eros.

Jamie se encoge de hombros, como si la pregunta estuviese de más.

—Mi hijo.

—¿Tu hijo?—replica Eros como acto reflejo, poniéndose de pie.

El hormigueo cubriendo la punta de mis dedos se extiende a los codos y de ahí me invade los hombros con el paso delante de Jamie. La tensión se hacina mi garganta al percibir a Eros a mi lado, obstruyendo la ya levísima circulación de aire.

Jamie se acomoda las mangas, afianzado a esa máscara de insolencia.

—No quiero escándalos que puedan afectar a Hera, seguir con el proceso de reconocimiento familiar es un movimiento erróneo, si lo juzgo de acuerdo a mis planes a corto plazo—dice con toda naturalidad—. Lo hecho, hecho ya está, si para reconocer a mi hijo tengo que liberarme de lo que legalmente me corresponde, no tengo ningún problema en ceder.

The Right Way #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora