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"And don't say you're over me
Whe  we both know that you ain't
Don't say you're over me
Babe, it's already too late"
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EROS





            Un día entero no podía desarrollarse íntegro, libre de malos ratos, sería exigirle demasiado a la imperfecta naturaleza, y a mi precaria tolerancia.

Desde el primer día que me topé con ella, la primera semana de clases, se empeña en ocupar el asiento a mi lado, aún cuando el resto permanece vacío. No habla, ha hecho el intento pocas veces, se ha mordido la lengua sin saber que decir, solo observa cuando cree que no me doy cuenta, no es ese tipo de miradas, es curiosidad lo que percibo, y comienzo a calarme en los nervios que no cambie de rutina.

Tengo la capacidad de leer a las personas tan afilada como un bisturí sin uso, pero reconozco sus intenciones sin intercambiar ni una palabra, por muy inexpresivos que sean, siempre hay un gesto instintivo que los delata, pero esta chica, es extraña, no le intereso por un revolcón, como las que se pasan cuchicheando cada vez que entro al aula, esta me mira como si yo fuese un animal en peligro de extinción.

Sostengo el portátil bajo el brazo y el pendrive en los dedos, la muchacha rápidamente cierra la pestaña que estuvo ojeando cuando me pongo de pie, estuvo tan absorta en traducir las notas de las revistas, que no se ha dado cuenta que pude reconocer mi nombre en la página web.  

Guarda el aparato en la mochila y, como si quisiera eliminar los últimos minutos de su memoria, levanta el rostro, esbozando una sonrisa ni remotamente bonita.

—¿Tienes hora?

Enarco las cejas, apuntando a su sucio morral.

—Sí y tu también.

Tomo un paso al costado, saliendo del escritorio compartido.

—Mi celular está atrasado—se justifica.

—No es complicado de deducir, considerando que finalizamos esta clase, todos los martes, a las dos de la tarde—contesto, dejándola atrás.

La turba de gente pierde modales al tratar de salir del aula a la misma vez, espero con lo que no tengo, paciencia, a que terminen de pasar por el embudo que ellos mismos crearon.

De aquí al auditorio son tres minutos de camino, si la muchedumbre se dispersa de los pasillos y no forman su revuelta. Tomando en cuenta que el turno de debate de Sol es en menos de diez, llegaría a tiempo para verla subir al podio y no me ensuciaría la ropa al tocar los hombros del resto por la premura de salir.

No pierdo tiempo yendo al estacionamiento, llevo la laptop encima. Paso sesgado en medio del desorden, arrojando una mirada de advertencia al primer imbécil que se le ocurra meterse en medio de mi camino. Soy consciente de la atención, de distintas índoles, pero estoy tan acostumbrado a ello, que no me provoca más que una gran apatía.

¿Es necesario venir aquí? ¿No puedo solo enfocarme en el trabajo y nada más?

Sí, si mi deseo es suplir a Ulrich, necesito bajar la ventaja de Helsen y su maldito título summa cum laude.

Afuera del auditorio no hay más que tres almas que no pueden con su vida, cargando el peso de llenar la planilla de asistencia, semblantes decaídos de ojeras remarcadas y que piden ayuda a gritos. Me aproximo a la pequeña hilera de personas anotándose en la libreta y justo detrás de mí, se detiene la misma chica de clases.

The Right Way #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora