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"There's no relief, I see you in my sleep
And everybody's rushing me, but I can feel you touching me
There's no release, I feel you in my dreams
Telling me I'm fine"
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—No puede llevarlo juicio—el eco de mi voz truena en cada esquina de la oficina descolorida—. No han dado ni una prueba biológica, absolutamente todas encajan por circunstancias, es un riesgo enorme, ¿qué pasa sí...?

—Se han resuelto casos sin cuerpo, es cuestión de tomar el riesgo...

—Tomar riesgo no es un movimiento inteligente, señor Visconti.

Arturo Visconti, fiscal a cargo del caso, es la cara opuesta a la figura prodigiosa que Andrea prometió. Aunque el pedido de cambio de tan singular personaje se ha exigido, el juez parece sufrir de ceguera, no nota ningún inconveniente en el proceso.

Parece que anda por ahí, pavoneándose a costa de los doscientos doce casos ganados de los doscientos quince que ha presentado, de acuerdo a su actitud altanera y terriblemente obtusa, temo que envíe este a la cuenta roja.

El verano baña de luz la copa de los rascacielos, Nueva York nunca había estado tan caliente, respiramos vapor y pésimas noticias. La investigación ha ido avanzando a tempo premuroso, como si corriese desesperado, huyendo de alguna amenaza.

A pesar de el testimonio de la familia Penderghast, el reporte por acoso y hostigamiento y el aval de Claire Doth, psicóloga de Lulú y la corroboración de un testigo se pudo enviar a Henry a prisión preventiva, son nimiedades el enlace entre los hechos y él, parece que ha sido un espectro el que cometió la tragedia.

—Señorita, ¿usted siquiera ha culminado el pregrado para que se crea con el derecho de ordenarme?—espeta, quitándose los lentes de la cara con hastío.

—Usted me orilla hacerlo, tiene el caso de mi mejor amiga en sus manos y lo trata como un pasamientos que ya le aburrió—la rabia escalpándome la lengua—. Conociendo su vasta experiencia, me cuesta creer que considere un fuerte elemento probatoria el testimonio de un hombre que vive en la calle y se alimenta de heroína, ¿sabe los alegatos que podría usar la contraparte?

—El testigo reconoció a Spitter dentro de cinco sospechosos, podría...

—Pero no a su cómplice, la defensa puede alegar un golpe de suerte o un caso de persuasión—suelto, golpeando el escritorio con el puño—. Ese hombre ha formado una campaña en contra de los Tiedemann, aludiendo poder, dinero y crueldad ¿cómo me asegura usted que el jurado será cien por ciento imparcial?

Se pone de pie, su postura de hombros caídos y mentón rozándole las clavículas podrían atemorizar a cualquiera, es un hombre de casi dos metros y una presencia amedrentadora, pero debe buscar otro cordero lejos de aquí, no me puede asustar más cuando ya probé el agrio regusto del terror.

Hago el ademán de emular su acción prepotente, a mi lado fungiendo de ente conector entre este fiscal de pacotilla y yo, Andrea pretende resolver la disputa dando un par de palmaditas a mi muñeca tensa.

—Permití que estuvieses presente por Petricelli, pero acabas de rebasar mis límites, ¡fíjese a quien se dirige!

El grito me impulsa fuera de la silla, el calor de la tarde y el intenso ardor de la ira se confabulan para escocerme las arterias.

—¡A un mediocre fiscal con un caso armado con cartas de naipe!—le apunto directo a la cara con la uña—. No es suficiente, ¡Usted sabe que no lo es y Henry también! Por algo no acepta ningún trato, es cuestión de esperar un poco más, tenemos el país empapelado con el retrato hablado, esperemos un poco más, alguien lo reconocerá, estoy segura que al conocer la identidad podremos esclarecer los hechos...

The Right Way #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora